El equipo económico de Milei se reunió con el FMI. Dijo que tuvo aceptación del organismo y un guiño de la presidenta, Kristalina Giogieva. Tras ese paso, ¿pueden llegar dólares al país?
El equipo del Javier Milei, encabezado por Nicolás Posse, designado jefe de Gabinete, y Luis «Toto» Caputo, flamante futuro ministro de Economía, se reunió en los últimos días con Gita Gopinath, Rodrigo Valdés y Luis Cubeddu, funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI), que responden a la titular del organismo Kristalina Georgieva, para revisar la compleja situación del programa argentino.
La reunión fue decisiva para la designación de Caputo al frente del Palacio de Hacienda. A tal punto que Gopinath, subdirectora del FMI, calificó el encuentro como «positivo». «Discutimos los complejos desafíos que enfrenta Argentina y los planes para fortalecer urgentemente la estabilidad. Nuestros equipos seguirán estrechamente comprometidos en el próximo período», señaló la funcionaria del organismo.
En la previa al encuentro, Georgieva, aseguró en diálogo con agencia Reuters que está “muy interesada” en apoyar a la Argentina y que el país podría ser candidato para recibir financiamiento por parte del organismo multilateral de crédito una vez más.
¿Argentina puede seguir tomando deuda externa?
Luis Caputo, ministro de Economía designado por Javier Milei, explora por estas horas todas las posibilidades para conseguir dólares. Por un lado, se habla de algún tipo de alivio financiero del Fondo.
Por el otro, de un préstamo garantizado por un consorcio de bancos del exterior por unos u$s3.000 millones para que el nuevo gobierno pueda financiarse durante el primer trimestre hasta la llegada de la cosecha gruesa.
La tercera gestión, que adelantó Ámbito la última semana, se trata de las conversaciones con sectores exportadores de granos, para que anticipen una parte de la futura liquidación y aceleren los pendientes: que rondaría los u$s5.000 millones.
La posibilidad de que el FMI le otorgue otro crédito a la Argentina parecía alejada por la crisis macroeconómica y la poca capacidad de pago que se observa actualmente en las cuentas públicas. Sin embargo, en estos últimos años, quedó claro que la chance de recibir un nuevo préstamo del organismo multilateral de crédito obedece más a cuestiones políticas que meramente económicas.
Así lo definió el economista Federico Zirulnik, jefe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), quien recalcó, además, que la posibilidad de generar mayor deuda externa «podría ser un condicionante» para la Argentina.
El motivo para el cuál el presidente electo busca financiarse en el exterior es para «eliminar las restricciones cambiarias», lo cual podría llevar a que nuevamente se «fuguen» las divisas al exterior, en caso de no generar confianza del mercado.
¿Qué le puede ofrecer el FMI a Milei?
El ofrecimiento del FMI tiene que ver con un financiamiento a través del Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad (RST, según sus siglas en inglés), que el organismo creó en 2022 para afrontar desafíos de largo plazo como la lucha contra el climático (un tópico sobre el que Milei se mostró escéptico). La cantidad equivale al 150% de la cuota del FMI de un país o a u$s1.000 millones, lo que sea menor.
Este crédito tiene un vencimiento a 20 años y un período de gracia de 10 años y medio, durante el cual no se reembolsa el capital, de acuerdo con Reuters. La línea de financiamiento incluye una serie de condiciones, entre ellas, tener un programa del FMI al que deberían quedarle al menos 18 meses, deuda sostenible y capacidad adecuada de pago.
El RST lo financiaron unos 18 países ricos para otorgar créditos a 140 naciones, entre las que se encuentra la Argentina.
Para el economista Federico Glustein, esto es «un pequeño placebo para las necesidades que tiene el país». En ese orden, recordó que Argentina deberá renegociar con el FMI los nuevos términos del acuerdo, así como las condiciones, los pagos y, «probablemente, el organismo pueda ofrecer nuevamente divisas frescas a través de Derechos Especiales de Giro (DEGs) para garantizar el pago anterior».
Para Zirulnik, este monto «es sustancialmente menor al que se necesita para eliminar las restricciones cambiarias».
Otra de las posibilidades de endeudamiento con el FMI tiene que ver con el remanente que quedó del crédito que se otorgó a Argentina en 2018. Cabe destacar que, el FMI otorgó de u$s50.000 millones a favor de Argentina, que luego se amplió a unos u$s57.000 millones, de los cuales Mauricio Macri solo utilizó u$s45.000 millones por pedido de Alberto Fernández, que en 2019 estaba próximo a asumir. De esta manera, aún restan u$s12.000 millones de deuda, que en 2020 el organismo advirtió que aún se podían tomar.
¿Por qué es necesario financiamiento para llevar a cabo un nuevo plan de estabilización?
El primer motivo por el que se necesita un financiamiento tiene que ver con lo que en campaña Javier Milei denominó «la bomba de Leliqs» y que actualmente viró y pasó a ser una «bola» de Pases Pasivos. Esto implica que los bancos, que antes utilizaban instrumentos a 28 días, ahora se pasaron a instrumentos a un día (que son los Pases Pasivos), que les otorga menor rendimiento, pero que les da una mayor flexibilidad.
Según estimó el analista del mercado Salvador Vitelli, el BCRA actualmente suma un stock de $15,3 billones de Pases Pasivos, mientras que el stock de las Leliqs cedieron a $7,5 billones: suman en conjunto $22,8 billones.
El segundo motivo es que para llevar a cabo una estabilización es necesario tener un control del tipo de cambio, para el cual, actualmente el BCRA no dispone de reservas.
Ahora bien, para impulsar ese plan, Zirulnik planteó dos aristas:
- Conseguir dólares a partir de incremento exportador y rolleando los próximos vencimientos de deuda en moneda extranjera.
- Tomar más deuda externa, comprometiendo aún más el futuro del país.
La primera alternativa está lejos del planteamiento del nuevo gobierno, por lo cual, Milei apunta a la segunda posibilidad.
«Para estabilizar la macroeconomía se necesitan unos u$s30.000 millones», estimó Glustein. Parte de este monto, se podría obtener a través del FMI, pero no por completo. Por ello, Milei había afirmado en campaña que contaba con fondos privados dispuestos a «invertir» en Argentina, que tienen que ver con el préstamo garantizado por un consorcio de bancos del exterior por unos u$s3.000 millones, que busca Caputo para que el nuevo gobierno pueda financiarse hasta la llegada de la cosecha gruesa.
Sin embargo, sobre la posibilidad de conseguir financiamiento de privados, los economistas aún se muestran dubitativos: para Glustein «no es seguro», por más que existe la posibilidad de que haya fondos extranjeros que «puedan ingresar divisas»; mientras que para Zirulnik es «difícil» que el Gobierno de Milei logre colocar deuda, teniendo los elevados niveles actuales del riesgo país argentino (cerca de 2.000 puntos).
Privatizaciones: ¿si o no?
Otra forma de financiarse podría ser a través de las privatizaciones, posibilidad que Milei volvió a deslizar el día después de resultar electo presidente. En declaraciones periodísticas confirmó que sigue en pie la intención de privatizar empresas del Estado, entre ellas YPF y Enarsa, y los medios públicos: Radio Nacional, la Televisión Pública y la agencia de noticias Télam.
«Tanto Enarsa como YPF tienen que tener un rol en la transición, mientras se racionalizan y se las pone en valor, se puedan vender de una manera muy beneficiosa para los argentinos», aseguró el mandatario electo.
Aunque para llevar a cabo las privatizaciones, primero debe sancionarse una ley, por lo que deben pasar por el órgano y el procedimiento habilitados a tales efectos, que son la Cámara de Diputados y el Senado.
En caso de que se pueda hacer, hasta el momento, no se puede estimar cuál sería el beneficio para el Estado, ya que se debería evaluar: «los activos y pasivos de cada una de las 33 empresas, contando los despidos y recontrataciones de personal, la compra de las deudas y demás», señaló Glustein.
Sin embargo, de movida, el Estado se ahorraría unos u$s7.000 millones anuales, que es el déficit aproximado de las empresas públicas, estimó el economista.