Los Globales se recuperaron desde el piso de precios de noviembre. Pero en 2021 mantienen una caída de 12,4% en promedio, mientras que el riesgo país sigue sobre los 1.700 puntos, un nivel tan alto como el previo al canje
El firme rebote de precios de los bonos en dólares de la Argentina es uno de los datos sobresalientes para los mercados financieros. Los títulos Globales -con ley extranjera y que son referencia de la deuda argentina en el exterior- anotan una mejora promedio de 8,9% en el último mes del año.
Pero al observar en detalle, se trata apenas de una recuperación tras haber alcanzado valores mínimos al cierre de noviembre. Los Globales aún acumulan una baja de 12,4% promedio en sus cotizaciones en 2021 y todavía se sostienen mucho más cerca del piso que del techo desde su salida al mercado en septiembre de 2020.
En este aspecto el índice de riesgo país replica este movimiento con precisión. El indicador de JP Morgan, que mide el diferencial de la tasa de retorno de los bonos del Tesoro de los EEUU con similares emisiones emergentes llegó a quedar cerca de los 2.000 puntos el 30 de noviembre, cuando algunos Globales, como el GD35 y el GD46, llegaron a operarse debajo del USD 30, una cotización considerada de default o virtual impago.
Hoy el riesgo país argentino anota un retroceso hasta la zona de los 1.718 puntos básicos. Puesto en perspectiva, todavía está unas 600 unidades por encima de los 1.101 puntos básicos del 10 de septiembre de 2020, cuando los títulos reestructurados a los acreedores privados salieron al mercado.
Y en torno a los 1.700 puntos, le empata con el nivel de riesgo país alcanzado en diciembre de 2019, cuando el presidente Alberto Fernández comenzaba su mandato. Por lo tanto, todo el efecto positivo de aquel canje de deuda por más de USD 100.000 millones, con amplias quitas se consumió en solo 15 meses.
Los inversores, mientras tanto, siguen de cerca las lentas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reprogramar una millonaria deuda, al tiempo que el avance de la cepa Ómicron condiciona a los mercados internacionales.
El escepticismo se mantiene al punto que la reciente mejora para los papeles de deuda no deja de ser una apuesta de corto plazo. Además del entendimiento con el organismo para extender y flexibilizar el calendario de pagos del stand by por USD 45.000 millones, que no llegaría antes de febrero o marzo del año que viene, el Gobierno sufrió el traspié de su proyecto de ley de Presupuesto en el Congreso, mientras que la postulación de un plan económico Plurianual todavía transita en el plano de la abstracción.
Sin presupuesto, ni brújula que oriente en un sendero fiscal, monetario y cambiario sostenible, los bonos soberanos continuarán en los próximos meses con su trayectoria errática, aún cuando los analistas reconocen atractivos precios y rentabilidades implícitas sin paralelo en el mundo financiero.
Javier Timerman, socio de Adcap Grupo Financiero y co-fundador de Banza, explicó que “los inversores se fijan de acá en adelante. A la Argentina le impactan más los desencuentros a nivel político que los números del Presupuesto. El problema con la Argentina es la desconfianza sobre el proceso político. El FMI habla del ownership, de quién es el dueño del programa que se firmó en 2018, y dice que el dueño fue el Gobierno y que con eso no alcanza: tienen que estar la oposición, los gremios, la sociedad civil… Y esa posición es muy compartida por los inversores: quieren que la Argentina tenga una política de Estado, más que un déficit tal. Creen que sin ese acuerdo político, nunca se va a poder tomar una medida que dure en el largo plazo. Tiene que haber mucha más calma política para que la Argentina sea un destino para la inversión”.
El elevado riesgo país de la Argentina responde a factores concretos y no es un número aislado. Cuando se analiza el riesgo país del resto de la región, solo Venezuela está en un escalafón por encima del argentino -en estratosféricos 52.000 puntos-, pues es la única economía que supera a la doméstica en cuanto a la profundidad de su recesión, su inflación e insolvencia.
“A pesar de casos puntuales, hay consenso entre los fondos del exterior que los títulos siguen en precios de oportunidad, si el Gobierno decide reducir la incertidumbre política”, precisó Joaquín Marque, director UG Valores.
No obstante, Marque advirtió que “en los últimos días se vio una apreciación del dólar frente a monedas emergentes, que llevo a los banco centrales de dichos países a subir sus tasas de interés. Será importante acompañar desde Argentina dicho movimiento para no sufrir mayores volatilidades. La tasa de inflación interanual histórica de Estados Unidos de 6,8% seguramente llevara a una aceleración de los tiempos de ajuste de tasas de la Fed (Reserva Federal), que indefectiblemente tendrá un efecto en los mercados emergentes”.
El economista Walter Morales, presidente de Wise Capital, apuntó que “no existe la posibilidad de no acordar y pagar, porque no hay dólares. El no pago sumaría incertidumbre cambiaria, haciendo que el dólar ‘contado con liquidación’ continúe su escalada alcista, a la vez que hundiría aún más a los bonos en dólares. No acordar en un escenario de escasez de reservas potenciaría la salida de dólares del BCRA y produciría un estancamiento de la economía, porque se dilatan las decisiones para realizar negocios”.
“De todos modos, evitar un default no va a ser sencillo. Es simple: hay déficit primario de -3,5% del PBI y no va a desaparecer de un plumazo, a lo que hay que sumar que la Argentina no inspira confianza como para refinanciar deudas. Dentro de este contexto, a partir de 2025 -y sólo por vencimientos de títulos públicos nacionales-, vencen USD 9.500 millones, los que aumentan a casi USD 13.000 millones desde 2028, y a USD 14.500 millones a partir de 2031. A esto hay que sumar los USD 5.000 millones que habrá que pagarle al FMI a partir a partir de 2025 -suponemos un acuerdo a 10 años con 4 ó 5 de gracia-, los vencimientos de los bonos provinciales y deuda financiera corporativa. Urgente se necesita tener superávit primario”, detalló Morales.