Con la devaluación de diciembre y la unificación del mercado el dólar oficial acumuló un alza de 54% en el año, el doble que la inflación. Qué se espera para 2016
En 2015 el dólar volvió a ser un indicador central de la economía argentina. Su evolución también respondió a los vaivenes de un año electoral que concluyó con un cambio de signo político en el Gobierno por primera vez en 12 años y medio. Así, la divisa norteamericana comenzó el año con un mercado desdoblado por el «cepo» cambiario y con amplia brecha de precios, para finalizar con un mercado unificado, después de una profunda devaluación del peso y una notoria convergencia de las cotizaciones.
En el recorrido de 2015, de la mano del cambio de Gobierno, el dólar oficial fue el que más subió: un 54,2% al público (de $8,61 a $13,28 en el promedio de bancos) y un 51,8% en el mercado mayorista, donde se cursan las operaciones de comercio exterior. El dólar «blue», informal o paralelo subió tan solo un 1,9% en el año, de 14,05 a 14,32 pesos, mientras que el «contado con liquidación», implícito en la operatoria bursátil, avanzó un 17,7 por ciento.
Un reporte de PwC Argentina destacó que «la política más significativa» del nuevo Gobierno fue «el levantamiento del cepo y el retorno a un tipo de cambio administrado». Sin embargo, la consultora indicó que «no se han dado aún precisiones sobre los detalles de la política monetaria, la cual puede encontrarse condicionada, en gran medida, en cómo se resuelva la compleja situación fiscal».
Daniel Artana, economista Jefe de la fundación FIEL, identificó en «la escasez de reservas, atraso cambiario y tarifario, y alto déficit fiscal financiado con emisión monetaria» los principales factores la difícil herencia económica de Cristina Kirchner. «El Gobierno entrante ordenó las reformas empezando por la eliminación del cepo cambiario para nuevas operaciones, lo cual produjo una depreciación del peso algo menor a la esperada», ponderó.
En el análisis de la evolución del dólar recobraron protagonismo las tasas de interés. El presidente del BCRA Federico Sturzenegger decidió elevar las tasas de las Letras del Banco Central (LEBAC) en pesos a un nivel superior al 30% anual, lo que significa que se obtienen rendimientos positivos reales por estas colocaciones, por encima de la inflación. Esta suba se trasladó a los rendimientos de los plazos fijos en moneda local y desincentivó la tenencia de dólares, ante la percepción de que el dólar se va a apreciar a un ritmo inferior al de dicha tasa.
Esta política monetaria «dura» o «contractiva» es una estrategia adecuada para retirar el exceso de pesos de la economía y mantener acotada la inflación, aunque a la vez encarece el crédito y retira liquidez del circuito económico, con consecuencias recesivas si se extiende en el tiempo.
Pablo Gao, especialista en estrategias de inversión, advirtió en esta apuesta al peso una oportunidad para los primeros meses de 2016. «Una tasa mayor a 30% anual y prolongada en el tiempo es destructiva para la economía de cualquier tipo, por lo tanto esta tasa alta es transitoria y pronto volverá a un número más racional y más benigno para la economía. Lo que significa que a los inversores de plazo fijo les será difícil volver a colocar a una tasa de 30%, una vez que necesiten renovar su plazo fijo de corto plazo».
Estrés de reservas
Un dato que no puede soslayarse es la caída de las reservas internacionales del BCRA. En 2016 retrocedieron USD 6.046 millones en 2015 (-19,2%), desde los 31.443 millones del final de 2014 a los actuales USD 25.397 millones. Esta pérdida de activos líquidos se registró a pesar de que en los últimos 14 meses se activaron todos los tramos del «swap» de monedas con el Banco Popular de China, por el equivalente a 11.000 millones de dólares.
Sin embargo, las nuevas autoridades de la entidad monetaria consiguieron revertir la tendencia declinante desde que se devaluó y se redujeron las retenciones a la agroindustria, pues el mayor ingreso de divisas comerciales permitió una recuperación de reservas de USD 1.233 millones en las dos semanas tras la liberación del «cepo».
También es importante resaltar que el Banco Central no intervino en ninguna de las ruedas posteriores al 16 de diciembre, por lo tanto el avance de las reservas se debió al aumento de los depósitos en dólares en el sistema financiero, que se computan en el activo como encajes. Sin intervenir, el BCRA evitó emitir pesos para comprar divisas en el mercado mayorista y quitó un posible impulso a la inflación por esta vía.
«Sin necesidad de intervenir directamente comprando divisas en el mercado cambiario, el BCRA ha indicado su banda inferior de flotación, en el esquema de flotación administrada», refirió un estudio de Invecq Consulting SA. «Al incrementar fuertemente las tasas en la semana de la devaluación lo que se buscaba era apuntalar la demanda por pesos para evitar un salto repentino y desordenado del tipo de cambio. Al relajar esos incrementos, el BCRA estaría diciéndole al mercado que no sería malo que aumente algo la demanda de divisas y de esta manera, se incremente su precio», agregó.
Hitos de un duro año financiero
Ya desde enero la venta de divisas a minoristas a través del dólar «ahorro» empezó a mostrar montos que duplicaron los habilitados por la AFIP en 2014. La política de atraso cambiario como «ancla» inflacionaria implementada por el ex ministro de Economía, Áxel Kicillof, y el ex presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, junto con el mayor flujo de billetes por la vía formal derrumbaron al dólar «blue», desde los $14,05 del cierre de 2014 a los $12,38 el 7 de abril pasado, su valor más bajo del año.
El 19 de octubre el dólar paralelo alcanzó su récord de $16,11 para la venta, a días de la primera vuelta electoral cuando las encuestas daban al candidato oficialista Daniel Scioli como aquel con más posibilidades de llegar a la Presidencia. El recalentamiento del dólar obedeció también a la abrupta caída de reservas internacionales de USD 6.000 millones por la cancelación definitiva del Boden 2015.
La consagración de Mauricio Macri en el ballottage del 22 de noviembre cambió la visión de los agentes de mercado, que anticiparon del sucesor de Cristina Kirchner medidas más ortodoxas y afines a la operatoria financiera, y menos hostiles a través de controles e intervenciones del Gobierno. Probablemente este cambio de expectativas responda por qué la suba del dólar oficial en diciembre fue inferior a la esperada y por qué el «blue» hoy se paga por debajo de sus precios máximos de octubre.
El 16 de diciembre fue la fecha fundamental en el año financiero, cuando el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso de Prat Gay, anunció el fin de las restricciones cambiarias para la compraventa de divisas.
Otra jornada clave fue el día siguiente: el 17 de diciembre el mercado cambiario ubicó los precios con «libre flotación», sin la intervención de liquidez del Banco Central, que arrastró al peso a su devaluación diaria más alta desde enero de 2002, de un 26,6%, que resultó en un salto del dólar oficial de 36,2 por ciento. El primer día sin «cepo» terminó con un dólar mayorista en $13,38 y promedió al público a 13,93 pesos.
Qué pasará en 2016
El giro en política económica evidenciado desde el 10 de diciembre es el prólogo de lo que sucederá en 2016, con un dólar liberado, un tipo de cambio mucho más alto y reservas en progreso, pero con actividad estancada y una inflación que amenaza ser mayor que la de 2015.
Daniel Artana explicó que «se ha elegido un tipo de cambio algo más fuerte, con una política monetaria más dura y cierta laxitud fiscal. La alternativa habría sido tolerar una mayor depreciación del tipo de cambio, dar señales más contundentes de mayor dureza fiscal y elegir una política monetaria más blanda».
«La primera opción puede ayudar a morigerar el traslado inicial a precios y salarios y evitar agregar malas noticias en un mes de diciembre castigado por los problemas energéticos; la segunda, habría sido mejor para la actividad económica en la medida en que se pudiese sortear con éxito la negociación salarial», agregó el experto de FIEL.
Para PwC Argentina «las primeras medidas del nuevo gobierno se centraron principalmente en cuestiones vinculadas a los ingresos con un impacto directo de menor recaudación y no a los gastos». En ese sentido se eliminaron las retenciones a las exportaciones industriales y agrícolas, con excepción de la soja que tuvo una reducción de sólo 5 puntos porcentuales (de 35% al 30%). También, de manera pública se ha anunciado la eximición del pago del impuesto a las ganancias del medio aguinaldo de aquellos que ganan menos de $30.000 brutos mensuales, así como la devolución del IVA a los jubilados».
Los analistas de PwC hacen foco en los graves problemas que acarrea el rojo fiscal: «Resta ver de qué manera el nuevo gobierno afrontará la tarea de administrar el abultado déficit fiscal, principal desequilibrio macroeconómico. Dada la estructura de gastos del sector público nacional, donde más del 50% de los mismos corresponden a salarios y jubilaciones, el gasto en subsidios sería el primer punto a revisar. El gran desafío estará en lograr que la devaluación se traslade lo menos posible a los precios».
El frente internacional
El dólar se apreció en 2015 frente a la mayoría de las divisas del mundo, en particular las de países emergentes. Los analistas financieros estiman que esta tendencia podría continuar en 2016. En los últimos 12 meses, la moneda norteamericana trepó casi 10% contra el euro (la moneda común cerró en USD 1,09), mientras avanzó 49,4% contra el real brasileño (3,95 reales por dólar). La divisa del país vecino es determinante para la Argentina por la magnitud el intercambio comercial entre ambas naciones.
Jorge Compagnucci, de Fénix Report, consideró que «el Gobierno se topa ante el peor escenario de los mercados internacionales en 35 años, donde caen los recursos por los precios de los commodities y hay un proceso de salida de capitales de los mercados emergentes».
«Ahora entraremos en un período más complejo al activarse una crisis de deuda emergente, con un incremento de los rendimientos a un rango al que no estábamos acostumbrados en los últimos años. Los mercados no entrarán en un estado de shock, sino en un ciclo de realismo, con epicentro en la crisis económica de Brasil y Rusia», consignó Compagnucci.