El aumento de las importaciones de combustible reduce el impacto positivo en la balanza de la mayor cosecha agrícola.
El comercio exterior le plantea un dilema al Gobierno este año: optar entre priorizar el flujo de dólares o apuntalar el alicaído crecimiento de la economía. Los datos del primer cuatrimestre conducen a esta encrucijada: el saldo comercial –la única fuente de divisas norteamericanas con la que hoy cuenta el país– se achicó 43% respecto del mismo período de 2012. Detrás de este agujero aparecen los problemas energéticos, que deprimen las exportaciones e impulsan las compras externas. A mayor actividad económica, más importaciones son necesarias para mantener la rueda en movimiento. Pero a la vez, más dólares se escapan, en un año que sigue estando marcado por la pérdida de reservas –disminuyeron 17% en los últimos doce meses–. Si la tendencia de la caída del superávit se mantiene, será difícil que el Gobierno repita los US$12.600 millones obtenidos el año pasado. Incluso el objetivo oficial de alcanzar los US$10.000 empieza a parecer utópico.
El saldo comercial de los primeros cuatro meses llegó a US$2.462 millones. En ese período, las exportaciones subieron apenas 2%, mientras que las importaciones crecieron 11%. Los dos resultados están condicionados por el déficit energético, que suma US$1.650 millones en lo que va del año y podría superar los US$8.000 millones, según pronostican algunos economistas. En el cuatrimestre, las exportaciones de petróleo crudo cayeron 68%, mientras que las compras de insumos energéticos crecieron 43%, con un alza del 301% en las de naftas.
Desde la consultora Econométrica pronostican que este año el superávit comercial será de US$8.900 millones, 30% menos que el año pasado. Esto se debe al incremento del déficit energético, que pasaría de US$2.700 millones en 2012 a US$8.600 millones que calculan para este año.
“La evolución de los requerimientos energéticos será clave para definir el resultado final del año”, indican desde ACM. “Seguimos previendo que el superávit será relativamente elevado, en un contexto en el que las restricciones a las compras externas se seguirán profundizando”. El pronóstico de la consultora es que el saldo llegará a los US$11.200 millones. El economista Maximiliano Castillo Carrillo considera que “es difícil pensar que el Gobierno siga permitiendo un deterioro de las reservas del Banco Central. Entonces, la variable de ajuste para frenar la salida de dólares va a estar en el resto de las importaciones que no sean combustibles. Si la restricción externa se hace un poco más fuerte, va a tener un efecto obviamente sobre el resto de la actividad, que para nosotros está virtualmente estancada. Nuestra proyección es un alza del 1,5%”.
Desde abeceb.com aun mantienen una estimación alta de superávit. “Nuestra proyección es de US$12.000 millones. Sé que es un poco incompatible con la fuerte caída del primer cuatrimestre, pero la mantenemos porque en un contexto de caída de reservas es muy necesario mantener un superávit por arriba de los US$10.000 millones” señala Mauricio Claverí. El analista indica que el control sobre las importaciones había aflojado un poco entre noviembre y febrero. A partir de ese momento se reforzaron los controles y el Gobierno volvió a poner el acento sobre el esquema “1 a 1”: por cada dólar que se importa hay que exportar otro. “Ahora se están haciendo todos los esfuerzos para pisar las importaciones. Si estas restricciones se profundizan, el crecimiento económico sera menor”, señala.
Los economistas le ponen pocas fichas al impacto de la cosecha. “Hasta agosto, la estacionalidad de las exportaciones es muy fuerte, pero hay un factor de incertidumbre que es cuánto van a retener los exportadores”, dice Claverí. “El déficit energético va a ser de US$5.000 millones, lo que pone mucha presión sobre las importaciones industriales. Creemos que habrá una cierta normalización en lo que tiene que ver con las exportaciones, aunque indudablemente hay una caída de la producción”.
Para Ramiro Castiñeiras será difícil que el superávit se recupere, por más que aumenten las trabas a las importaciones. “Por la apreciación cambiaria te conviene más importar que producir, es un revival de los 90”. Y anticipa que en el segundo trimestre se van a ver guarismos de crecimiento superiores al 2% por el rebote de la buena cosecha.
Según Claverí, es un tema de prioridades. “Hoy lo central para el Gobierno es el mercado cambiario y la escasez de dólares. Si es necesario, se pagará el precio de tener menores inversiones y menor nivel de actividad, porque de otro modo se complica mucho el frente externo”.
Para el economista Marcelo Eizondo, en esta pulseada entre el dólar y la actividad, el Gobierno terminará priorizando el segundo ítem. “Este es un año electoral. Y esto hace que los límites a las importaciones se atenúen porque afectaron duramente el nivel de actividad y porque con los productos importados se busca atenuar el impacto de la inflación”.
Para que el año pasado el saldo a favor fuera mayor a US$12.000 millones fue necesario que las importaciones cayeran 7%. “El superávit va a estar por debajo de los US$10.000 millones”, anticipa Elizondo. Pero detalla que es muy difícil hacer un pronóstico. “El saldo argentino no es calculable en función de los movimientos de los mercados ni de la evolución de los precios internacionales. Depende de las decisiones de política interna. Por lo tanto cualquier pronóstico es incierto”.