Siempre es bueno tener un diario de viaje para volver a pasar los recuerdos por el corazón. Hoy les voy a relatar lo que vi en el corazón maicero de EUUU, y si bien en 7 días no llegás a entender cómo funcionan las cosas, esta es mi historia.
Los primeros 2 días visitamos Chicago. Su excepcional altura parece ser un desafío a los famosos vientos. En el invierno los aires helados que vienen del Lago Michigan son mitigados por los rascacielos, aunque en el verano la temperatura se hace sentir más elevada.
La gente es amable, ya en el aeropuerto hay personas con carteles que dicen “ask me”, no hay congestionamiento, ni demasiada gente caminando, tampoco se ven perros callejeros. Los jardines coloridos, las veredas limpias, el pasto perfectamente cortado. Todo es reluciente.
Cada rincón de Chicago esconde escenas de “Batman”, “Los Intocables”, “La Boda de mi mejor amigo”, y tantas películas y series que hemos visto. Por eso el “habitar lo desconocido” resulta muy familiar.
Para los que crecimos en el ROFEX, la visita a la Bolsa (hoy CME), como me dijo un amigo bostero, es como ir a la Bombonera por primera vez.
Y la verdad, que emociona.
Emociona que somos de Rosario, “la Chicago argentina”, que aprendimos a hacer lo que ellos crearon en 1848 y que eso los transformó en la Bolsa más antigua del mundo en operar futuros y opciones y en ser hoy la bolsa más líquida también.
Visitamos la rueda de Piso, “un zoo con especies en extinción” como dijo Antonio Ochoa, el trader de RjO’ Brien que nos guiaba. Pronto será todo electrónico, incluso la operatoria de opciones que todavía artesanal, se mantiene “a viva voz”. Y como aquí, también se está dando un proceso de consolidación de corredoras.
Nos proyectaron un video de 14’, con humor y creatividad pueden enseñarle a cualquier persona no sólo a qué se dedican sino la visión que tienen: “Apoyar la prosperidad y el progreso en todo el mundo”.
Tienen claro que más importante que lo que el CME hace, es lo que hace posible.
Con tamaña visión uno piensa todo el camino que nos queda por recorrer…y así nos despedimos de la Meca, rumbo al corazón maicero.
A pocos días del comienzo de una cosecha record, se esperan 105 millones de toneladas de soja y 355 millones de toneladas de maíz, visitamos algunos farmers.
En Dekalb nos recibió la familia Jones, manejan alrededor de 1.000 ha y un feed lot. Todo impecable, mega tractores, camiones y maquinarias. El pasto perfectamente cortado, ni siquiera había olor. Sorprende que Mr. Jones trabaja con dos empleados, quizás las tres hijas mujeres y su esposa ayuden también. A Mr. Jones esta campaña no le irá bien, pero viene de campañas buenas y además algo se había cubierto en el mercado de futuros. ¿Qué sembrará Jones para la próxima cosecha? Tal vez rote con algo de soja.
El viaje siguió con visitas a semilleros, universidades e institutos de investigación, plantas de etanol, asociación de productores, pasando por la encantadora Colonia Amana, la hermosa Moline, la pujante Des Moines, y siempre el Mississippi a una orilla u otra nos acompañaba.
Es para destacar que la innovación y la aplicación de tecnología es lo que los caracteriza, y nos diferencia. Con los desechos, llámese rastrojo, estiércol o lo que fuera ellos crean energía.
Como nos decían en la Bolsa, la mayoría de los traders que operan granos es muy probable que no distingan una planta de la otra, y para mí fue una novedad saber que no hacen siembra directa y como aprendimos en la escuela, ellos sí aran la tierra. Ahí se entiende que necesitan tractores de mayor potencia como los que vimos en la fábrica de John Deere, que acá no existen, no sólo por lo caro sino por lo innecesario.
Ver cómo fabrican un tractor desde que ajustan la primera tuerca hasta el final es único. Recién ahí uno dimensiona la cantidad de personas, de relaciones y de procesos que colaboran para que una de estas máquinas funcione. En la planta que es increíblemente grande no se pueden tomar fotos y son muy estrictos al indicar los temas que se pueden o no preguntar en la recorrida.
Sorprendían las frases que estaban pintadas en las paredes como por ejemplo: “La tierra no pertenece a nuestros ancestros, la tomamos prestada de nuestros hijos”. O la que decía: “Los sueños no se hacen realidad, ve por ellos”.
Ya cerca del final de la gira, la cereza del postre para la mayor parte del grupo fue la visita a la Farm Progress Show, la muestra agrícola más importante de EEUU, como una Expoagro de acá.
Todos estaban ávidos por conocer qué es lo que viene, y así parece ser que vendrán semillas genéticamente modificadas para resistir otro tipo de herbicidas, hasta sembradoras que pueden sembrar dos tipos de híbridos. Sólo para entendidos.
Crease o no alrededor de 500 argentinos ese día visitaron la muestra.
La despedida del tour fue desde Minneapolis, alguna vez fue la capital de molienda de harina del mundo y hoy es el principal centro comercial entre Chicago y Seattle. Se caracteriza por las construcciones de los edificios que están comunicados unos con otros por puentes. Esto tiene su razón de ser en las bajas temperaturas del invierno, que pueden llegar a -30° C y aconsejan no salir porque se te congelan hasta las lágrimas.
Todo funciona tan bien que me preguntaba, ¿qué pensarán los jóvenes?
En un bar de Minneapolis tuvimos la oportunidad de hablar con Jame, oriundo del estado de Minnesota, estudió ingeniería en sistemas y trabajaba en una empresa de software, estaba con un amigo de Liberia (había muchos somalíes también por ahí). De Argentina sabía poco, en realidad casi nada, como la mayoría de los americanos con los que pudimos hablar. Aprendí que es mejor nombrar al Manu Ginóbili que a Lio Messi, o a Pope Francis antes que a Maradona, hay más chance para que alguno con cara entusiasta diga ohhh yeah…
Parece todo tan perfecto que quería saber qué pensaba la gente común de su país, así que pregunté a Jame y que luego de pensar un rato dijo: me gusta que te puedes desarrollar en tu carrera, hay muchas posibilidades, vives bien. Por otro lado entras en una cultura del tener por tener y a veces no hace falta tanto.
Bueno, pensé, si bien tenemos muchísimo por aprender de ellos parece que tanto consumismo no los está haciendo más felices.
Háblame de tu país…me dijo. ¿Y qué contarle? Rápidamente hice un superfiltro de la marcha de la economía o la política y elegí hablar de los asados, de la familia y los amigos. Por suerte todavía tenemos algo para regalarle al mundo.
Uno tiene la sensación de que los americanos se creen Bruce Willis. Aman lo que hacen y hacen todo. Aman su patria y tienen la bandera en el jardín. Te reciben, te atienden, te dan la charla y luego cuando te vas hasta los podés ver limpiando la mesa.
Se presentan contándote de su familia, dicen que así generan empatía. Parece que conocer a sus clientes no es parte de su trabajo, es su trabajo.
Mención especial al grupo, compañeros de ruta, a los 86 “hombres de campo”, por compartir conocimientos y experiencias de vida, por el humor y la buena onda, por los madrugones y las trasnochadas. Así da gusto.
Me despido con una frase que estaba pintada cerca de la entrada de la fábrica de tractores en Waterloo, quizás resume una cultura y una propuesta para imitar: “Nunca pondría mi nombre en un producto que no tuviera lo mejor de mí en él”. John Deere.