El Gobierno acordó con frigoríficos un nuevo plan de entregas al mercado interno y controlar exportaciones. En los hechos, siguen trabados los permisos de exportación
Con gran disgusto tomamos nota de que el gobierno argentino otra vez está entrando como tercera parte en el negocio entre empresas internacionales en la forma de rechazar o denegar las licencias de exportación (ROEs)”, indica el primer párrafo de una carta fechada el lunes, que tiene como destinatario al secretario de Comercio Interior, Augusto Costa. El remitente es Karl Georg Imke, representante de la compañía importadora de carne alemana Hanseatische Fleisch-Handelsgesellschaft, que lleva más de 30 años comprando carne al país.
Desde que comenzaron a subir los precios en el Mercado de Liniers los permisos de exportación de carne se entregaron a cuentagotas, y en los últimos siete días, la sequía de ROEs para que los frigoríficos embarquen cortes de alta calidad fue aún más notoria.
“Ustedes están quebrando y violando convenciones y arreglos internacionales del WTO (Organización Mundial de Comercio, por sus siglas en inglés)”, escribió el empresario.
La Argentina comenzó a controlar las exportaciones de carne en 2006, y los acuerdos de precios que se sucedieron desde 2007 hasta hoy mantuvieron la política de recortar las ventas externas para incrementar la oferta local, salvo por un ‘veranito‘ que vivió el sector en 2009. Así, la Argentina pasó de enviar al exterior casi 500.000 toneladas (peso producto) a las poco más de132.000 toneladas del año pasado. En el período, pasó de ser el tercer exportador mundial de carne vacuna a apenas arañar su permanencia en el décimo puesto.
El plan de carne barata para el mercado local tampoco contempló el desincentivo a la producción, hecho que, sumado a una de las peores sequías de la historia del país, dejó un saldo cercano a las 50 millones de cabezas de ganado en 2013, contra las 59,7 cabezas del rodeo argentino contabilizadas en la primera vacunación antiaftosa del año 2006.
En declaraciones El Cronista, Imke agregó que “es la segunda vez que el Gobierno está metiéndose en contratos pendientes de carne enfriada entre compañías privadas. Unos dos años atrás, bajo el señor (Guillermo) Moreno fue la primera vez que contenedores con carne enfriada fueron bloqueados en el puerto de Buenos Aires por no tener ROEs. Algunas de estos contenedores con carne enfriada fueron embarcados con una demora de más de cuatro semanas, con poca fecha de vencimiento y por esto debieron ser vendidos a precios muy reducidos”, indicó.
Los permisos de exportación, primero otorgados por la Oncca y, tras su disolución, por la Unidad de Coordinación y Evaluación de Subsidios al Consumo Interno (Ucesci), funcionan como la herramienta de control y presión sobre el sector de la carne.
Hace poco menos de un mes, tras la devaluación, la hacienda subió no solamente por la referencia del valor internacional, sino también porque los animales se engordan, cada vez más, con granos que se referencian en dólares. Para paliar la suba, el equipo económico acordó con los frigoríficos un nuevo esquema de transferencia de cortes más baratos al mercado interno que, prometen, entrará en vigencia esta misma semana. Pero en el medio, por la restricción de los permisos, quedan contratos sin cumplir con los compradores internacionales por la venta de cortes que incluye la Cuota Hilton, los de mayor calidad, que se envían envasados al vacío a importadores que pagan cerca de u$s 14.500 por tonelada.
Antes de que subieran los precios, los exportadores debían dejar 3,5 kilos de cortes de baja calidad, como brazuelo, cogote, falda, tortuguita y osobuco, por cada kilo de carne de exportación. Ahora, el nuevo acuerdo impone dejar asado, vacío, matambre y entraña de todos los animales faenados para exportación, para liberar el resto. Esos cortes deberían llegar al público de carnicerías, supermercados y distribuidores seleccionados a no más de $ 38 por kilo de asado, $ 45 el kilo de vacío y $ 50 el kilo de matambre o entraña.
Si bien desde un sector de los exportadores aseguraron que el cuerdo les sirve, porque sacrifican parte de la ganancia en cortes que no exportan para ganarse el permiso, otros se mostraron dudosos. Por la sensibilidad del tema, todos los consultados pidieron mantener un estricto ’off the record’.
Según explicó Imke a este diario, la compañía cuenta con otros proveedores, “como Estados Unidos, Brasil e Irlanda, pero nosotros siempre hemos tratado de ‘halar la bandera argentina‘ por arriba, pero tenemos la impresión de que el Gobierno quiere matar a nuestros proveedores frigoríficos de exportación, con toda su consecuencia de desempleo”, dijo.
En la carta a Costa, el empresario indicó: “entendemos que pueden ustedes decidir prohibir las exportaciones” pero “sólo para nuevos contratos, y ya todo el mercado sabiendo esto, nadie más negociará nuevos compromisos con exportadores de Argentina”.