Resumen semanal
Las principales noticias de la semana giraron en torno al desempeño de los mercados bursátiles globales, que continuaron acumulando fuertes caídas a raíz de la evolución desfavorable del precio del petróleo crudo. Esto ha llevado al Merval a perforar el piso de los 10.000 puntos, con pérdidas semanales especialmente fuerte en las empresas de energía y bancarias. Los datos de crecimiento en China muestran una desaceleración a 6,9% en 2015, lo que da malas perspectivas para la demanda global de los commodities en general y de los energéticos en particular (muy vinculados a la inversión en este país). En el ámbito local, otro dato de interés fue el incremento de la coparticipación federal de impuestos otorgado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, del 1,45% al 3,75%. Según declaraciones de la jefatura de gobierno porteña, el Decreto que estableció este cambio busca financiar el traspaso de la Policía Federal en la ciudad al ámbito de la Policía Metropolitana, operación que costaría según el gobierno porteño unos 11.000 millones de pesos. La operación, sin embargo, eleva el presupuesto porteño en una cifra de 3.000 millones de pesos más elevada. En terreno financiero, fue llamativa la poca demanda que encontró la emisión ampliada del Bonar 2020, que se esperaba alcanzara los 5.000 millones de dólares, pero que resultó apenas en un canje de 440 millones de dólares por Bonar X, sin ofertas para la nueva colocación. La tasa de interés ofrecida por el título, de 8% en dólares, no logró ser suficiente para compensar el pésimo humor de los mercados globales en plena caída y a la expectativa de futuras turbulencias. En otro orden, y a casi un mes de la eliminación de retenciones, las exportaciones de trigo argentino volvieron al mercado internacional, con más de 880.000 toneladas registradas en el sistema DJVE desde el 22 de diciembre. La liquidación de divisas del sector exportador de cereales y oleaginosas totaliza a la fecha 1.600 millones de dólares, ampliamente por encima de los 600.000 del mismo período del año previo, aunque lejos de los objetivos oficiales que buscaban ingresar mayores cantidades para inflar las reservas internacionales en el BCRA. La actividad industrial durante noviembre fue reportada con una contracción de 1,6% respecto al mismo mes de 2014, según el Centro de Estudios de la Unión Industrial. La producción continúa con comportamientos muy heterogéneos: el sector automotriz tuvo una caída interanual de 16,6% a raíz de una caída en las exportaciones de más del 50%, fundamentalmente a Brasil (el destino de casi a totalidad de la producción sectorial). Durante la reunión del Foro Económico Mundial en Davos, el presidente Mauricio Macri habló, entre otras cosas, de la futura reunión que se mantendrá en febrero con los Holdouts, en busca de una solución al conflicto por la deuda. El presidente mencionó también que el gobierno de Estados Unidos terminará con la oposición sistemática a los préstamos a Argentina por parte de bancos multilaterales, allanando el camino hacia el sistema financiero internacional.
¿A qué mundo vuelve la Argentina?
El presidente Mauricio Macri viajó esta semana a Suiza para participar del World Economic Forum que se lleva a cabo cada año en Davos. Luego de 12 años de ausencia, los diarios llenaron sus titulares y los ministros expresaron hasta el cansancio que “Argentina volvía al mundo”. Pero, ¿a qué mundo vuelve Argentina? ¿Cuáles son las condiciones que caracterizan hoy a la economía internacional? ¿Cómo repercutirán estas condiciones externas al desempeño local de la economía y sobre los planes del gobierno de Macri? El martes de esta semana se dio a conocer una actualización del World Economic Outlook, el documento en el cuál el FMI plasma sus perspectivas para la economía mundial. En el mismo se hizo una descripción no tan alentadora de lo que se puede esperar para la economía global a lo largo del año que recién comienza. El Fondo espera un crecimiento mundial del 3,4%, cifra que fue revisada (para abajo en 0,2 puntos porcentuales) como consecuencia de un crecimiento más lento por parte de las economías en desarrollo y emergentes que, de todos modos continúan siendo responsables de más del 70% del crecimiento de la producción mundial. Este crecimiento global será responsabilidad de una expansión del 2,1% en las economías desarrolladas y del 4,3% en las emergentes y en desarrollo. China, el gigante que benefició con una demanda inagotable a todos los exportadores de commodities en los últimos años continuará desacelerando su ritmo de expansión y, con un crecimiento del 6,3% experimentará su “peor año” de los últimos 25. Por su parte, Brasil tirará los indicadores de toda América Latina, mostrando una recesión en su producto a pesar de que muchos países lograrán crecer a buenas tasas. Estos hechos generan un panorama internacional que afecta el desempeño de la economía en su conjunto pero que presenta mayores amenazas o riesgos para las economías emergentes o en desarrollo, entre las cuales se encuentra Argentina. La desaceleración de China, la consecuente caída en los precios internacionales de los commodities y el reacomodamiento de la política monetaria de los Estados Unidos son los tres factores que condicionarán la economía de estos países, a los cuales se suma, particularmente para Argentina, un nuevo año recesivo en Brasil, su principal socio comercial. En el siguiente gráfico se muestra la evolución de los últimos 20 años del índice de precios de materias primas, un indicador muy aproximado para analizar la evolución de los precios de exportación de Argentina. Las commodities bajaron un 14% en 2013, otro 14% en 2014 y un 22% en 2015, configurando una caída en sus precios desde el máximo en septiembre de 2012 del 46%. Si bien el índice aún se ubica por encima de muchos otros años, ya se encuentra en niveles similares a los de 2006/2007 (cuando el “boom de las commodities” recién estaba consolidándose) y al mismo nivel que el promedio de los últimos 20 años.
No hay dudas de que estos fenómenos si bien no generan un escenario de “tormenta perfecta” al menos están indicando con seguridad que “el viento de cola” ha dejado de soplar. Y esto pone más dificultades para la recuperación que tiene en mente el equipo económico del nuevo gobierno. Una menor demanda de China, recesión en Brasil y menores precios internacionales de commodities debilitan la entrada de dólares por el lado comercial. Esto se deberá compensar con un tipo de cambio más debilitado que el actual. Una mayor depreciación de la moneda pondría más presiones inflacionarias a la economía y harían menos probable el escenario de descenso gradual de la inflación que delineó el ministro Prat Gay en su última conferencia de prensa.
Además de las presiones inflacionarias como consecuencia de un tipo de cambio más alto con el cuál amortiguar el shock externo, el mundo no luce positivo para recuperar el crecimiento económico. Esto a su vez dificultará más el logro del equilibrio fiscal ya que no hay un plan de ajuste fuerte sino que se espera una caída más como consecuencia del crecimiento del PBI que por recortes de gastos significativos. Para lograr las proyecciones de reducción del déficit que se planteó el Ministerio de Hacienda, se necesita un crecimiento anual del 4,5% desde el año 2017 en adelante. Difícil bajo un contexto de normalización de la política monetaria de Estado Unidos y con los dos socios comerciales más importante en desaceleración y franca caída.