Más allá de haber generado una caída de más del 10% desde los máximos en el dólar, la dura política monetaria de «base monetaria cero» aún enfrenta serios desafíos en su dinámica a raíz de que depende de un delicado equilibrio entre la «súper tasa» y el dólar.
Ocurre que el objetivo de secar la plaza de pesos fue alcanzado a través de una fuerte disparada en las tasas, que en el caso de las Leliq actúan como la principal aspiradora, y se ubica todavía por encima del 70% para colocaciones que tienen un plazo de tan sólo 7 días.
La vertiginosa montaña de Leliq llega como contrapartida del desarme de las Lebac, que se suponían eran más dañinas para la estabilidad del mercado de cambios toda vez que estaban en manos de tenedores no bancarios, a diferencia de ellas que están encapsuladas en el sistema financiero.
Dado que las tasas no han podido descender desde el comienzo de manera significativa, y que cada amague tuvo inmediatas repercusiones sobre la marcha del dólar, la preocupación de los inversores pasa por cómo se desarmará en el tiempo esta nueva «bola de nieve» que resulta peligrosa.
No se descarta que una vez que el total de Lebac, ya en su tramo final de vida, sean convertidas en Leliq -dado que hasta ahora las Lecap juegan un rol secundario en captar los pesos liberados- y estas nuevas Letras de Liquidez del BCRA podrían llegar a ser canjeadas por instrumentos más largos.
Ello se debe a que la vertiginosa renovación a tan corto plazo, y a elevadísimas tasas convalidadas, sumado a que forman parte de la integración de los sucesivos aumentos en los encajes, despiertan crecientes riesgos sistémicos que deben desactivarse a la mayor brevedad posible.
Adicionalmente, la economía se encuentra transitando una recesión donde las elevadísimas tasas del BCRA, que se trasladan después al sistema financiero, asfixian cada más a la actividad, con su negativo correlato respecto a la profundidad y duración del actual escenario de deterioro.
En vista a los ruidos sociales y políticos, además de los tiempos electorales, es de esperar que en los próximos meses deba intentarse una reducción en las tasas, lo cual abre un escenario incierto sobre los efectos que tendría en la inflación – que sigue muy alta – y un dólar que no podrá seguir perdiendo más terreno ya que el atraso cambiario no volvería a ser permitido ni por las autoridades ni el FMI.
Más allá de dichos desafíos desde el frente monetario y cambiario, a los cuales se suma una política fiscal también contractiva en busca de cumplir la meta del «déficit primario cero», algunos operadores están desempolvando tácticas de «carry-trade» para el corto plazo.
Ello se observa en la mayor oferta de divisas privadas que enfrenta la plaza cambiaria, que luego busca a través de instrumentos en pesos obtener rendimientos del 50%, lo cual en las últimas semanas ha arrojado importantes ganancias al combinarse con la apreciación del peso.
Dicha agresiva táctica, implementada en especial por grandes inversores del exterior, no debe confundir ni llevar a abandonar la prudencia de los inversores que deberían seguir privilegiando la dolarización de sus portafolios a través de títulos públicos y privados de corta duration.
Solamente por aquellos fondos transaccionales, y que serán aplicados en pesos a corto plazo, deberían evaluar sumarse a través principalmente de plazos fijos, Lecap y títulos ajustables por Badlar a fin de poder obtener mientras tanto el mayor rendimiento por dichas colocaciones.
Para los ahorristas no resulta recomendable desarmar posiciones en dólares, frente a los serios desafíos que enfrenta el país y el complejo escenario externo, más cuando la divisa ya está cerca de la banda inferior – hoy actualizada en torno a $ 34,50 – por el BCRA, la cual seguramente activaría compras y una expansión monetaria que debería tener asociada una rápida reducción en las tasas.