La misión que informó ayer su revisión del programa de estabilización argentino no aceptó pedidos del Banco Central para que, en caso de que el dólar toque el piso de la banda, los pesos emitidos para comprar reservas puedan ser esterilizados. De esa manera, Sandleris podría aspirar a menor volatilidad cambiaria si se ve obligado a ponerle piso. Pero el Fondo no quiere atajos
La escalada del dólar que ayer volvió a poner al peso argentino en el primer puesto de las monedas que más perdieron entre las emergentes preocupa muy poco al FMI. Los técnicos del Fondo no quieren ver ninguna clase de atraso cambiario que pueda poner al país otra vez en una situación de debilidad ante una reversión de los flujos de inversión internacionales como la que mató al gradualismo con metas de inflación este año. Y en esta última revisión volvieron a insistir sobre ese punto cuando se negaron a un pedido del Banco Central (BCRA) respecto a la posibilidad de esterilizar los pesos que se emitan en el hipotético caso de que el dólar perfore el piso de la zona de no intervención cambiaria.
En su comunicado de ayer, la misión del FMI felicitó al Gobierno por sus avances en materia de ajuste fiscal, valoró al hincapié en el gasto social y celebró los primeros resultados de la política monetaria. Pero, además, reafirmó un punto técnico que estaba explícito en la carta de intención del segundo acuerdo pero que en la autoridad monetaria aspiraban a flexibilizar.
«El marco de política monetaria de las autoridades le da al BCRA la opción de comenzar un proceso gradual de acumulación de reservas en dólares si el peso cayera por debajo de la zona de no intervención anunciada previamente», dice el comunicado del staff del Fondo. Y remarca: «Dada su naturaleza no esterilizada, una calibración adecuada de dichas compras de dólares garantizará que la postura de la política monetaria siga conduciendo a una rápida reducción de la inflación y de las expectativas de inflación».
La condición de no esterilizar no es nueva, estaba en el memorándum de entendimiento entre el Fondo y el Gobierno que reformuló las condiciones del paquete de asistencia después de que el primer acuerdo quedara obsoleto por otra corrida contra el peso que disparó al dólar en los últimos días de agosto.
Sin embargo, en el BCRA albergaban la esperanza de que esa condición se flexibilizara. A ojos de algunos de los colaboradores de Guido Sandleris, era preferible que, en caso de que el dólar perforara el piso de la zona de no intervención y se emitieran pesos para comprar reservas poniéndole un piso a la divisa, fuera la propia entidad la que decidiera qué era más conveniente: si sacar de circulación los pesos emitidos o dejar que la base monetaria se expandiera más allá del objetivo de emisión cero hasta junio del año que viene.
La diferencia parece menor pero hace a un punto que puede ser de gran relevancia si -más allá de movimientos fuertes de las monedas emergentes que le pegaron especialmente al débil peso argentino ayer- el aumento en la oferta de dólares por la salida de la cosecha fina a fin de año empuja a la divisa por fuera de la zona de no intervención.
Si el BCRA pudiera esterilizar el dinero que emite para sumar reservas y ponerle piso al dólar podría mantenerlo prácticamente atado al piso de la zona de no intervención. El canal cambiario es uno de los más potentes y rápidos para calmar a los precios. Y también a los votantes en un año de elecciones presidenciales.
Pero para los técnicos del FMI eso es un atajo, con fuerte impacto de corto plazo y riesgos en el mediano. Prefieren que, como ayer, la cotización del billete estadounidense se mueva libremente entre las bandas de no intervención. De esa manera, entienden, un proceso de desinflación más lento puede ser más exitoso si no genera el riesgo de un nuevo sudden stop.