El aumento del gasto público y los límites de asistencia que tiene la autoridad monetaria hicieron que el Ejecutivo volviera a colocar títulos públicos en pesos y en dólares
Las emisiones de deuda que realizó el Gobierno en 2015 alcanzaron en lo que va del año los u$s 10.700 millones y de esta manera los fondos captados ya casi equipararon a los que el Banco Central aportó para financiar al Tesoro vía expansión monetaria.
Las cifras surgen del estudio que dirige el economista Federico Muñoz que dan cuenta que en en el acumulado de los tres primeros trimestres de 2015, la emisión monetaria destinada al financiamiento del sector público fue equivalente a u$s 10.400 millones, no muy lejos del monto que el Tesoro consiguió en los mercados de deuda en el mismo período, cercanos a los u$s 8800 millones.
Pero incluso si el cálculo se extiende a las primeras dos semanas de octubre surge que la diferencia entre ambas fuentes de financiamiento se achicó aún más. Esto es así porque la expansión monetaria aumentó en $ 7924 millones, más de u$s 800 millones si se evalúa tipo de cambio oficial, lo que lleva a un total de u$s 11.200 millones lo emitido en lo que va del año para auxiliar al sector público.
En tanto, por el otro lado el Gobierno sumó emisiones de deuda por otros u$s 1900 millones en las primeras semanas de octubre lo que determinó que la deuda tomada en el mercado en el 2015 llegase hasta los u$s 10.700 millones.
El fenómeno se explica porque la asistencia del Banco Central a la que tradicionalmente recurrió el Tesoro para cubrir el déficit público tiene un límite legal operativo. Dada la vigente Carta Orgánica de la autoridad monetaria, este año el Central puede prestarle al Sector Público a lo sumo $ 200.000 millones entre giro de Utilidades y Adelantos Transitorios, cifra que le queda corta al Gobierno teniendo en cuenta que el gasto preelectoral crece al 38% anual.
«Han hecho uso y abuso del financiamiento monetario. No en vano tenemos la inflación que tenemos y la salud del peso es tan endeble. En estos años lo ideal hubiese sido que no hubiese tanto déficit fiscal pero si hay que financiar tal déficit hubiera sido más sano algo más de deuda y menos financiamiento del Banco Central», explicó Muñoz.
«La contracara del desendeudamiento fue el vaciamiento del BCRA y la pérdida del valor del peso», advirtió.
El economista se encargó de explicar que «hasta el año pasado, el financista casi excluyente del fisco era el Banco Central pero en 2015, Kicillof archivó el discurso del desendeudamiento y apeló con entusiasmo a los mercados de deuda».
«Con las limitaciones que impone el litigio con los holdouts y, por ende, priorizando la captación de fondos en el mercado doméstico, el Ministro comenzó a tomar crédito con voracidad noventista», agregó. En este sentido, el economista advirtió que «afortunadamente, Kicillof encontró tarde el gusto por el endeudamiento» porque «si hubiese apostado a resolver el conflicto con los holdouts para tener acceso a los fondos de los mercados internacionales de crédito, seguramente el déficit fiscal habría crecido más todavía y el legado económico kirchnerista a su sucesor habría sido aún más dañino».