En el equipo económico creen que no hay “condiciones objetivas” para un salto del dólar. Reservas, intervención en el “contado con liqui” y continuidad de los controles, parte de la estrategia oficial en medio de las presiones en el mercado
Mientras el dólar libre orilla los $200, su valor nominal récord, el Gobierno sostiene su plan de política cambiaria a cinco puntas para sostener el equilibrio en el mercado financiero y evitar un salto en las cotizaciones paralelas del tipo de cambio en lo que resta del año. En la búsqueda de una señal, el ministro de Economía Martín Guzmán reiteró este fin de semana que “no habrá una devaluación”, en los próximos meses.
La semana arrancó con un dólar libre en caída hasta los 193,50 pesos (para cerrar en $194), luego de haber alcanzado los 195 pesos la semana pasada, el mismo valor nominal que había tenido hace un año durante la última gran escalada de precio de la divisa paralela. En simultáneo, el dólar contado con liquidación, la cotización implícita de los bonos globales, superó los $200 pasadas las 15.
En el equipo económico repiten que no ven “condiciones objetivas” para que las presiones cambiarias sean inmanejables con el acotado arsenal de recursos con los que cuenta el Poder Ejecutivo. El principal dique de contención, admiten, es el cepo cambiario, al que identifican solo como una medida “defensiva” en un contexto de tensión. Además, apuntan en distintos despachos oficiales, el apetito dolarizador aparece como una variable “esperable” en un contexto de incertidumbre política por las elecciones legislativas.
“Las devaluaciones no se deciden, sino que suceden”, reitera en reuniones privadas un alto funcionario del equipo económico. Este domingo Guzmán salió a descartarlo en un panel en el CCK: “Hoy Argentina tiene superávit comercial y muchos dicen que se viene una devaluación Y decimos que no va a haber devaluación. El BCRA está comprando dólares, tenemos superávit comercial y las exportaciones vienen creciendo. Hay más resiliencia”, indicó.
Como espejo, desde el Ministerio de Economía recuerdan cuando los tipos de cambio paralelos se habían acercado también a los 200 pesos hace cerca de un año, en medio de una corrida hacia el dólar blue y contado con liquidación tras un reajuste del cepo cambiario. En ese momento la brecha cambiaria había escalado hasta el 150%, mientras que actualmente la distancia entre el dólar mayorista y el “contado con liqui” supera el 81 por ciento. “No estamos en la misma situación”, remarcan.
El plan a cinco puntas del Gobierno para evitar una devaluación
Negociación con fondos externos
Algunos de los protagonistas centrales de las presiones cambiarias, según identifican en el Palacio de Hacienda, son los fondos de inversión del exterior que entraron al mercado domésticos durante los años de carry trade durante el Gobierno de Mauricio Macri y que quedaron “encerrados” con la aplicación de controles de cambio y de giro de divisas al exterior desde 2019 que se fueron cerrando paulatinamente.
En el Ministerio de Economía estiman que hay inversiones en moneda local por el equivalente a USD 7.500 millones en manos de inversores externos que buscan salir de la plaza local a través del tipo de cambio paralelo. Por esa razón, el Gobierno encaró en los Estados Unidos un diálogo directo con algunos de esos fondos de inversión para “coordinar” una estrategia común que ordene ese escape.
“Salen todo el tiempo, todos los días, y queda mucho todavía. Con los más grandes hay diálogo porque están todo el tiempo en las licitaciones en pesos”, remarcan desde el Poder Ejecutivo. BlackRock, Morgan Stanley Asset Management, Invesco PowerShares, Schroder, GoldenTree, M2M, Gramercy, Redwood, AdCap Securities, PointState Argentum y JP Morgan Asset Management fueron algunos de los fondos que estuvieron presentes en la reunión de la semana pasada en Nueva York.
Dólar administrado por el BCRA
La velocidad en la que se actualizará el tipo de cambio mayorista, cuyo pulso maneja el Banco Central, seguirá siendo el que mantuvo en lo que va del año, es decir, por debajo del ritmo inflacionario. Transcurridos casi diez meses completos, el dólar administrado por la autoridad monetaria tuvo una suba de apenas 17,5%, frente a una inflación que fue de 37% hasta septiembre.
Fuentes oficiales también descartan que luego de las elecciones haya algún cambio en el ritmo de depreciación del tipo de cambio mayorista. Para cumplir con la meta del Presupuesto, el mayorista debería encarar un último tramo de aumento cercano a los ocho puntos porcentuales, ya que la ley de leyes esperaba un ajuste de 25% a lo largo de todo 2021.
La tesis de un dólar mayorista sin mayores aumentos hasta fin de año es discutida en el mercado e incluso entre economistas que orbitan al oficialismo, que creen que la presión que le puso a la nominalidad del dólar la aceleración de la inflación durante 2021 haría acumular un atraso cambiario al dólar que pondría sobre la mesa una brecha cambiaria mayor y que eso, a su vez, alimente expectativas de devaluación.
La meta de aumentar un 25% el dólar mayorista, de todas formas, había sido un objetivo planteado que era compatible con una proyección de inflación del 29%, pero que quedó completamente vetusta con la suba de precios que tuvo lugar e incluso con el recálculo que blanqueó el Ministerio de Economía en el Presupuesto 2022, de 45,1 por ciento.
El frente externo
El Gobierno apuesta a que un aumento en el ingreso de dólares por exportaciones sirva como “colchón” de reservas, incluso cuando ya pasó la primera parte del año en que sucedió la mayor parte del ingreso de divisas del complejo agroexportador.
Para eso, toman como referencia los últimos números oficiales de comercio exterior que dio a conocer el Indec en los últimos días. “Septiembre de 2021 fue el mejor septiembre en una década en exportaciones, y el segundo mejor de la historia. Los precios de exportación ayudaron, pero también las cantidades exportadas, que fueron las más altas en una década”, celebró la semana pasada el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas.
Una alta fuente oficial del equipo económico mencionaba que la cuestión del intercambio comercial forma parte del “marco conceptual” por el cual el Gobierno lleva adelante las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. El tono de las conversaciones pasa, asegura, por identificar a “la restricción externa” como el problema central que sufre la economía argentina y que el nuevo programa financiero con el FMI debería apuntar a resolver.
Manos amigas en el “contado con liqui”
Otra parte, más silenciosa, de la estrategia oficial tiene que ver con la intervención en el mercado doméstico para aplacar presiones en las cotizaciones como el contado con liquidación y en el MEP. Para el caso del dólar blue, aseguran desde distintas áreas del Estado, el Gobierno no tiene manera de influir en el valor.
Para explicarlo de manera sencilla, con las intervenciones oficiales el Ejecutivo busca abastecer de oferta al mercado mediante venta de bonos contra pesos para evitar que la demanda dispare los precios. Las cifras con las que el Banco Central actúa en el mercado cambiario paralelo están fuera de las estadísticas oficiales pero se estima que diariamente puede llegar, en un día de mucha intervención, a los 10 millones de dólares, estimaron fuentes oficiales consultadas por Infobae.
Controles “defensivo”
Los controles cambiarios llegaron para quedarse y en algunos despachos oficiales centrales admiten que incluso una vez que hubiera un acuerdo con el Fondo Monetario, el cepo continuará para evitar operaciones de carry trade que permitan la entrada y salida rápida de fondos especulativos.
Es lo que Guzmán y otros funcionarios llaman medidas “defensivas”. “Hoy si se llegara a abrir la cuenta de capital (es decir, la que regula el ingreso o egreso de divisas), todos lo que están atrapados van a salir de golpe, y eso te genera una devaluación”, es la lógica que siguen en el Palacio de Hacienda.
Lo único que podría cambiar, tras la firma de un nuevo programa con el organismo internacional, es un cambio en los controles que pueda funcionar como estímulo a ciertas inversiones en economía real, como por ejemplo facilitar a fondos externos la compra de acciones de compañías. “Esos son los que más nos interesan a nosotros”, explican desde la conducción económica.