Entre los que creen que viene un período de atraso cambiario y los que confían en el avance de los precios, ganan las opciones en pesos indexadas.
La aceleración inflacionaria también impacta en las decisiones de ahorro de familias y empresas que en lo que va del año protagonizan casi un verdadero boom de plazos fijos en pesos ajustables. En las tres primeras semanas de febrero, los datos del BCRA muestran que el stock de los depósitos privados a plazo en pesos indexados ya trepó a casi $80.000 millones. Esto implica ya un aumento del orden del 18% mensual (37% anual). De modo que en el acumulado del año los plazos fijos privados en pesos ajustables registran un incremento cercano a los $23.000 millones (un 40% en 2021). Esto comenzó con fuerza desde diciembre pasado cuando estas colocaciones mostraron un aumento de más de $8.300 millones. Luego en enero se consolidó la tendencia, a la luz de los índices inflacionarios, con un incremento de casi $11.100 millones, guarismo que ya se está superando en febrero ($11.900 millones). O sea, en poco más de dos meses y medio, estas colocaciones privadas acusan un aumento de más de $31.200 millones (un 55%).
Al parecer estos ahorristas descreen un poco de la estrategia antiinflacionaria del Gobierno de anclar el tipo de cambio oficial para desinflar las expectativas inflacionarias, a la vez, que se diluyen los ajustes tarifarios y se erige todo tipo de acuerdo de precios y salarios en pos del objetivo presupuestario. Vale recordar que a diferencia de los plazos fijos tradicionales, aquellos que están pactados con ajuste CER o UVA implican “estacionar” los fondos como mínimo tres meses, a diferencia del depósitos a plazo tradicional a tasa fija que se pacta a partir de los 30 días. Ofrecen una tasa mínima de 1%, por ejemplo, más el ajuste CER, de modo que se aseguran no perder contra la inflación. Aunque la reciente versión BCRA ajustable por UVA puede precancelarse a los 30 días y debería rendir más que la tasa tradicional. Pero no todas las entidades ofrecen este producto, a pesar de esta obligados por la normativa, por lo que no se ve una oferta amplia. Sin embargo, los que si operan lo hacen activamente y como muestran las estadísticas la demanda responde. Claro que, en comparación con las colocaciones a plazo fijo en pesos a tasa fija, aún se percibe que el público en general, sigue prefiriendo estar más líquido, sobre todo si viene un período de estabilidad cambiaria, porque no se guía por los rendimientos reales sino por el equivalente en dólares. Hoy el stock de plazos fijos privados en pesos asciende a $2,42 billones. En febrero están creciendo entre 2% y 4% mensual, unos $58.000 millones). Así en lo que va del año acumulan un incremento de casi $218.000 millones (y $354.000 millones desde diciembre). Esta masa de liquidez, puede ser parte del capital de trabajo de empresas o complemento de ingresos familiares, pero lo cierto es que prefiere estar menos expuesto al riesgo cambiario y privilegia el corto plazo, ahora con miras a las elecciones de medio término.
Pero pareciera que algunos desoyen el canto de las sirenas cambiarias y apuestan a que la aceleración inflacionaria persistirá en los próximos meses de ahí que se vuelcan a las opciones indexadas. Es decir que reniegan en parte del hecho de que el Gobierno usaría el tipo de cambio oficial para aplacar las presiones inflacionarias y dilataría los ajustes tarifarios. Creen que tanto la inflación de alimentos como los ajustes de precios no regulados que sobrevienen en todo comienzo lectivo del año mantendrán la tasa de inflación mensual coqueteando con el 3%, lo cual, superaría ampliamente la meta oficial.