El mercado local cotiza muy por debajo de los niveles alcanzados en los últimos dos años, pero ese dato por si sólo ya nos engañó en el pasado.
No es un secreto que la incertidumbre que enfrenta la Argentina hoy impacta con fuerza en el precio de los bonos y las acciones del mercado local. ¿Pero eso es suficiente para decretar que se abrió una oportunidad de compra?
En el mercado criollo –quizás más que en cualquier otro– hay que estar atento a otras variables que no necesariamente están ligadas a los fundamentos o a los valores técnicos de las acciones y los bonos. Si los precios están bajos, no siempre el mercado llora. Por ahí se le metió la política en el ojo.
Veamos…
A comienzos de año y con respecto a enero de 2018, los precios en dólares de los bonos y las acciones registraban caídas de 50% y 70% respectivamente. Y aunque febrero inició con cierta recuperación, las valoraciones se encuentran muy por debajo de las que se observan en otros mercados de la región.
Aparentemente estamos de oferta, pero la política también tiene algo que decir.
Basta con ver la volatilidad que se vive en la plaza local con cada anuncio.
Los desafíos que hay que seguir de cerca: deuda, inflación y déficit
El proceso de reestructuración de la deuda pública nacional bajo legislación extranjera es sin duda una de los desafíos más importantes que enfrenta la economía local hoy, junto con la larga lista de compromisos de pago de la Provincia de Buenos Aires.
La clave está en si el Gobierno logrará ser exitoso al momento de reestructurar. El camino en esta dirección será dificil, ya que el margen de maniobra está limitado en más de un sentido.
En esa línea, está la expectativa en torno al resultado de las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que se espera concluir primero la negociación con el organismo para luego tratar con los acreedores privados.
Por otra parte, el reperfilamiento compulsivo del Bono Dual que se decidió es una jugada de riesgo y difícil de digerir para el mercado, teniendo en cuenta la señal que brinda por la cercanía de la reestructuración de la deuda en dólares, que se pretende llevar a cabo en marzo.
Otra de las cuestiones que marca la pauta en el contexto local está ligada al comportamiento de la inflación.
Según el Banco Central, la inflación experimentará este año una «desaceleración hacia niveles marcadamente menores a los de 2019», cuando se ubicó en 53,8% anual.
El 13 de febrero, el INDEC difundió una inflación del 2,3% para enero. Se estima que para cierre de 2020, la inflación se ubique en 41,7% gracias al congelamiento de tarifas y un dólar planchado.
Por otro lado, la administración anterior no logró concluir la corrección fiscal, con lo que el déficit fiscal primario terminó 2019 en 0,4% sobre el PBI y el financiero, contando intereses, en 3,7% sobre el PBI.
Para un Gobierno como el de Fernández, que se inclina por una fuerte presencia del Estado en la economía, esto es dos veces malo. En principio, porque no cuenta con recursos para realizar políticas expansivas y en segundo lugar, el peso de los intereses implica una carga muy difícil de afrontar.
A su vez, las reservas internacionales son bajas y los niveles de inflación actuales imponen una traba significativa para estimular la economía vía emisión de dinero.
Hasta ahí, el complejo panorama político económico…
Nos encontramos en un momento delicado para el país, pero ahí siempre fue donde surgieron las oportunidades.
Analizar una sola cara de la moneda sería un error.
Horizonte de mediano y largo plazo
Los datos políticos y económicos no eliminan el punto de que los activos están en valores muy bajos, comparados con ellos mismos en el pasado o con sus equivalentes de la región.
Quienes tengan menor aversión al riesgo y una mirada de largo plazo encontrarán oportunidades -sin incluir títulos de deuda pública por la inminente renegociación- en acciones de varios sectores, que cotizan muy por debajo de niveles históricos, como el energético, las empresas vinculadas al consumo, construcción e industriales que puedan beneficiarse de una recuperación de la demanda doméstica, y también las vinculadas al sector exportador que serán los sectores que buscará potenciar la administración actual.
Para aquellos que no desean renta variable local, pero tampoco bonos de deuda pública, pueden encontrar una renta en moneda dura mediante Obligaciones Negociables en dólares con vencimiento en el corto plazo o alternativamente cubrirse con algunas compañías extranjeras mediante CEDEARS.
Cada inversor conoce su momento y su margen de riesgo. La clave es siempre ver lo que dice el mercado, pero también la política.
Si me preguntás a mí -y volviendo al título de la nota- yo me paro en la vereda del wait and see. ¿Hasta cuando? Al menos hasta que se disipen los nubarrones antes descritos. No es que espero que todo se solucione, pero al menos conocer el plan de acción para que eso suceda y que el mercado lo considere sólido.
Directora de Bell y especialista en ética de mercados.
Fuente: https://www.ambito.com/finanzas/inversiones/activos-argentinos-precio-remate-oportunidad-compra-o-wait-and-see-n5084279