Siempre es bueno tener un diario de viaje para volver a pasar los recuerdos por el corazón.
Hoy les quiero relatar lo que vi en la Cuba de Fidel y la semilla de una economía diferente que crece sin prisa pero sin pausa, y aunque en 11 días es muy difícil entender tantas cosas que sucedieron desde 1959. Esta es mi historia.
Desde hace un tiempo está en marcha un proyecto para realizar emprendimientos con la lógica de una economía más humana, en diferentes lugares de Cuba. El proyecto se titula: "Formación a la cultura de la fraternidad, apoyo y seguimiento de pequeños emprendimientos económicos e iniciativas socio-culturales”. En Cuba, el arte y la cultura son caminos privilegiados para el diálogo.
Fui convocada para participar del Proyecto y el 20/7 vía Copa Airlines aterrizamos en La Habana.
Junto a dos jóvenes economistas cubanos que llevan la pasión social en el corazón comenzamos una serie de talleres, en La Habana, Camagüey y Florida, estas últimas, dos ciudades del interior de la isla, podríamos decir del Oriente. Valga la aclaración que los cubanos dividen la isla en Oriente y Occidente. Hacia el Oriente el calor avanza y la pobreza también.
Cuando entiendes Cuba te das cuenta cómo han querido apagarles la capacidad de soñar ya que es un país donde todo viene dado desde arriba y la gente, por miedo, no dice lo que piensa.
Quien conoce La Habana sabe que se trata de una ciudad derruida por el tiempo. El Estado hizo foco en hospitales y escuelas. Es famosa a nivel mundial la tecnología aplicada en la salud, a tal punto que en el Hospital Ameijeiras, se realizaron muchas de las operaciones más riesgosas de la historia. El gobierno prácticamente desterró el analfabetismo en la isla. En Plaza de Armas, la plaza de Mayo de allá, sólo hay stands con ventas de libros. Eso sí, la mayoría tiene en la tapa la cara del Che.
Los habitantes son habitantes, no dueños, y no tienen para reparar lo que erosionó y aún erosiona el paso del tiempo y las tormentas tropicales. Prácticamente no se construye y, en los últimos cuarenta años, se duplicó la población. Eso determina que el viejo refrán “el casado, casa quiere” sea una utopía.
Uno a La Habana debe imaginársela. El Paseo del Prado, que va del Parque Central al mar, debió ser hermoso alguna vez, con esas flores y con los leones de bronce que datan de la época colonial en cada esquina.
No se puede dejar de caminar el Malecón, y gran parte de la Quinta Avenida, donde nace Miramar, el barrio más paquete. Todo lo antiguo y erosionado que mira al Atlántico contrasta con la avenida más bella de La Habana, con boulevard, palmeras y embajadas de varios países.
En Cuba no existe el sistema bancario (en realidad existe pero muy limitado) ni los mercados de capitales, la salida al exterior no es totalmente libre, todavía es incipiente la compraventa de casas y autos, no existen los precios de referencia. Y como aprendimos en la escuela: la vaca es del Estado, como casi todo.
Hasta hace unos años existía la política del pleno empleo pero eso generó plantillas infladas y ahora el mismo sector estatal está liberando mano de obra. Por lo tanto, ¿a dónde irán a parar esos trabajadores?.
Pasaron de ser una sociedad artesanal a una de conocimiento, salteando la revolución industrial.
La leche fluida cuesta U$S 4 el litro, pero sólo los niños menores a 7 años y los ancianos tienen acceso y con una libreta de abastecimiento manejan lo que comen los cubanos.
El celular cuesta 1 U$S el minuto, pocos tienen internet al igual que e-mail con salida internacional.
De camino al aeropuerto, el taxi lo manejaba un neonatólogo. En Cienfuegos nos alojó una farmacéutica y quizás la heladera te la arregla un neurocirujano. Es que en Cuba el sueldo promedio no supera los U$S 25 y cada cubano busca la forma de sobrevivir.
Los médicos deben estar dispuestos a ir de misión por un tiempo largo a Haití, Angola, Venezuela o el Amazonas, lejos de la familia, pero así es la forma de ahorrar dólares.
El Estado elije dónde trabajás.
Desde hace unos años se empezaron a liberar algunas actividades y surgió el cuentapropismo (paladares, taxis, servicios informáticos, algunos servicios profesionales, productos agropecuarios).
¿De dónde entran las divisas? 1) Servicios médicos; 2) Productos biotecnológicos como las vacunas; 3) Turismo, son el único país en el mundo que miden el turismo en función a la cantidad de visitantes, que está estabilizada en 2 millones; 4) Azúcar, tabaco, níquel.
Existen dos Cuba. La del peso cubano de consumo interno y la del convertible, alias el CUC, el de los turistas, que vale 1,27 por euro.
Hay dos Cuba. La que conocemos o escuchamos, y la que los cubanos consumen en la TV pública o el Granma, donde se lee la información oficial del Partido Comunista.
Coexisten dos Cuba, y el turismo es un puente para conocerlas. El arribo constante de europeos, mexicanos y orientales, le sirve a los propios cubanos de training para la globalización que, irremediablemente, para ellos vendrá también, con y sin Fidel.
¿Qué piensan los jóvenes? En irse. La mayoría de las familias cubanas se sostienen por las remesas que le envían familiares.
Convencidos del modelo, quedan pocos y están los que quieren un socialismo diferente, que la luchan desde dentro del Partido o desde afuera tratando de crear conciencia.
Hay que “caminar” Cuba, es el único modo de entender qué hay detrás del mar…porque existen dos Cuba: La de Varadero o cualquiera de los Cayos, y la que uno imagina en el interior.
Conocí un grupo de campesinos, quizás los trabajadores más afectados por el modelo, que aún así, luchan cada día, contra las inclemencias climáticas, la dificultad de conseguir semillas, capital, instrumentos y el marabú, un mal casi incontrolable, el caso más paradigmático de una planta invasora espinosa, que se combate a azotes.
De uno de los talleres participó una joven que milita en la Unión de Jóvenes Comunista, que es la cantera fundamental desde donde se nutre el Partido, único, porque no existe oposición legal aprobada. Le pregunté si no contradecía sus ideas lo que nosotros planteábamos, y me dijo que no, que ella veía que podía servir de complemento al modelo, que necesita ajustes.
En un país donde prevalece la cultura verticalista, empiezan a vislumbrar que pueden asociarse con otros, armar redes y trabajar juntos.
Descubrieron que el hombre no es un robot y que la vocación, única en cada uno, no puede ser programada por el Estado, que debe ser descubierta y elegida.
Cuando pregunté a mi amigo cubano, ¿qué es lo mejor en Cuba? Sin dudarlo me dijo: SU GENTE.
Es verdad, comprobé que su cultura, su calidez no tienen precio.
Si algún día algo cambia, lloverán oportunidades en Cuba.
A pesar de ser una sociedad acostumbrada a recibir, viven la cultura del dar. Son luchadores, mágicos. Por algo a los mecánicos les dicen “magos”, porque han sabido inventar repuestos de autos que ya no se fabrican.
Tienen un gran sentido de la hospitalidad. Uno se siente como en casa. Uno siente que tiene demasiado.
Tienen jóvenes ávidos de implementar la apertura, pero a su modo, donde todos tengan oportunidades, donde el desarrollo humano esté al centro.
Sueño con un premio Nobel de Economía que surja allí, un sueño que puede parecer una locura, pero que es posible.
Cuando Juan Pablo II visitó la isla en 1998 les dijo: “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”, y hoy ellos agregan: que Cuba se abra a Cuba, que significa que se animen a soñar, que despierten y creen un paradigma nuevo, modelo para la humanidad.
Saben que necesitan un camino diferente a los “ismos”, ni socialismo, ni comunismo, ni imperialismo ni consumismo.
Algo nuevo está surgiendo.
Y como dijo José Martí: “Basta para ser grande, intentar lo grande”.
De regreso en Rosario, siento que uno no se va de Cuba, se la lleva con uno.
¡Hasta la victoria siempre!
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La autora integra la Comisión de EdC Zona del Litoral. Es Coordinadora del grupo de estudio de jóvenes emprendedores de EdC. (www.edc-online.org)