Resumen semanalDurante la semana, se dieron a conocer muchos indicadores importantes para monitorear la evolución de la economía. Entre estos, se destaca el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) publicado por el INDEC. El EMAE se utiliza como un adelanto de la evolución del PBI y marcó para el mes de junio una merma de 4,3% interanual y del 0,3% en la variación mensual desestacionalizada. Asimismo, la entidad presidida por Jorge Todesca informó a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) las cifras del mercado laboral para el segundo trimestre. En tal informe resalta una tasa de desempleo de 9,3% y una tasa de empleo de 41,7% sobre el total de la población, como también una tasa de activad de 46%. Otros indicadores publicados por el instituto de estadísticas fueron: la ocupación hotelera, la cual, durante el mes de junio, creció un 6,8% interanual pese a que la estadía de no residentes se redujo en 8% a igual periodo del año pasado; el Intercambio Comercial Argentino, informó un superávit comercial de US$270 millones para el mes de julio en el que las importaciones y exportaciones disminuyeron 17,3% y 10,9%, respectivamente en comparación a igual mes del año pasado. Otro indicador desalentador fue publicado por el Centro de Investigación de la Universidad Torcuato Di Tella el cual señala una caída en la confianza de los consumidores de 6,2% en agosto respecto a julio. A su vez, la disminución alcanza al -24,7% respecto al octavo mes del año pasado.
Por otra parte, luego del fallo de la Corte Suprema que impide el aumento de las tarifas de gas hasta realizada la audiencia pública, el Gobierno modificó el Presupuesto Nacional con el objeto de destinar $11.500 millones a subsidiar la energía. La modificación beneficia a compañías privadas y consumidores de los servicios de electricidad y gas. Entre las medidas para compensar el ajuste se destaca el recorte de más de $10.650 millones del presupuesto de Enarsa. No obstante, desde la Secretaria de Hacienda informaron que analizando el periodo enero-julio en términos reales, el rojo fiscal se redujo un 1,8% interanual. Esto encamina el objetivo propuesto en el programa fiscal 2016, el cual busca reducir desde 5,2% del PBI a 4,8% del PBI, lo que representa aproximadamente una reducción de 8% en términos reales. Con datos hasta el mes de julio, el déficit primario acumulado hasta el momento es de 252.000 millones de pesos, lo que representa un 1,9% del PBI aproximadamente.
Por el lado de la política monetaria, la entidad liderada por Federico Sturzenegger decidió a través de la licitación de Letras del Banco Central reducir nuevamente en 0,5 puntos porcentuales la tasa de la Lebac de menor plazo (35 días), estableciendo su rendimiento en 28,75% en consecuencia con la desaceleración de la variación de los precios. En sentido contrario, según la encuesta realizada por la Universidad Torcuato Di Tella, en el mes de agosto la mediana de la inflación esperada para los próximos doce meses se mantuvo en 25%, tal como lo viene haciendo desde hace dos meses, pero la media se incrementó y superó el 30%. Esto implicaría que la política monetaria adoptada por el BCRA está siendo efectiva en la desaceleración de la inflación presente, pero estaría teniendo dificultades para reducir la expectativa de inflación por debajo del 25/30% para los próximos 12 meses. Con una meta oficial del 17% para el 2017, los números del relevamiento no son buenas noticias.
Desempleo descubierto: 13%
Como parte del proceso de reconstrucción del sistema de estadísticas públicas, esta semana, el INDEC volvió a dar a conocer datos sobre el mercado laboral. Los resultados más relevantes de la Encuesta Permanente de Hogares para el segundo trimestre del corriente año arrojaron una tasa de desempleo del 9,3%, una tasa de empleo del 41,7% sobre el total de la población, y una tasa de actividad del 46%.
Casi automáticamente luego de la publicación de estos datos se multiplicaron los análisis que comparaban estos números con los últimos publicados por el INDEC de la gestión anterior, correspondientes al tercer trimestre del año pasado, principalmente centrados en el supuesto incremento de la tasa de desempleo que, según estas dos mediciones, habría pasado del 5,9% al 9,3%, lo que implicaría un aumento relativo de la población sin una ocupación del 60% en solo 6 meses. Sin embargo, y más allá de las sospechas generalizadas que recaen sobre toda la información elaborada por el INDEC desde el año 2007, el equipo responsable de la nueva publicación encabezado por Cynthia Pok encontró evidencia empírica sobre la “deformación” que había sufrido el proceso de recolección y procesamiento de datos de la EPH a partir del segundo trimestre de 2013 por lo cual expresó la imposibilidad de comparación entre los datos publicados recientemente y los que venía elaborando el instituto en su período de intervención.
Entre los principales problemas identificados por el nuevo equipo responsable del área se reportaron problemas de cobertura, problemas de proyección de población, notorio incremento de la tasa de no respuesta de la encuesta, diferencias entre la información de los cuestionarios y la grabada en la base de datos, correcciones, tachaduras, incompletitudes y faltantes en los cuestionarios, alta tasa de renovación de encuestadores sin capacitación, etcétera.
Todas estas irregularidades ya constatadas no hacen más que justificar las sospechas lógicas que recaían sobre las estadísticas de empleo del período 2007-2015, como, por ejemplo, la alta volatilidad y caída que experimenta la tasa de actividad (una tasa que suele ser bastante estable en el mediano plazo), la inexplicable estabilidad y hasta reducción del desempleo en períodos de recesión económica, entre otras.
De este modo, cualquier tipo de comparación que se desee hacer solo es posible respecto al último dato confiable elaborado por el INDEC que corresponde al cuarto trimestre del año 2006. En aquel momento, el instituto había informado una tasa de desempleo abierto del 8,7%, una tasa de ocupación del 42,1% y una tasa de actividad del 46,1%. 9,3% respecto a 8,7%, 41,7% respecto a 42,1% y 46% respecto a 46,1%: es decir una tasa de actividad prácticamente igual, una tasa de desempleo algo más alta y una ocupación algo menor.
¿Significa algo esta comparación o no es más que una casualidad que las tasas se muestren tan parecidas con 9 años de diferencia? Existe cierto consenso sobre la tasa de crecimiento de la economía argentina que es necesaria para aumentar los niveles de empleo y reducir el desempleo. La elasticidad empleo-crecimiento indica que para que el mercado laboral pueda absorber más trabajo del que se ofrece, la economía debe crecer a una tasa de entre el 2,5% y 3%. ¿Qué ocurrió entre el año 2007 y el año 2015? La tasa de expansión anual promedio de la economía fue del 1,8%, inferior al 2,5%, lo que implicaría (dadas las características de la economía argentina y una tasa de crecimiento poblacional del 1% anual) un aumento de la tasa de desempleo. En esta misma dirección, los datos del Ministerio de Trabajo son muy claros: a partir del año 2008 la creación de empleo privado formal ha entrado en un estado de casi absoluto estancamiento. Al mismo tiempo, el sector público ha crecido persistentemente convirtiéndose prácticamente en el único motor de empleo. Es decir que, cuando las condiciones económicas ya no fueron favorables para la creación legítima de puestos de trabajo, el sector público pasó a ocupar un lugar preponderante como empleador y, de este modo, evitó el mayor incremento de la tasa de desempleo esperable con un crecimiento promedio anual del 1,8% a partir de 2007 (que se convierte en 0,2% a partir de 2011). Esta es la explicación para que, con una economía poco dinámica, la tasa de desempleo haya quedado relativamente estabilizada pasando del 8,7% en 2006 a 9,3% en 2016.
Pero entonces es casi inevitable preguntarse, ¿cuál sería la verdadera tasa de desempleo si el 9,3% actual es resultado de un sector público que se dedicó a crear una demanda artificial en el mercado laboral? En recientes declaraciones, el propio Presidente de la Nación se refirió a un exceso de 750.000 empleados públicos que habrían sido incorporados con el objetivo de “disimular” la incapacidad del sector privado de crear empleo. Otras estimaciones llevan este número más allá y plantean un exceso de 1 millón de estatales. Tomando estas cifras, se podría hacer una aproximación y decir que existe un “desempleo descubierto” de entre 13% y 14,3%, unos 4/5 puntos porcentuales por encima de la cifra observada en la actualidad y similar a los niveles del año 2004. Estos números no sólo indican cuál podría ser aproximadamente la tasa de desocupados reales en la economía debido a las condiciones económicas del último tiempo sino que también son una señal de alerta sobre las implicancias de un ajuste fiscal rápido direccionado a reducir el empleo público considerado excesivo.
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