La mejora en los stocks mundiales de las principales materias primas le puso un freno a los valores, lo que afectó las exportaciones argentinas. Valores que empezaron a caer desde el tercer trimestre de 2012 y, si bien éste terminó con resultados positivos, la caída se vio en los tres períodos siguientes acumulando a la fecha un baja del 50 por ciento. La demanda encuentra una oferta que antes no tenía.
En diciembre pasado, el informe del Banco Central que mide el Índice de Precios de las Materias Primas (IPMP) cayó 2,7% respecto del mes anterior. Los motivos responden a un retroceso liderado en las cotizaciones de los pellets de soja en un 5,3% y del petróleo crudo por un 15,2 por ciento.
Atrás quedó el momento en que la cotización de los commodities rompía máximos, impulsada por China como gran importador de alimentos y por una economía mundial que hoy goza de una mayor oferta del combustible fósil.
No es menor la devaluación de las distintas monedas, con el fortalecimiento del dólar a la cabeza, que terminan por sepultar las alzas que supieron tener la soja, el maíz y demás granos hasta hace dos años. Esto se empezó a gestar en el segundo semestre de 2014, cuando la FED acotó la expansión monetaria generando su consolidación pero depreciando la de los países en desarrollo. Sólo en julio pasado el real se devaluó algo más del 10 por ciento. Y en 2015 lo hizo el yuan, un 6,5 por ciento.
El IPMP observó que en diciembre el maíz perdió 1,3%, el trigo 1,8%, el cobre 3,4%, el acero 5,9% y el oro 1,7%, entre otros. El Central resaltó también que en la comparación anual, el índice disminuyó 21,5 por ciento.
En septiembre de 2012 la soja marcaba su valor más alto al llegar a los u$s650 la tonelada. Hoy se ubica en los 330 dólares. Es decir, retrocedió un 49 por ciento. Ese mismo año, EE.UU. enfrentaba la peor sequía de sus últimos cincuenta años, lo que provocó la caída de sus cosechas. Hace poco levanto 107 millones de toneladas de soja y 345 millones de maíz. Una oferta muy por encima de la esperada.
Lo cierto es que aquellos países que basan su economía en los recursos del suelo hoy se encuentran en una encrucijada. Un efecto deseado de la baja de los commodities es la merma de la inflación de los alimentos tanto en los países ricos como en los pobres.
El alza de la oferta fue reflejada en el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en donde resalta que los precios globales de los alimentos se desplomaron un 19% en 2015, tras un nuevo declive en diciembre debido a “abundantes suministros y una desaceleración de la economía global”.
Por ahora, nada indica un cambio en la tendencia que permita una suba de los precios. La situación de la economía china no ayuda. Argentina es una de las perjudicadas en los bajos valores, aunque la demanda de alimentos se mantiene firme.
Mayor protagonismo del maíz y menor demanda de soja
En las últimas tres semanas, el maíz fue el grano que más vendieron los productores mientras que la soja brilla por su ausencia y atada más que nada al tipo de cambio.
El último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) sostuvo que desde el 22 de diciembre el pedido de declaraciones juradas acumula 8,64 millones de toneladas, es decir, se abrieron registros a razón de 575.000 toneladas por día hábil. Cinco compañías concentraron el 55% de las emisiones, comprometiéndose a organizar los embarques en un período de hasta 180 días.
El cereal superó los u$s150 por tonelada en el mercado interno, cotizando por encima del trigo y ubicándose en una relación inédita frente a la soja. El cociente entre los valores de pizarra de ambos productos llegó a 0,64, lo que aceleró el ritmo de ventas de los inventarios de cosecha vieja, afirmó la Bolsa.
Por el lado de la oleaginosa, los datos cargados por la Bolsa, señalan que en los próximos 15 días se deberán embarcar casi 4 millones de toneladas de granos, de los cuales sólo 30.000 corresponden a la soja. Lo que habla de la estacionalidad de éste commodities y que cambiara entrado el mes de marzo.