Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central, aseguró el viernes que el Gobierno tiene la vocación de ir flexibilizando gradualmente las restricciones cambiarias a lo largo de 2015, para llegar hasta una normalización completa. Un anuncio muy ambicioso.
Los dichos de Vanoli fueron bien recibidos en el mercado. Todos coinciden en que sería positivo lograr la normalización que plantea. Sin embargo, el panorama no es tan simple y del dicho al hecho hay un gran trecho.
El Gobierno lleva más de tres años con distintos mecanismos para administrar a su criterio los escasos dólares que hay en circulación y poder mantener las reservas sin grandes sustos. Es bien sabido que los efectos del cepo no han sido nada positivos: caída de la actividad, restricciones al ingreso de créditos e inversiones del exterior, mayor presión cambiaria y aislamiento de los mercados internacionales, entre otros.
En estos años sólo tuvo una acción concreta en torno a reducir el cepo: el dólar ahorro. Aunque con ventas limitadas, esta herramienta permitió descomprimir la presión sobre el billete y reducir el descontento de los ahorristas, además de generar oferta en el mercado paralelo de billetes.
La idea de flexibilizar las restricciones cambiarias es por ahora sólo palabras. Muchos presidentes de bancos centrales de todo el mundo actúan más con las palabras que con hechos. La FED es el típico ejemplo, y la reacción de los mercados a su comunicado del miércoles es evidencia de que las palabras pueden impactar en la evolución de las distintas variables y precios relativos. Mario Draghi, presidente del BCE, también utiliza advertencias y discursos para guiar la política monetaria según su visión.
¿Pero por qué los mercados no evidenciaron gran reacción ante los dichos de Vanoli? El spot se quedó quieto y los futuros de Rofex no se movieron.
Desarmar el cepo es muy complejo. Rápido no se puede hacer porque va a haber una corrida masiva, pero si se hace lento no habrá tiempo de que lo haga este Gobierno. Tan sólo podría desarticular una pequeña parte.
El contexto de reservas tampoco ayuda. Por más que hayan superado la línea de los 30.000 millones de dólares, cuando uno las analiza en detalle la tranquilidad no es la misma. Por ejemplo, hay aproximadamente 1.300 millones de dólares correspondientes a pagos bloqueados por Griesa que hoy se contabilizan como reservas. Además, el Gobierno debe aproximadamente otros 5.000 millones de dólares a industrias que ya importaron pero que no pudieron acceder aún a las divisas para hacer dichos pagos. También existen discrepancias acerca de si los swaps de pesos por yuanes deberían contabilizarse como reservas: estos pagos ascienden a 2.300 millones de dólares.
Por otro lado, una apertura del cepo implicaría llevar al dólar oficial a niveles más cercanos al dólar MEP (cierre del viernes 11,70). Dicho precio es el convalidado por el mercado y negociado sin cupos oficiales.
¿Cómo sería lógico actuar en este contexto? Para aquellos que creen que lo de Vanoli quedará sólo en palabras, la mejor estrategia es continuar posicionado en bonos en dólares (RO15, AA17 y AY24, entre otros).
Para aquellos que confían en que Vanoli llevará sus dichos a la práctica, los dollar linked aparecen como la mejor alternativa. La convergencia entre el tipo de cambio spot y el tipo de cambio informal, probablemente en niveles del dólar MEP, haría que los bonos dollar linked y en dólares deban cotizar con retornos iguales en una misma curva. Esto provocaría un rally en los bonos dollar linked, con retornos en dólares superiores al 40%.
Preguntas surgen muchas: ¿Hay verdadera vocación de sacar el cepo cambiario? ¿Es posible hacerlo en el contexto actual de reservas e importaciones pisadas? ¿Cuál sería el tipo de cambio de convergencia? ¿Cuándo podría materializarse esta flexibilización y a qué ritmo?
En resumen, ¿quedará todo en deseos o las palabras finalmente se llevarán a la práctica?
El autor es Lic. en Ciencias Empresariales y tiene un Master en Banca y Regulación Financiera. Actualmente se desempeña como Analista de bolsa en TSA Bursátil, una empresa del Grupo Transatlántica