Vendió u$s 41 millones de reservas y transformó una suba de 20 centavos en una de siete. Lo hizo para romper el patrón que mostraba el mercado, con 20 subas consecutivas de la divisa. En el mercado señalan que la disparada de la divisa afecta también a precios. No hay bandas de flotación sino flotación sucia. El minorista quedó en $ 15,24.
Poco más de dos meses después de eliminar las trabas que conformaban el cepo cambiario y tras una suba del 53% en la cotización del dólar durante ese período el Banco Central (BCRA), finalmente, intervino en el mercado de cambios con ventas de dólares de las reservas que ayudaron a frenar el avance de la divisa. El dólar mayorista cerró a $ 15,06, siete centavos por encima de su cotización del miércoles pero nueve centavos por debajo del precio máximo al que se llegó a operar en la rueda de ayer. Acumuló así 20 ruedas de avance consecutivo, una dirección alcista que la entidad conducida por Federico Sturzenegger intentó frenar ayer, y empujó al minorista a un récord de $ 15,24.
Pasadas las 13,50 de ayer el dólar en la plaza mayorista alcanzó su máximo histórico de $ 15,15. En ese momento, en la mesa de operaciones del BCRA el subgerente general de operaciones Agustín Collazo y el director de la entidad, Demian Reidel, decidieron pagar todas las posturas de compra que aparecían en la pantalla. Sturzenegger, afectado por un cuadro de tos, siguió la intervención a distancia mientras visitaba a su médico.
Reidel y Collazo usaron u$s 41 millones de las reservas para venderle a todos los que estaban dispuestos a comprar entre $ 15,15 y $ 15. La abrupta caída en la curva que sigue el precio minuto a minuto en el sistema Siopel alertó a todos los operadores: no paguen arriba de $ 15,15, que apareció el Central.
Las reservas del BCRA perdieron u$s 43 millones y quedaron en u$s 29.273 millones. Pierden u$s 798 millones en lo que va de febrero. A cambio de los dólares que vendió ayer la entidad recibió $ 612 millones de pesos que salieron de circulación, por lo que se contrajo levemente la base monetaria.
Tras diecinueve subas consecutivas del dólar, a la conducción del BCRA le pareció que la conducta de la divisa había entrado en un patrón demasiado estable, por lo cual había que inyectarle volatilidad. Si el dólar sube de a poco todas las ruedas, los que tienen que vender retienen sus divisas para recibir más por ellas en días futuros y los que tienen que comprar adelantan adquisiciones futuras para abaratarlas. Esto es todo lo contrario de lo que busca Sturzenegger, de ahí el cambio de estrategia.
Lo que queda claro, según pudo averiguar este diario, es que el BCRA no sigue una política de «bandas de flotación» sino que apenas busca ensuciar la flotación de la divisa para prevenir apuestas contra el peso.
Hasta hace unos 10 días las subas no preocupaban porque eran acompañadas por el precio del dólar en otros mercados emergentes, pero desde entonces a esa parte el peso argentino se separó de sus pares. Eso habría disparado la intervención.
Operadores del mercado agregaron la inflación como posible preocupación de Sturzenegger. «En los albores de las paritarias y a días de un alto índice de inflación de enero publicado por la Ciudad, la retroalimentación a precios que te genera la suba del dólar no te ayuda al objetivo principal que dice tener el BCRA, que es contener la inflación», dijeron en un banco.
La política de shock para la salida del cepo tuvo bastante de gradual en estos pocos más de dos meses. Cuando el 17 de diciembre se eliminaron los controles, u$s 4000 millones en adelantos de liquidaciones de exportaciones agropecuarias fluyeron al mercado mayorista durante seis semanas. Hasta ese momento la suba del dólar rondó el 35%, superada esa etapa el dólar aceleró y la suba punta a punta era ayer del 53%. La prueba de fuego vendrá en los próximos días, cuando los operadores decidan si le creen al BCRA o si deciden probar a ver cuán dispuesto está a sacrificar más que unos poco u$s 41 millones.