La política económica parece estar despidiéndose del ancla del dólar como método para combatir la inflación. La cotización “mayorista” de la divisa terminó agosto a 5,67 pesos y con un alza del 3% durante el mes. Se trata de la mayor aceleración en el ritmo de devaluación del peso desde marzo de 2009.
Es la primera vez desde entonces que el ritmo de devaluación supera a la inflación realmente existente. Está claro que las autoridades intentan ahora reducir la brecha del atraso cambiario acumulado, que está afectando desde hace tiempo al comercio exterior.
Mejor tarde que nunca. En julio, el superávit comercial se contrajo un 40%, producto de un aumento de 11% en las importaciones y de solo 2,4% en las exportaciones (ver página 2). La mayor velocidad de la devaluación también es una respuesta al nuevo escenario de la economía global, caracterizada por la reversión súbita de los flujos de capitales impulsada por el endurecimiento de la política monetaria de Estados Unidos.
La huida del dinero de los mercados emergentes está causando devaluaciones masivas en los países BRIC, que hasta hace poco eran la estrella de la economía internacional a causa de su vigoroso crecimiento. La última víctima ha sido la India, en donde la rupia perdió 12% de su valor en agosto.
En contraste, la economía de Estados Unidos sigue consolidándose en la recuperación. El PBI aumentó más de lo esperado por los analistas: 2,5% en el segundo trimestre. Todavía falta para que la Reserva Federal retire los estímulos monetarios que introdujo después de la debacle que comenzó tras la quiebra de la banca Lehman, de la cual se cumplirá el quinto aniversario dentro de 15 días. Pero los mercados financieros siempre se adelantan.
El abandono del ancla del dólar en la Argentina, si se mantiene, promete echar más combustible a la inflación a través de lo que los economistas llaman el pass through, o traslado a los precios internos de la suba de la divisa, un mecanismo habitual en la historia económica reciente (págs. 6-7).
Y el repunte de los precios calienta la puja distributiva con los salarios, para los cuales el Gobierno dispuso la semana pasada exceptuarlos del pago del impuesto a las Ganancias, siempre que sean inferiores a $15.000. Es una respuesta (o un parche, según los críticos) que llega tarde para lo que debería haber sido una política de ingresos planificada.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/Adios-ancla-dolar_0_985101831.html