En los últimos 12 meses cayeron las reservas y los depósitos, el dólar blue se disparó 116% y el dólar oficial, de acceso restringido, subió solo 24%, la mitad que la inflación
Muchas medidas que toman los gobiernos para enfrentar situaciones de crisis o emergencia pueden ser negativas, pero se apela a ellas con el objetivo de evitar un mal mayor. Ese fue el caso del cepo cambiario, fijado para evitar una devaluación descontrolada y ponerle contención a la salida de divisas de la economía, pero que también trajo sus consecuencias nocivas, cada vez más notorias con el correr de los meses.
El control de cambios que el gobierno de Mauricio Macri levantó el 16 de diciembre de 2015 volvió a ser establecido en el tramo final del mandato, poco después de una derrota en las elecciones primarias que pulverizó sus chances en las presidenciales y selló el destino de la gestión.
A través de DNUs el Gobierno dispuso algunas restricciones cambiarias y, desde septiembre, las personas pudieron comprar máximo hasta USD 10.000 por mes y también girar ese monto al exterior si la cuenta era de un tercero.
¿Qué cambió con una economía sometida a este estricto control?
1) Restricciones que llevan a más restricciones. A partir del 1 de septiembre pasado, se redujo a un máximo de USD 10.000 mensuales la capacidad de compra privada, mientras que a partir del 28 de octubre se ajustó el “cepo” con un tope mensual de USD 200 para atesoramiento y gastos en el exterior. El cerrojo se completó el 26 de diciembre pasado, con el gobierno de Alberto Fernández en funciones, a través del Impuesto “Para una Argentina Inclusiva y Solidaria” (PAIS) de 30% para las compras de dólares por parte de individuos.
2) Se dispararon los dólares paralelos. Los controles en el mercado formal tienen un efecto alcista en las paridades alternativas, que terminan canalizando una demanda insatisfecha por los carriles formales. El dólar blue recobró el protagonismo, y sumó un alza de 116% en un año, de 63 a 136 pesos. En ese lapso, el bursátil contado con liquidación trepó 94,8%, de 64,68 a 126 pesos. La brecha cambiaria entre estas cotizaciones y el dólar mayorista, ahora en torno al 80%, también está en zona de riesgo, por las expectativas devaluatorias que genera: la historia económica demuestra que una vez que se desarman estos esquemas, el tipo de cambio siempre converge al dólar más caro.
3) Devaluación gradual. El principal objetivo de las restricciones fue el de acotar al mínimo la volatilidad del tipo de cambio, con el menor sacrificio de reservas posible, frente a una inflación que se escapaba por encima del 50% anual. Así fue que después del traumático salto del dólar oficial de más de 30% en agosto de 2019, se sucedieron doce meses en los que el dólar mayorista -plaza donde actúa el BCRA con ventas de contado-, aumentó 24,3% (de 59,51 a 74 pesos), casi la mitad que la inflación del orden del 42% anual.
4) Pérdida de reservas. Otro objetivo de los controles terminó trunco: el de evitar la salida de dólares y sostener las reservas. Al igual que el control de cambios de la segunda presidencia de Cristina Kirchner, que se extendió desde el 31 de octubre de 2011 a diciembre de 2015, se restringió la pérdida de dólares, pero también su eventual ingreso y las reservas descendieron igual. Los activos internacionales alcanzaban los USD 54.098 millones el 30 de agosto de 2019 y ahora son unos 11.000 millones menos: USD 42.897 millones el 27 de agosto último.
El recorrido actual replica la experiencia del cepo de 2011-2015, cuando en poco más de cuatro años los activos internacionales del BCRA cayeron a la mitad, desde los 47.523 millones a los 24.164 millones de dólares.
5) Candado para los dólares alternativos. Ante las escalada de los dólares que escapan al control de cambios, como el bursátil MEP, en mayo de este año, el BCRA dispuso la extensión a 90 días previos y 90 días posteriores de la restricción para realizar operaciones de compra venta de títulos públicos en moneda local con liquidación en divisas para las empresas que requieran acceder al mercado oficial de cambio.
Además, se les añadió mayor riesgo, debido a la volatilidad de las cotizaciones, en un año convulsionado para los negocios financieros por el efecto del COVID-19, pues en simultáneo, la Comisión Nacional de Valores puso un plazo mínimo de tenencia de cinco días hábiles (parking) como requisito para liquidación de títulos públicos en moneda extranjera, y para efectuar sus transferencias a entidades depositarias del exterior.
6) A las empresas y exportación. Desde el 1° de septiembre pasado, las empresas e instituciones (personas jurídicas) no pueden comprar dólares para atesorar. Los exportadores, en tanto, tienen que vender las divisas fruto de sus exportaciones en el mercado local dentro de un máximo de cinco días hábiles después del cobro o 180 días después del permiso de embarque (15 días para las commodities).
7) A importadores. A partir del 28 de mayo, el control se extendió a las importaciones. El Directorio del BCRA dispuso que las empresas que cuenten con activos líquidos originados en la formación de activos externos deberán disponer primeramente de esos recursos para el pago de obligaciones con el exterior.
8) Salida de depósitos y cancelación de créditos. El regreso del control de cambios agregó incertidumbre a un mercado financiero ya alterado por la tensión política de las PASO y las Presidenciales de 2019. Los depósitos en dólares, que habían acusado una pronunciada baja en agosto, continuaron con un declive, aunque más moderado, a partir de septiembre. Desde entonces, disminuyeron en casi 10.000 millones de dólares.
Los depósitos en efectivo en moneda extranjera del sector privado, que registraron un récord de 32.492 millones el 9 de agosto de 2019, cayeron a USD 26.623 el 30 de agosto del año pasado. Al 24 de agosto de 2020 contabilizaban USD 17.235 millones.
También se aceleró la cancelación de créditos en moneda extranjera, por los temores a una nueva devaluación. El último año se redujeron en unos USD 9.000 millones (-59%), de 15.402 a 6.342 millones de dólares.
9) A a los pesos. A partir del 20 de marzo, en el marco de las medidas de aislamiento social por el coronavirus, se añadió una nueva restricción, un efecto indirecto de la necesaria cuarentena, pero de trascendente impacto en lo financiero: el cese de la atención al público de forma presencial en las entidades bancarias, detallada en la Comunicación A 6492 del Banco Central. La dificultad para acceder a los pesos en efectivo forzó una demanda de dinero que se redireccionó a los plazos fijos y que ayudó a mantener a raya al precio del dólar blue.
10) Dólar ahorro bajo observación. Con un mercado oficial cada vez más chico, la demanda de individuos por su cupo de USD 200 crece mes a mes. En julio alcanzó los cuatro millones de personas y se prevé que aumentó a unos cinco millones en agosto. Esta demanda “hormiga” exigió ventas del BCRA por unos USD 1.000 millones en el último mes, un volumen insostenible para el nivel de activos de la entidad.
Por este motivo en las últimas semanas se inhabilitaron 5.000 cuentas, a las que se atribuyen actividades sospechosas de “coleros” virtuales, aunque estas operan un monto irrisorio, de un millón de dólares al mes que no influye en la demanda total, aunque sí genera más tensión sobre la oferta del dólar blue.