En un año electoral, los economistas aseguraron que el Banco Central deberá tener una sintonía fina en el manejo de tasas para evitar una nueva crisis cambiaria.
En años electorales, cualquier equilibrio económico se torna delicado y los economistas ya advierten que, además del factor político, son varios los detonantes que el Gobierno tendrá que neutralizar en 2019 para prevenir una nueva crisis cambiaria.
No es novedad que la demanda de dólares suele aumentar en épocas pre electorales para refugiar el dinero, pero el economista Miguel Ángel Broda fue uno de los primeros que la semana pasada, en La visión de los líderes, que organizaron El Cronista, Apertura e Infotechnology, alertó públicamente sobre el tema. El economista tiene números para este fenómeno. Las diferencias entre el 2° y 3° trimestre de dolarización de carteras en años de elecciones llegaron a aumentar en casi 2000% en 2007 y 172% en 2017.
Ante esta tendencia, los economistas consultados advirtieron que, para evitar otra nueva crisis cambiaria, el Gobierno debe aplacar cualquier dinámica que potencie una eventual demanda de dólares. Una de estas amenazas es que haya un tercer «frenazo» del ingreso de capitales -sudden stop-, seguido por una fuga de dólares al exterior.
En este aspecto, Broda aseguró la semana pasada que la actual tendencia a la apreciación cambiaria, junto con las elevadas tasas de interés en pesos que salen del Banco Central, estimulan el carry trade y este ingreso de capitales «golondrina», de corto plazo, es un riesgo que el Gobierno debe «minimizar» hacia 2019. «El programa monetario no podrá resistir un tercer sudden stop», asegura Broda. La reversión del carry trade, es uno de los canales de aumento de la compra de dólares, que luego se fugan del país.
«El peligro está del lado de la salida de capitales de corto plazo. Otro sismo como el que se vio este año, el sistema no se lo banca», reforzó Daniel Millia, economista de la UBA.
No obstante, el riesgo de devaluación no viene solamente de afuera. La amenaza interna que ven los economistas tiene que ver con el crecimiento de más de $ 110.000 millones que vienen acumulando los depósitos mayoristas a plazo -aquellos que superan al millón de pesos- desde la implementación del nuevo esquema monetario, el 1° de octubre.
«Estos depósitos son de empresas y tienen un componente muy volátil porque dependen del equilibrio entre tasas de interés en pesos y la evolución del dólar», afirmó Federico Furiase, director de EcoGo. Y advirtió: «El Banco Central tiene que tener mucha sintonía fina en la baja de tasa hacia 2019 para evitar que esos depósitos se vayan a dólar. Este es el gran desafío para el próximo año».
Para Furiase, si el ente monetario baja gradualmente las tasas de interés que ofrece a los bancos sin disminuirles los encajes, existe un riesgo elevado de que estos respondan con una disminución de la tasas de los depósitos, incentivando a que el apetito de inversores y depositantes se vaya al dólar.
En un tono más pesimista, el ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, dijo recientemente que «son depósitos de empresas que en 24 horas cambian de portafolios y pueden generar un problema no solo cambiario, sino también en el sistema financiero».
Además, el factor político jugará su propia partida. «Las primeras reacciones de mercado sin duda vendrán con las primeras encuestas de abril», dijo Millia. Para Ecolatina, si las encuestas favorecen al candidato más «amigable» con el mercado, las probabilidades de crisis cambiaria serán bajas.
En esta línea, un informe de la consultora resaltó que, en caso contrario, «una mayor inestabilidad cambiaria potenciaría la incertidumbre sobre el repago de la deuda pública (generando un espiral alcista del dólar y el riesgo país)», por lo cual el nuevo presidente electo recibirá pocos fondos frescos en 2020 y deberá empezar a devolver el crédito a partir de 2021. «Por lo tanto, la próxima administración deberá negociar con el Fondo dilatar la devolución de pagos que superaría u$s 50.000 millones en 2022-23 según el actual cronograma», concluyó Ecolatina.
El efecto de una nueva dispara del dólar sobre la capacidad de repago se verá reflejado en el ratio deuda/PBI, que este año podría superar al 90%.