En el segundo semestre de 2016 los precios de muchas materias primas energéticas, minerales y agrícolas retomaron la senda de crecimiento. Pero la expectativa para 2017 es que se estabilicen en una meseta. La buena noticia es que en la visión de los analistas, los precios no tenderían a derrumbarse nuevamente ya que China sostendría la demanda
Hablar en el campo de que algo tiene «vuelo de perdiz» significa que va a durar poco tiempo, como precisamente es el vuelo de esta ave tan común en la Pampa argentina. Seguramente, la metáfora rural no es conocida en Wall Street, pero sirve para graficar lo que fue la escalada (breve) de precios que evidenció la mayoría de los commodities (energéticos, mineros y agrícolas) durante el segundo semestre de 2016.
Si recientemente la soja alcanzó un valor de u$s 395 la tonelada (un máximo de 6 meses), el Gobierno argentino y los productores deberían moderar sus expectativas, porque los analistas consideran que el cultivo estrella nacional, así como gran parte de los productos básicos, va a moderar su alza para estancarse en una meseta que debería durar por lo menos durante el presente año. Y esto a pesar de que los precios venían subiendo por la preocupación del mercado ante la posible menor cosecha esperada en la Argentina, debida a las graves inundaciones que afectan a parte del área sembrada.
Por eso, si alguno pensó en recuperar el «viento de cola» financiero para este año (situación que benefició a nuestro país a principios del siglo XXI), la buena noticia es que en la visión de los analistas, los precios no tenderían a derrumbarse nuevamente.
Y justamente, poder minimizar la incertidumbre es un activo muy valorado en los mercados financieros.
Si la noticia que más impactaba en los mercados a fines de noviembre pasado era el acuerdo que habían alcanzado los países exportadores de petróleo para recortar su producción (por primera vez desde 2008), hoy el panorama es bastante distinto. En ese momento, el valor del barril de crudo se disparó un 14% en tan solo tres días. Muchos contemplaban la posibilidad de que el precio recuperara parte del terreno perdido (en junio de 2015, el barril de WTI se ubicaba en los u$105, para luego caer hasta los u$s 29 en enero de 2016), pero las expectativas tuvieron que moderarse con las semanas.
En primer lugar, porque a la OPEP, el club de países exportadores de crudo, le cuesta mucho cumplir con sus acuerdos («Tendemos a engañar», fue la lapidaria confesión del ex ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Ali al-Naimi). Y en segundo término, porque la palabra de moda en los mercados de commodities es «sobreoferta».
El exceso de la oferta mundial y el hecho de que los stocks estén en sus niveles máximos para muchos de los productos básicos hacen que sea difícil anticipar un ciclo alcista de precios que se pueda sostener en el tiempo.
«El incremento en el precio del petróleo va a mantenerse relativamente modesto: estimamos un barril a u$s 56 en tres meses [hoy se ubica en torno a los u$s 53, N.del R.], que se va a mantener estable entre los u$s 50 y u$s 60 en los próximos tres años», según Damien Courvalin, analista de Goldman Sachs.
Para el especialista, recién en el segundo semestre se va a empezar a revertir esta tendencia de sobreoferta en el mercado del crudo, «porque se redujo la producción en varios países con costos elevados (China, México, Venezuela y Colombia), mientras que la demanda crece por el efecto de una aceleración en la actividad».
En el terreno energético, el amesetamiento de la producción de crudo tiene como efecto directo el aumento en la producción de hierro, carbón y níquel, según los expertos. Para la Argentina, esta sería una buena noticia, en momentos en que la mina de hierro de Sierra Grande (Río Negro), anunció la suspensión de la mayoría de sus empleados por el exceso de oferta mundial y por los costos domésticos, muy superiores al valor actual del commodity.
En el caso del carbón, su precio pegó un salto del 15% durante el año pasado, por más que en muchos países se desaliente su producción por el impacto medioambiental que genera. La suba de su valor también se explica porque China batió en 2016 sus propios récords históricos en la importación de varios productos básicos, tales como petróleo, hierro, cobre y soja.
En cuanto al carbón, el volumen importado por la economía china creció un 25% con respecto a 2015, debido al cierre de varias minas locales para frenar la sobreproducción. Este incremento es aún mayor en el mercado del cobre (+30%), que al igual que sucede con otras materias primas, se explicaría porque China está aprovechando los precios bajos para recomponer sus stocks.
Si bien la economía china se desaceleró en los últimos años, la realidad indica que durante el año pasado, fue el sostén de la demanda mundial de los principales commodities mundiales (Bloomberg calculó que en 2016 el país importó ¡32 toneladas de hierro por segundo!). Y que este rol no va a modificarse durante 2017, porque el presidente Xi Jinping enfrenta en el próximo mes de octubre la renovación de su mandato de cinco años.
Para la Argentina, además de que la demanda de soja se va a sostener, surgen interesantes oportunidades en el mercado de productos lácteos, según los analistas (tal vez eso explique por qué Arcor, un peso pesado en la exportación de alimentos a nivel mundial, decidió ampliar su participación en La Serenísima). Pero también en carnes: las importaciones chinas de carne porcina se duplicaron en 2016 y, según la consultora estadounidense Brock, la demanda de carne vacuna se dispararía.
Sin embargo, dentro de este panorama, surge para los commodities un principal foco de incertidumbre, como es el caso en todos los demás mercados financieros: Donald Trump. Lo que haga (o no) el nuevo presidente de EE.UU. puede impactar fuertemente en los precios de los productos básicos. Pero nadie se anima a predecir con exactitud de qué manera.