Se fue un maestro. Se fue gran tipo.
Este fin de semana, y de manera sorpresiva, murió de causas naturales Rogelio Pontón, el hasta hace poco director del Departamento de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario y un verdadero think tank del mercado cerealista.
Como casi todos los viernes, Pontón se quedó hasta altas horas de la tarde en la Bolsa terminando la edición semanal del “semanario económico de la Bolsa”, que edita desde mediados de los ochenta cuando asumió en la entidad, y luego se fue a comer con parte del staff de la entidad con el que se juntaba una vez al mes al cenar.
La noticia de su muerte, el sábado, sorprendió a todos. Y dolió mucho.
Se puede decir mucho de su trayectoria. Fue contador Público graduado en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario, fue director del Departamento de Teoría Económica de la mencionada Facultad, fue profesor de Economía de la Facultad de Derecho de la UCA, fue Rector de la Universidad del Centro Educativo Latinoamiericano y Decano de su Facultad de Ciencias Económicas. Estuvo a cargo de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) desde 1986 hasta 2011, y luego fue asesor económico de dicha Institución, dirigió desde 1986 el Informativo Semanal de la BCR y fue síndico del ROFEX.
Pero lo más destacado de Pontón no está allí. Radicaba en su generosidad. Su generosidad para regalar sus conocimientos, propios de un lector incansable, que no dudaba en convertirse rápidamente en un docente para todo el que le iba con una inquietud, no importa el lugar y el momento. Ya sea en un pasillo de la Bolsa, en un coctail o en un bar, siempre se detenía para responder y en cada respuesta que le pedían daba lo mejor de él. No importa si era para discutir el efecto de una medida de gobierno en el sector o para rebatir al Código Da Vinci, ya que era un profundo estudioso de la religión.
Pero su generosidad iba más allá de de compartir conocimientos. Su generosidad latía hacia las nuevas generaciones, ya que usó su prestigio profesional para darle cabida, empuje y desarrollo profesional a las nuevas generaciones.
En efecto, fue un promotor de los jóvenes, a quienes no sólo ayudaba académicamente sino que impulsaba profesionalmente. No en vano en torno a él nacieron profesionalmente y crecieron jóvenes cerealistas que hoy se destacan , como Ivo Sarjanovic, Pablo Scarafoni o Mario Halberg
Tal vez esa es la más conocida generación de jóvenes. Son los llamados “pontón-boys”, un grupo de estudiantes de Económicas que a principios de los ochenta no podían creer como al calor de la vuelta a la democracia la conducción de esa Facultad de la UNR relegaba a Pontón por su tradición hiper-liberal y se acercaron para convertirlo en su “profesor”•. Pontón se los llevó a la Bolsa y desde allí gestaron impresionantes carreras internacionales en el mercado de granos.
Pero no fueron los únicos. Todos los que siguieron después bajo su tutela en el Departamento de Informaciones de la Bolsa vieron cómo se podía crecer a su lado. Y eso es ser un buen tipo. Generoso. De aquellos que no aplasta a los demás para crecer. Sino que crece con ellos. Y no sólo en la Bolsa tuvo ese sesgo de promotor e impulsor de nuevas generaciones, sino también en el resto de las sus tareas, como en la UCEL dónde uno de sus protegidos, como el caso del joven y destacado economista Diego Marcos, que hoy dirige una de las carreras de ese centro de estudios
En la Bolsa se convirtió en el referente económico y dotó de argumentación teórica y referencias históricas los planteos de la entidad en defensa de los mercados libres. Ajeno a las mezquindades, superó todos los presidentes de la entidad porque su trato era justo con todos.
Pero además se puso al hombro gestiones de gran importancia para el sector. No en vano, junto al también fallecido Héctor Di Benedetti, se los llegó a conocer a principios de los noventa como el "dúo dragado y balizamiento" por su permanente trajinar en oficinas públicas y paneles empresarios en favor de la profundización de la hidrovía. Y cuánta razón tenían.
De trato amable, algo que no es una constante en las altas esferas, prestó mil y un batallas para impulsar y defender los mercados de granos siempre fiel a sus ideas ideales liberales. Un liberalismo económico que nunca escondió y que siempre defendió en sus escritos y ponencias.
Intelectualmente inquieto, con una cultura general con la que introduce a quien lo escucha a temas muy complejos con simpleza y gran humildad. A lo largo de su vida abordó diversas disciplinas, tratando de conciliar la ciencia y la religión. Según la opinión de sus más allegados, la preocupación existencial de Rogelio es la religión, “el hombre ante el problema religioso”. Como amigo, compartiendo vivencias, muestra su solidaridad, humildad y respeto al prójimo. Protagonista de “polémicas” intelectuales entre él y sus discípulos en aulas, bibliotecas, oficinas y cafés..
Ejemplo de humildad. Humildad que caracteriza a los que realmente saben. Se fue un gran tipo. Se fue un grande. Adiós maestro.
Fuente: http://puntobiz.com.ar/noticia/articulo/85710/_Adios_maestro.html