Sostienen que el Gobierno tiene sendero marcado para bajar el déficit fiscal, mientras que el rojo de cuenta corriente podría no encontrar una fácil forma de resolución
El déficit fiscal primario comenzó 2017 en 4,6% del PBI y, reducción mediante, promete terminar el año en torno al 4%, debajo de la meta oficial de 4,2%. En sentido contrario, el rojo de la cuenta corriente se fue incrementando y terminaría en un monto equivalente al 4,3% del producto. No es sólo el camino inverso de los déficits gemelos lo que va haciendo modificar en dónde poner el foco del problema a los analistas, sino la manera de abordarlos y los caminos trazados desde el Gobierno para afrontarlos.
Para Martín Kalos, de la consultora Epyca, la dificultad de fondo de la economía argentina es la restricción externa, es decir, la necesidad de dólares. «Para el déficit fiscal hay sendero para ir bajándolo, hay medidas que se están tomando para disminuirlo», sostuvo. Agregó que difiere de la postura del Gobierno en cuanto al financiamiento externo, que sea sólo para abastecer de fondos a la economía en medio del sendero de achicamiento del déficit fiscal. «Dicen que en 2022 se estabiliza el nivel de deuda en relación del PBI y no se endeuda más; pero eso supone que la búsqueda de fondos es sólo por el déficit fiscal, y no a necesidad de dólares de la economía argentina», identificó.
Por ese motivo, se cuestionó: «¿Cuál es la perspectiva de darle sustentabilidad al proceso de endeudamiento en términos de necesidad de dólares de la economía argentina? Esta pregunta no tiene respuesta desde el Gobierno».
Federico Furiase, de EcoGo (ex Estudio Bein), definió que el déficit de cuenta corriente es «el gran punto débil de este modelo». Describió que este rojo va camino a 4,3% del PBI para fin de año, y que «en la restricción externa está el Talón de Aquiles del gradualismo fiscal y las metas de inflación con la señal de la tasa de interés».
Según explicó, hoy se financia con «entrada de capitales de corto plazo (deuda en dólares del Tesoro), frente a una demanda estructural de dólares definida por las importaciones de bienes de capital y bienes de consumo durables, y la formación de activos externos del sector privado no financiero». De esta manera, el riesgo que identifica es que el proceso de crecimiento vía inversión y de desinflación vía emisión de Lebacs del BCRA queda muy expuesto a un shock adverso local o internacional que presione sobre el dólar, y que esto podría complicar «la capacidad de repago de la deuda en dólares del Tesoro, frene al déficit fiscal primario y la carga de intereses, algo que se termina evidenciando en el spread de riego del costo financiero local». No obstante se define optimista en cuanto a que el Banco Central pueda bajar la ansiedad sobre la velocidad en bajar la inflación (vía tasa de interés) y que el Tesoro sea gradual con disminuir el déficit fiscal.
El Indec difundió el jueves pasado que el déficit de cuenta corriente creció un 113% en el tercer trimestre en la comparación con igual período del 2016. De hecho, cuando se toman los últimos 12 meses llega a u$s 26.634 millones, el mayor rojo desde 1998.
A diferencia de otros economistas, para Ramiro Castiñeira, de Econométrica, el fondo de la cuestión sigue siendo el déficit fiscal. «Hay que advertir que el déficit fiscal financiado con deuda externa aprecia el tipo de cambio, y genera un déficit externo de similar magnitud. La tasa de interés juega un rol secundario. Potencia el efecto en la medida que ingresen dólares atraídos por las tasas», sostuvo ante la pregunta de este diario.
Recordó que «no es la primera vez que Argentina cae en esta trampa: si monetiza el déficit, tendría una muy elevada inflación que no permite un clima para que el sector privado logre crecer; y si lo financia con deuda externa, culmina apreciando su moneda anulando toda potencial salida exportadora, poniendo un tope al crecimiento, al apostar sólo al mercado interno». Por ese motivo, aseguró que la solución está en reducir el déficit fiscal.
Cerca del Gobierno, el propio ex ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, aseguró que es más preocupante hoy el déficit de cuenta corriente que el fiscal. El tiempo dará la razón a unos u otros.