Como dice el viejo refrán quien no sabe soportar tener acciones cuando bajan, nunca las tendrá cuando suban y se perderán las mejores oportunidades.
Por Claudio Zuchovicki
Somos muchos los lectores de este medio que aprendimos, en este ”ámbito”, leyendo a quien fue a mi gusto el mejor periodista bursátil, Carlos Fontana.
Él siempre nos mostró que los mercados se mueven en ciclos y estos se repiten, solo que cada vez más rápido. El gran Carlos Fontana diferenciaba los ciclos según los estados de ánimo del inversor.
Los mercados reaccionan cuando todos están pesimistas, negativos, desanimados y terminan cuando están todos eufóricos, positivos y con fuertes expectativas de futuro, y como dice el viejo refrán quien no sabe soportar tener acciones cuando bajan, nunca las tendrá cuando suban y se perderán las mejores oportunidades.
Yo no sé qué va a pasar en nuestro mercado, y no sé qué va a hacer usted al respecto, pero quiero contarles que voy a ser yo como inversor bursátil. En este caso uso también este “ámbito” para justificar mi opinión que no tengo dudas de que soy comprador de activos argentinos, porque en el imaginario ciclo del inversor veo a todos muy negativos y sin demagogia, para mi nuestro país tiene todo para tener un futuro enorme. Pero antes quizás vamos a vivir un escenario de un fuerte Unga – Unga (traduciendo del latín).
¿Por qué? Simplemente, porque nuestros dirigentes políticos, sindicales o empresariales -sin importar de que partido político sean- no están pensando en una transición ordenada. Nuestros dirigentes, que son los mismos de siempre, prefieren la demagogia de vivir solo el presente y no planificar un desarrollo inclusivo y que los cambios impliquen un costo político tan alto que nadie se atreva a modificar el lugar de comodidad y de privilegios adquiridos que tiene cierta dirigencia actual.
Viendo las declaraciones de los que nos representan parece que estos años no aprendimos nada. Como en una pelea de socios, como en el fútbol, como en un divorcio, es mayor el placer de ver lo que pierde el otro, que disfrutar lo que gana uno.
Soy comprador, le tengo ganas al futuro, porque finalmente uno se queda acá, mis hijos viven acá, pero hay que estar preparado, y la mejor manera de hacerlo es diversificando para no tener que cambiar de carril permanentemente.
En mi justificación, los precios ya reflejan el escenario descripto y cualquier cambio favorable puede potenciar nuestro mercado.
Pero la primera consigna es saber que puedo fallar, a pesar de ello, me seduce más el beneficio que puedo obtener, al miedo que tengo a perder. Al fin y al cabo, las acciones en promedio cayeron 65% de los máximos en dólares. Cuenta la historia que un hombre, al regresar muy tarde a su casa luego de una muy buena jornada laboral, encontró en su puerta un billete de 20 pesos. Lo atribuyó a su afortunado día y decidió continuar esa racha en el casino. Apostó los 20 pesos al número 34 y acertó. Luego apostó todo al rojo y volvió a acertar. Así fue que ganó diez veces seguidas y, con lo recaudado, decidió ir a punto y banca. Tras otra hora de apuestas, logró acumular unos 500.000 pesos. Antes de irse a su casa, pasó nuevamente por la ruleta, puso todo en negro y ganó 1.000.000 pesos. Sin soportar la tentación, y en su ya decidida última jugada del día (porque se aproximaba la medianoche y terminaba su día de suerte), apostó todo al rojo. Resultado obvio: salió el negro y el hombre se quedó inmóvil mirando cómo se llevaban todas sus fichas. Al volver a su casa, y ante la pregunta de su mujer de cómo le había ido, contestó: “¡Genial! Luego de un gran día de trabajo me encontré 20 pesos, fui al casino y logré divertirme gratis por más de dos horas” y sabes que, hasta por un instante casi me sentí rico.
Moraleja: Riesgo no es lo que uno compra, sino cuanto uno compra. Simplemente porque cuando uno gana está tentado a vender y tomar ganancias y empezar otra historia. Pero cuando uno va perdiendo no quiere reconocerlo y decide esperar. Este procedimiento es sin dudas uno de los errores más comunes en los inversores. Es por eso que los buenos proyectos terminan financiando a los malos, ya que uno se queda con lo que no sube, y por algo no sube.
Segunda consigna no subestimar la realidad. Soy consciente de que muchos entraron en pánico y ahora desconfían de todo: de su banco, su bróker, los balances corporativos, las calificadoras de riesgo, las auditorías externas, los entes reguladores, la capacidad de gestión de los gobernantes, etc. Pero invertir, amigos, es aprender asumir riesgos. Hay momentos en la vida en los que, si uno quiere cambiar la situación en la que está, quiere crecer económicamente o tener más tiempo, o necesita cambiar porque si no se funde, o simplemente se cansó de hacer siempre lo mismo, en fin, por lo que sea, cambiar algo implica asumir riesgos.
La tercera consigna es armar mi estrategia, escribirla, releerla y si no hay cambios bisagra, respetarla y no dejarme llevar por el día a día que informa incluso este diario.
Mi proceso decisorio
¿Cuándo invertir? Este mes. El momento muchas veces es más importante que el precio. Por lo general los precios respetan una tendencia. Entrar en ella mucho antes o algo después puede hacer perder más dinero, que comprar caro.
¿Dónde invertir? Cuando se construye un edificio, el que construye no podría asegurar que va a ganar plata, depende de muchos factores, pero el que sí gana seguro, es el que le vende los ladrillos, el vidrio, el plástico, el acero etc. Siempre el primero que factura es el proveedor del que le empieza a ir bien. Entonces invirtamos en los proveedores de aquellos a los que les empieza a ir bien en esta pobre realidad económica argentina, los proveedores del campo, de la minería (litio), de la tecnología (la industria de software ya factura tanto como nuestra producción de trigo y maíz) y turismo.
¿En qué invertir? Contestadas las dos preguntas anteriores, recién ahí vemos en qué instrumento invertir. Si uno predice recesión o crecimiento muy lento la apuesta es por la renta fija, que me asegura una tasa de interés. Esto aumenta el capital y, en un escenario recesivo, aumenta el poder de compra.
La mitad de la cartera de inversión jugaría al arbitraje peso/dólar/tasa. Creo que el dólar seguirá estable, con más oferta que demanda, a pesar del último movimiento donde volvió a coquetear con los 40 pesos. Será zona de trading. Cerca de 37 será oportunidad de compra, porque la banda de flotación sube 2% mensual. Cuando esté cerca de 40 será oportunidad de venta, porque rinde más la tasa en pesos. Así de simple. Serán dos meses donde la especulación no estará en una tendencia definida, sino en este sube y baja.
Más preocupante que el dólar es el alto riesgo país. Los bonos de corto plazo rinden 3,5% anual en dólares, pero los que van más allá del 2020 rinden un 10% anual en dólares. Esto me muestra cierto riesgo político, que justifica mi párrafo introductorio. Yo asumo el riesgo y por lo menos con el 30% de mis ahorros tengo bonos que vencen en el 2024. Rinden 10.5% anual en dólares, suficiente renta para que la avaricia le gane al miedo y en mayo cobro un adelanto.
Acciones ligadas a Vaca Muerta, transporte y producción de gas y a la ganadería (exportable a EE.UU.) son una oportunidad interesante. Nunca más del 20% de sus ahorros para olvidarse y pueda dormir sin seguir los precios día a día.
Por último, y a modo de conclusión usted se conoce como nadie, y sabe qué riesgo puede soportar. El riesgo cero no existe, saber administrarlo es la consigna. Warrant Buffet decía que “Usted continuará sufriendo si tiene una reacción emocional a todo lo que se le dice. El verdadero poder es sentarse y observar las cosas con lógica. Si las palabras te controlan, significa que todos los demás pueden controlarte, respira y deja que las cosas pasen”
No se deje llevar por las noticias diarias, el tiempo es un potenciador de las decisiones, si estas son malas el paso del tiempo te arruina, pero si estas son buenas el paso del tiempo te enriquece. Usted decide.
Fuente: https://www.ambito.com/asumiendo-riesgos-n5005397