No sólo desatesoraron billetes verdes, sino que además trajeron inversiones del exterior. Varios factores explican la retracción de la «fuga» de capitales.
De la mano del cepo, las demás restricciones cambiarias, la pandemia y las expectativas devaluatorias, los argentinos en abril, y por segundo mes consecutivo, volvieron a desatesorar dólares. Lo hicieron en una magnitud de u$s52 millones, como resultado de venta de billetes (u$s10 millones) y la repatriación de fondos del exterior (u$s42 millones).
De esta forma al cabo del primer cuatrimestre del año el “desatesoramiento” suma u$s204 millones, pero con la particularidad de que hubo una fuga o atesoramiento en billetes por u$s118 millones que fue ampliamente compensada con la repatriación de inversiones en el exterior por u$s321 millones. Vale señalar que un año atrás, el panorama era totalmente distinto, hubo un nivel de atesoramiento o “fuga” de u$s468 millones (producto de un desatesoramiento de billetes por u$s65 millones y la fuga vía inversiones en el exterior por u$s533 millones).
Por lo tanto, a pesar de los ruidos políticos, el trastabillante andar de la economía doméstica, entre las necesidades económico-financieras de las familias con dólares atesorados y las apuestas al “carry-trade”, el reflujo de fondos atesorados superó al flujo de fuga de capitales.
Los datos surgen del último Balance Cambiario donde la formación neta de activos externos de residentes del sector privado no financiero resultó en ingresos netos por u$s52 millones, conformados por transferencias netas de divisas recibidas del exterior por u$s42 millones (que fueron casi totalmente explicadas por acreditaciones en cuentas locales en moneda extranjera, “canjes”, con resultado neutro en el mercado de cambios, de los cuales u$s21 millones corresponden a personas físicas) y ventas netas de billetes por u$s10 millones. El resultado de billetes se explicó por ventas netas de personas jurídicas y otras por u$s56 millones, parcialmente compensadas por las compras netas de las personas por u$s46 millones.
Algunos seducidos por la estabilidad cambiaria, ahora más anclada en la recomposición de las reservas líquidas del BCRA antes las fuertes compras de divisas de los últimos meses, parecen haber redoblado apuestas en el “carry”. Otros quizás obligados a afrontar mayores gastos domésticos en dólares ante el atraso del dólar oficial y el derrotero parsimonioso de los otros tipos de cambio se ven presionados para vender billetes o activos para solventar esos mayores compromisos (ya que los costos internos se encarecen en términos de dólares ante la suba de los precios de bienes y servicios y la estabilidad del tipo de cambio).
Lo cierto es que, si bien no se trata de un flujo de inversiones directas hacia la economía real, por lo menos se retroalimenta la anoréxica oferta de divisas. Algunos seducidos por la estabilidad cambiaria, ahora más anclada en la recomposición de las reservas líquidas del BCRA antes las fuertes compras de divisas de los últimos meses, parecen haber redoblado apuestas en el “carry”.
Otros, quizás obligados a afrontar mayores gastos domésticos en dólares ante el atraso del dólar oficial y el derrotero parsimonioso de los tipos de cambio alternativos, se ven presionados para vender billetes o activos para solventar esos mayores compromisos (ya que los costos internos se encarecen en términos de dólares ante la suba de los precios de bienes y servicios y la estabilidad del tipo de cambio). Parte de esto se reflejó en el diferencial entre las compras y ventas per cápita que fueron de u$s183 y u$s250, respectivamente. Lo cierto es que, si bien no se trata de un flujo de inversiones directas hacia la economía real, por lo menos se retroalimenta la anoréxica oferta de divisas.