Argentina entró nuevamente en default. Un nuevo traspié en la historia económica-financiera de nuestro país. Si bien aún es temprano para determinar todas sus implicancias, el panorama se presenta cada vez más complicado.
El miércoles 30 vencía el plazo de gracia para el pago de los bonos Discount. Era el día D. El Gobierno había decidido llevar las negociaciones hasta el extremo y se negociaba entre privados un acuerdo de último momento. Evitar el default era el objetivo, porque a nadie le convenía: ni a los holdouts, ni al juez Griesa ni a Argentina. Este punto precisamente hacía pensar a los analistas financieros que más tarde que temprano se llegaría a un arreglo. Incluso el viaje del ministro Kicillof a Nueva York parecía un indicio de que iba a ponerle el broche de oro a este conflicto.
El mercado tuvo un fuerte rally el día 30 con la esperanza de un acuerdo, el arreglo ya se empezaba a descontar. Pero los mercados se equivocan, tal como se equivocaron con el dato del PBI en marzo, la valuación de las hipotecas subprime, etcétera, etcétera. Luego de la reunión entre los holdouts litigantes, el Gobierno argentino y el mediador Daniel Pollack, y cuando parecía que Kicillof anunciaría en conferencia de prensa un final exitoso, sucedió todo lo contrario. Por más que las esperanzas de un acuerdo entre privados se mantuvieron por unas horas más, el final ya estaba sellado: un nuevo default.
Si bien el Gobierno se empecina en decir que no se trata de un default, el mundo financiero no tiene ninguna duda de que sí lo es. No se ha escuchado una sola opinión por fuera del Gobierno argentino negando este punto. De hecho, son numerosos organismos los que han declarado el default argentino: las agencias de rating (Standard & Poor’s, Fitch, Moody’s e incluso la agencia calificadora china), la International Swaps & Derivatives Association (ISDA, entidad que regula el mercado de los Credit Default Swaps y cuya votación terminó 15 a 0), y hasta los mismos Thomas Griesa y Daniel Pollack.
¿Por qué se cayó el acuerdo entre los bancos privados argentinos y los holdouts? Según fuentes del mercado, la Presidenta, convencida por Kicillof, le bajó el pulgar esa misma tarde al acuerdo. Este plan era la alternativa preferida por Fábrega, Zanini y Capitanich. Una vez más, Kicillof ganó la batalla dentro del poder y salió más favorecido. Pero el descontento de las otras partes fue tal que Fábrega habría presentado su renuncia y Capitanich habría pensado hacer lo mismo.
Ahora Argentina ha entrado en un nuevo default. Un acuerdo entre bancos estadounidenses y los fondos en litigio todavía es posible y permitiría a Argentina salir del default, pero esto puede darse en la semana, en un mes, en un año, o tal vez nunca. De lo que no hay duda es que cuanto más tiempo pase, peor será. Más aún con el riesgo de una aceleración de los bonos.
Argentina arregló con el CIADI, Repsol y el Club de París en sólo tres meses, con el afán de volver a los mercados de deuda e ingresar dólares a unas reservas alicaídas. Sólo faltaba superar el último obstáculo, y no se logró. ¿De qué sirven ahora estos acuerdos? De poco y nada. Más bien todo lo contrario: se convalidaron deudas para ganar acceso a los mercados financieros y no se llegó a este objetivo por no haber solucionado el conflicto con los holdouts. Y el impacto aún es más amplio, porque no solamente priva al Gobierno Nacional de conseguir financiamiento en el exterior sino también a las provincias (varias tenían pensado salir al mercado en junio y julio) y a empresas como YPF.
Los efectos del default son amplios, entre los cuales se pueden destacar: mayor presión sobre las reservas, mayor recesión, caída del crédito y del consumo, mayor devaluación del peso frente al dólar, aceleración de la tasa de inflación, volatilidad en los mercados e incertidumbre creciente, menor nivel de inversiones extranjeras en el país, entre otros.
Sin lugar a dudas, la duración del default será clave para determinar el impacto del mismo en la economía real. A nivel mercados financieros, la volatilidad será una constante y el ambiente será cada más propicio para tradings e inversores de alto riesgo. Donde algunos sienten pánico, otros ven grandes oportunidades. Así es Argentina hoy.
El autor es Lic. en Ciencias Empresariales y tiene un Master en Banca y Regulación Financiera. Actualmente se desempeña como Analista de bolsa en TSA Bursátil, una empresa del Grupo Transatlántica