Artículo publicado en el Informativo Semanal de la Bolsa de Comercio de Rosario Año XXX N° 1.581del 26 de octubre de 2012.
Milton Friedman jugó un papel importante en la historia del pensamiento económico. Hablar de él implica comenzar con un ligero análisis de la llamada Escuela de Chicago a la que perteneció. En el corazón de ésta hay dos influencias, que son: a) el Institucionalismo norteamericano, con su fuerte hincapié en la historia estadística, y b) la «Teoría Cuantitativa del Dinero» de Irving Fisher.
La Escuela de Chicago tuvo como sus principales representantes, hacia los años ‘30, al distinguido teórico Frank Knight, gran partidario de la economía libre y autor de un importante libro sobre el riesgo y la incertidumbre, y a Henry Simons, famoso por su propuesta de encajes bancarios del 100%. De todas maneras, el hombre que difundió el ideario de Chicago fue Friedman. El enseñó allí desde 1946 a 1976, pasando luego al Instituto Hoover de la Universidad de Stanford. En 1976 recibió el Premio Nobel de Economía.
En una obra sobre «metodología de la economía positiva», se muestra partidario de una concepción «monista», es decir que las ciencias físicas y naturales tienen la misma metodología que la ciencia económica. Dicha metodología tiene influencia, aunque no exclusiva, de Sir Karl Popper.
Durante la segunda guerra Friedman se sintió atraído por los problemas del consumo, que con el tiempo, y con la ayuda de su mujer Rose, le conducirían a su original reformulación de la función consumo. En el libro de 1957 («A theory of the consumption function») presentó la conocida hipótesis de la renta permanente que desde entonces pasará a la literatura económica asociada a su nombre. El concepto de renta permanente es inobservable, pero en manos de Friedman resultó muy útil: le permitió corregir los cambios erráticos de la renta corriente. También le sirvió para construir otra pieza importante de su teoría: la función de demanda de dinero.
Como es sabido, la vieja teoría cuantitativa del dinero en la versión de Cambridge fue objetada por Keynes y los keynesianos por la volatilidad de la V (velocidad de circulación del dinero) o de su inversa, la demanda de dinero, que no permitía su uso en tiempos de crisis. Friedman, siguiendo la tradición de Chicago, la rescató presentando una teoría de la demanda de dinero introduciendo en ella la teoría del capital.
La demanda de saldos monetarios reales sólo depende de variables reales y puede reformularse como una ecuación de velocidad, estadísticamente operativa y que depende de las mismas variables. De aquí dedujo Friedman la estabilidad de la V, en contra del pensamiento keynesiano. A partir de esta estabilidad de la V, Friedman sostiene que hay que ocuparse exclusivamente de la oferta de moneda. Como era partidario de la doctrina de Simons de encajes bancarios del 100%, en donde no hay expansión secundaria del dinero, sostuvo que la emisión del Banco Central tiene que estar correlacionada con el crecimiento medio de la economía. Si el PIB crece un 2% anual, la emisión monetaria debe crecer un 2%. Si en vez de esto la emisión crece a un 6%, pasados dos años tendremos una inflación aproximada de 4%. En su «Historia Monetaria de Estados Unidos 1867-1960» (con Anna Schwartz) y en otros volúmenes con estadísticas monetarias, trató de falsear dicha hipótesis.
En la popular obra «Free to Choose», escrita con su mujer, distinguimos dos partes muy distintas: en la primera parte Friedman es un verdadero liberal, amante de los mercados libres, y con una concepción no muy distinta a la manifestada por los autores de la llamada Escuela Austríaca. Precisamente, una de sus páginas más logradas es la historia de ‘Yo, un Lápiz’, historia tomada de Leonard Read, y que muestra como la división social del trabajo está entrelazada en las interrelaciones de millones y millones de individuos que se desconocen unos a otros. Detrás de la fabricación de un simple lápiz de grafito, está la ‘colaboración’ anónima de muchas personas guiada no por ningún plan central sino por la información transmitida por el sistema de precios.
En la segunda parte de «Free to Choose», el matrimonio Friedman centra toda su teoría del dinero en el poder del Banco Central y, en este punto, no podemos estar de acuerdo. El valor de la moneda depende, como en los otros bienes, de la teoría subjetiva de la utilidad marginal. Algunos objetaron esto diciendo que estamos ante un círculo vicioso, dado que la demanda de moneda depende del poder adquisitivo de la misma (valor de cambio) y éste, a su vez, depende de la demanda de moneda. Pero esta objeción fue respondida por Ludwig von Mises a través del ‘teorema regresivo del dinero’ donde quedó claro que en su origen la moneda era un bien que se demandaba como cualquier otro (para fines industriales) y al que se le incorporó la demanda como medio de cambio. Este teorema es muy importante dado que, caso contrario, si la utilidad marginal no se puede aplicar a todos los bienes (y la moneda es un bien) tenemos una fractura que nos lleva a sostener que la moneda es resorte exclusivo de los gobiernos.
En el primer capítulo de su obra, «Money Mischief. Episodes in Monetary History», el profesor Milton Friedman cuenta la historia de la Isla de la Moneda de Piedra que, desde 1899 a 1919 funcionó en las Islas Carolina, en Micronesia. La más occidental del grupo es la isla de Uap, o Yap, la cual en ese tiempo tenía una población entre cinco mil y seis mil habitantes. Al no tener metales, los pobladores recurrieron a utilizar como moneda enormes piedras llamadas fei cuyo valor se aceptaba aunque la gente no las viese nunca.
De esto, deducía Friedman, que el sistema no difería del vigente durante el patrón oro, derivando la conclusión de cuán importante es la apariencia, la ilusión o el mito en materia monetaria. A partir de lo manifestado hasta aquí vemos que Friedman tiene una concepción nominalista de la moneda, en el sentido de que detrás de la moneda no hay nada, ‘dado que los gobiernos la crean de la nada’. Esto se puede comprobar en su otra obra, »Friedman in China». En ella hay un capítulo, «Mystery of Money», en el que expresó su propia concepción sobre la misma. Para él dos aspectos pueden llevar a confusión sobre la moneda:
a) El creer que lo que es verdadero para un individuo es cierto para la comunidad en su conjunto.
b) El no tener en cuenta la importancia de la ficción.
Con respecto al primer punto, manifiesta que el dinero (billete) que está en la cartera de un individuo es riqueza, pero el dinero para el conjunto de la comunidad no lo es. Nosotros, por el contrario, creemos que desde un punto de vista colectivo el grado de ‘monetización’ es riqueza.
Con respecto al segundo punto, dice que la moneda nace de una ficción, la aceptación de un billete (sin ningún valor material) por las personas que esperan a su vez que sus billetes serán aceptados por los otros. En definitiva: la confianza de la comunidad. ¿Pero qué es lo que da confianza? La limitación en la cantidad de billetes. Pero he aquí que para Friedman la moneda es ficción que nace de la promesa del gobierno de que no va a emitir más. Las leyes subjetivas del mercado pasan a ser leyes del gobierno. Se ha creado una fractura en el corazón de la ciencia económica.
Más allá de estas diferencias teóricas, un inmenso respeto hay que tener hacia «one of the most important economic thinkers of all time[1]», al decir de uno de sus críticos (Paul Krugman, en «Who was Milton Friedman?» en The New York Review of Books).