Luego de la polémica por los despidos durante el 2016, en los últimos días se conocieron datos renovados sobre la cantidad de asalariados registrados en el sector privado. Además, se difundieron datos sobre la marcha de la economía en un 2017 que recién arranca.
Luego de la polémica por los despidos durante el 2016, en los últimos días se conocieron datos renovados sobre la cantidad de asalariados registrados en el sector privado. Además, se difundieron datos sobre la marcha de la economía en un 2017 que recién arranca. A continuación un análisis por los datos claves de la semana:
0,2%
Es lo que creció el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) en el período enero – noviembre entre los años 2012 y 2016. El dato es para nada trivial. Está diciendo que en los últimos 4 años la actividad económica en el país estuvo estancada. El estancamiento también va a aparecer en el Producto Bruto Interno (PBI), ya que el EMAE es un adelanto de este indicador.
Se discute si el 2016 fue mejor o peor que el 2015 en términos de actividad. Naturalmente, porque es el primer año de una nueva gestión. Pero esto es concentrar la mirada en el “árbol”. Desde el 2012, que es cuando concluye el boom de los precios internacionales, la economía crece un poco un año, decrece otro poco otro año. Con lo cual, si se mira el “bosque”, aparece que la economía hace 4 años que no crece.
2,0%
Es lo que creció, también en el período enero – noviembre entre los años 2012 y 2016, los empleados asalariados registrados en el sector privado según datos del Ministerio de Trabajo. Esto es lo que se conoce como los empleados “en blanco” en empresas privadas. O sea, al igual que la actividad económica, en los últimos 4 años la cantidad de empleados “en blanco” en empresas privadas estuvo estancada.
Ciertamente que es muy difícil que los empleados “en blanco” en empresas privadas crezcan, si la economía no crece. Pero no hay que perder de vista que las instituciones laborales están muy distorsionadas y agreden a quién da empleo “en blanco”.
Comenzando por los costos laborales no salariales, tener un trabajador “en blanco” implica pagar de cargas sociales (aportes y contribuciones a la seguridad social más aportes sindicales coercitivos) un 50% por encima del salario de bolsillo del trabajador.
Siguiendo con los costos indirectos, está la burocracia administrativa para mantener un trabajador registrado, el muy alto costo del despido en caso de desvinculación laboral y la proliferación de juicios espurios contra las ART que luego se traslada en altos costos del seguro por riesgos del trabajo para las empresas.
17,3%
Es el nuevo dato que ofrece el Ministerio de Trabajo y corresponde al crecimiento en el período enero – noviembre entre los años 2012 y el 2016 de los otros tipos de empleo registrados en la seguridad social. O sea, el empleo público, el servicio doméstico con aportes, los monotributistas sociales del Ministerio de Desarrollo Social y los autónomos y monotributistas que hacen aportes.
Ante el estancamiento en los últimos 4 años, lo que proliferó –dentro de lo que todavía puede considerarse como la formalidad– son el empleo público y monotributo social, el servicio doméstico y los monotributistas.
Si a lo anterior se le suma lo que va por fuera de la formalidad, aparece que la informalidad no creció mucho (pero se mantuvo alta), el desempleo creció pero fundamentalmente creció la inactividad laboral de gente en edad de trabajar (amas de casa, estudiantes que no trabajan y gente que no trabaja ni estudia).
Esto muestra que la Argentina tiene un enorme problema de baja productividad. La economía no crece, pero crecen los empleos vinculados al Estado, al servicio doméstico y al cuentapropismo, se mantiene alta la informalidad y mucha gente en edad de trabajar está sin emplearse. No es posible elevar los niveles de vida de la población si no se supera esta baja productividad. Hay cada vez hay más gente que aspira a consumir de una torta que no crece.
El camino es multiplicar las empresas productivas y las inversiones, mejorar la calidad y la pertinencia con el mundo del trabajo de la educación y modernizar las instituciones del mundo del trabajo para bajar sensiblemente los costos laborales no salariales y simplificar la contratación asalariada “en blanco”.