Un informe de una sociedad de Bolsa local consideró que las cotizaciones ya tocaron un piso y ve una apreciación de hasta 46% hasta marzo. Descuentan que el cierre de la negociación con el Fondo no puede demorarse más allá de marzo
Aún con las idas y vueltas típicos de estas negociaciones, de a poco los inversores van descontando un próximo acuerdo con el FMI. La fecha límite sería marzo y las razones, mucho más terrenales que ideológicas: la escasez de reservas líquidas del Banco Central no dejaría otro remedio que buscar un entendimiento lo más rápido posible. Con este escenario en mente, vuelven las recomendaciones para comprar bonos argentinos.
El riesgo país tocó un máximo que rozó los 1.750 puntos hace una semana, reflejando los precios más bajos del año. Sin embargo, ya en los últimos días se nota un leve repunte que para muchos estaría marcando la idea de un piso para las cotizaciones. La deuda volvió a cotizar por debajo de los USD 35, que prácticamente descuenta una nueva reestructuración en no más de tres años. A partir de 2025 se multiplican los vencimientos y, sin acceso a los mercados, de deuda resultaría imprescindible avanzar en una nueva renegociación, con alargamiento de plazos de pagos y quitas de capital más agresivas.
La compañía de inversiones AdCap es una de las que salió con más firmeza a recomendar bonos argentinos, ante la perspectiva de un acuerdo con el FMI. El favorito para aprovechar este posible salto sería el AE38, debido a que tiene una fuerte suba de cupón de intereses: del 2% anual actual pasará a casi 4% anual en dólares a partir de mediados de 2022 (más precisamente 3,87% anual). Se trata del bono que paga el cupón de intereses más alto y que incluso llegará hasta 5% anual desde 2024.
“En un escenario conservador, vemos una posible apreciación de este título del 13%, pero que podría llegar a 46% en un escenario constructivo hasta marzo de 2022″.
El fundador de AdCap es Javier Timerman, uno de los financistas que participó de la reunión en Wall Street que mantuvieron el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro de Economía, Martín Guzmán. La lectura para entender qué es lo que se viene pasa por la racionalidad que pueda mostrar el Gobierno a la hora de tomar decisiones una vez que hayan pasado las elecciones. La hipótesis que empiezan a manejar algunos inversores es que no hay demasiado margen para seguir probando con políticas heterodoxas. La necesidad de calmar el tipo de cambio y de reducir el déficit fiscal achican de manera significativa el margen de maniobra.
“Después de las elecciones, creo que va a primar más la racionalidad, que el discurso anti FMI ya no va a tener sentido y se acelerarán las negociaciones. Sin financiamiento y con muchas obligaciones por delante, lo único que te queda es acordar con tu acreedor. En Argentina estamos en una situación de bastante estrés económico, y ante esa situación, la alternativa de la radicalización simplemente no existe, no hay ni flujo ni stock”, resume Timerman.
La búsqueda de bonos con los cupones más altos posibles tiene aún más lógica cuando hay peligro de incumplimiento por delante. En ese caso, es preferible cobrar todos los intereses posibles hasta que llegue el momento de esa reestructuración.
En los últimos días circularon además cálculos teóricos sobre posibles reestructuraciones agresivas que podría efectuar la Argentina y aún así el precio de los bonos sigue barato.
Por ejemplo, una posible quita de capital del 25% y alargamiento de 5 años de plazo, con un rendimiento de 12% anual para los nuevos bonos arroja un valor que estaría 8 dólares por encima de los precios actuales. De todas formas, los vencimientos de capital fuertes recién arrancan en 2025, por lo que el riesgo de una renegociación previa es relativamente bajo. Y en caso de ocurrir lo más probable es que le toque al próximo gobierno.
Por el momento, las posiciones “técnicas” de los grandes fondos de inversión internacionales juegan en contra de los bonos argentinos. Sucede que compañías como BlackRock, Fidelity o Templeton entraron en la renegociación del año pasado y tienen todavía una importante cantidad de bonos en su poder, por lo que no tienen espacio (ni interés) en incorporar más. Por lo tanto, deberían aparecer otro tipo de inversores, que buscan oportunidades en bonos candidatos a ser reestructurados, que empiecen a comprar apostando por ese nuevo escenario.