La caída de 2016 fue explicada fundamentalmente por el retroceso del consumo y la inversión, dos variables de cuyo repunte dependerá la suerte de la economía de 2017
Los indicadores de actividad económica de la Argentina siguen dando señales ambiguas. Mientras que en la comparación interanual el PBI cayó 2,3% en 2016, los informes oficiales mostraron dos trimestres consecutivos de recuperación en la segunda mitad de 2016.
La caída de 2016 fue explicada fundamentalmente por el retroceso del consumo y la inversión, dos variables de cuyo repunte dependerá la suerte de la economía de 2017. Los analistas económicos advirtieron además que una esperada expansión de la producción de bienes y servicios estará condicionada por una aún elevada inflación, apreciación cambiaria del peso respecto del dólar, y el recurso del endeudamiento externo para financiar el «gradualismo» con el que el gobierno de Mauricio Macri decidió encarar la reducción del déficit fiscal.
El retroceso de 12,8% en la actividad de la construcción explicó en buena medida la caída de 5,5% en la Inversión Interna Bruta Fija. En relación al PBI, la inversión a precios constantes disminuyó del 19,6% del Producto en 2015 a 19% en 2016, la tasa más baja desde la recesión de 2009.
Lorenzo Sigaut Gravina, economista Jefe de Ecolatina, consideró que «la actividad arroja señales de lenta recuperación» y que «técnicamente» la economía local salió de la recesión a fines del año pasado», luego de un mínimo crecimiento de 0,1% durante el tercer trimestre respecto del segundo, y un alza de 0,5% en el cuarto trimestre respecto del tercero. «A nuestro entender la interpretación más correcta es decir que la actividad se estabilizó en el tercer trimestre de 2016 y comenzó a dar señales de recuperación en el cuarto trimestre», agregó.
«La actividad dejó de caer en el tercer trimestre del año pasado», de acuerdo con la consultora Econométrica, que agregó que «los primeros indicadores de 2017 advierten que la tendencia al alza en el nivel de actividad se sostiene».
«El Estimador Mensual de Actividad Económica ya no marca caída, lo que sugiere una posible reactivación, aunque hay que tener en cuenta que las comparaciones son contra un piso bajo, como fue el de 2016», apuntó un reporte del Consejo Profesional de Ciencias Económicas.
El consenso de los analistas habla de una recuperación cercana al 3% para todo el año, que en los hechos significaría regresar a los niveles de actividad de finales de 2015, después de un 2016 negativo, con reacciones heterogéneas según los rubros de actividad.
SECTORES GANADORES Y PERDEDORES
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) puso la lupa sobre las ramas ganadoras y perdedoras de la economía desde el cambio de gobierno en diciembre de 2015. Para ello se valió de los precios implícitos del INDEC, que reflejaron en el conjunto de las ramas un crecimiento del 38,29% del Valor Agregado Bruto «impulsado es soledad por la variación de precios, que con un 41,62%, más que compensó la retracción de las cantidades de 2,37%».
CEPA detectó que «Agricultura, ganadería, caza y silvicultura» exhibió un crecimiento importante en cuanto a su representación en el Valor Agregado Bruto, de 5,76% en 2015 a 7,24% en 2016. «Esto representa un cambio estructural ya que la rama pasó a ser el sector ganador del modelo económico en 2016. Este cambio de escenario responde a las medidas económicas tomadas por el gobierno en los primeros meses de gestión, la devaluación, la baja de las retenciones a la soja y la eliminación total de los derechos de exportación», puntualizó.
Por el contrario, la Industria Manufacturera fue de las más perjudicadas al caer del 17,25% del total del Valor Agregado Bruto a sólo 16,43% del total para 2016. «Este desempeño es el resultado de una caída de la producción física fue de 5,69%, y un aumento en precios de 39,67%», agregó CEPA.
Retracción similar afectó a la Construcción, que según el centro de estudios «se ha visto también profundamente afectada por las medidas económicas adoptadas a la actual gestión, en especial la paralización de la obra pública. Su participación en el Valor Agregado Bruto cedió del 5,55% en 2015 a 4,66% en 2016.
El bajón para la industria y la construcción se reflejaron en la debilidad del empleo, que apenas esbozó un progreso en el cuarto trimestre del año pasado. «El nuevo esquema de ganadores y perdedores propone una nueva situación estructural en la cual los sectores que más trabajo aportaron durante los últimos años empiezan a reducir su participación, y los tradicionales sectores ligados a las ventajas comparativas del sector primario comienzan a ser protagonistas», evaluó CEPA.
En ese sentido, la actividad fabril siguió muy castigada en el arranque de 2017, aunque cabe aclarar que el verano suele ser un período de paradas técnicas y vacaciones que vuelven muy volátiles las mediciones. La fundación FIEL señaló que en el primer bimestre del año la producción fabril se contrajo 3% respecto del cierre de 2016, mientras que para Ferreres & Asociados la baja fue de 6 por ciento.
POBRE «EFECTO ARRASTRE»
Un sondeo de Reuters entre cinco analistas locales y dos extranjeros determinó en promedio una proyección de crecimiento marginal de 0,1% en enero, respecto del mismo mes del año pasado. El INDEC informará el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) del primer mes del año el martes 28.
De concretarse esta evolución positiva, sería la primera mejora interanual en el estimador de actividad desde marzo de 2016, aunque en un porcentaje bajo que no arroja luz sobre la consistencia de la reactivación.
Sigaut Gravina recordó que el «arrastre estadístico», es decir el impulso que dejó 2016 para la actividad de 2017 «es ínfimamente negativo», de -0,1%, según el INDEC. «Esto significa que para crecer al 3,5% en 2017, la meta oficial del Presupuesto, la economía tendrá que trepar en términos desestacionalizados casi 1,5% por trimestre», con una brecha de casi 6% entre puntas, lo que consideró «un crecimiento que luce muy ambicioso».
El experto de Ecolatina advirtió el arrastre estadístico también negativo para el consumo, superior al 1%, y dijo que «preocupa lo observado con el principal driver del crecimiento planteado por el actual gobierno: en términos desestacionalizados la inversión interna bruta fija cayó a fines del año pasado por quinto trimestre consecutivo, dejando un arrastre estadístico negativo de 2,3% para 2017».
Los analistas de Puente SA subrayaron que «el crecimiento es variable fundamental tanto para la reducción del déficit fiscal como para el resultado de las elecciones legislativas». Pero este crecimiento encuentra límites, pues la expansión del consumo prevista será en parte neutralizada por las políticas antiinflacionarias. «En caso que las negociaciones paritarias cierren por encima de lo planteado por el Gobierno, se esperaría que se mantenga el sesgo contractivo del BCRA, dada una mayor expectativa de inflación», añadieron desde Puente.
Un informe de FyE Consult describió que «este aumento de precios junto a una política monetaria de desinflación, que luce ambiciosa para una política fiscal de reducción gradual del déficit primario con financiamiento externo, profundizó el proceso de apreciación real cambiaria del peso», lo que vulgarmente se llama atraso cambiario o dólar atrasado.
«Con el aumento de la tasa de inflación observado en febrero al 2,5% y con precios core al 1,8% mensual, los precios crecieron en lo que va del año a un ritmo anualizado de 25,4% y 20,5%, respectivamente. Este ritmo de crecimiento se encuentra por encima de la meta para 2017 impuesta por el Banco Central, de 17% y 14,4%, respectivamente», analizó la consultora dirigida por Hernán Hirsch.