Las políticas de sintonía fina, como la baja gradual de las tasas de interés de política monetaria, a niveles reales negativos, son tan inconsistentes como las del gobierno anterior que mantuvo disparatadas tasas reales positivas
Por Roberto Cachanosky
El Banco Central viene acelerando la reducción de la tasa de interés de referencia del mercado tratando de estimular el crédito para reactivar la economía. En rigor, este tipo de recetas de sintonía fina son para países con tasas de inflación sustancialmente inferiores al de la Argentina. Hoy la Argentina se ubica en el cuarto lugar de países con mayor tasa de inflación en 2019, luego de Venezuela y Zimbabwe.
Puesto en otras palabras, el BCRA, que debería estar velando por bajar la tasa de inflación, se ocupa de reactivar la economía, bajando la tasa de interés por debajo de la tasa de inflación anual actual.
Es cierto, como dice el comunicado del BCRA, que “las altas tasas de interés reales fueron inefectivas en generar una desinflación sostenible en el pasado reciente”. El problema es que cuando un país no tiene moneda, porque esos papeles que emite la autoridad monetaria no son reserva de valor; no hay tasa de interés que convenza a la gente de demandar dinero de largo plazo, sólo pesos para transacciones corrientes.
Diferencia entre demanda de dinero y de pesos
Es más, las anteriores autoridades del BCRA y algunos economistas, confundieron demanda de moneda con demanda de activos monetarios remunerados. La primera se refiere a tener dinero inmovilizado sin remuneración (sin cobrar una tasa de interés). Cuando aumenta la demanda de moneda disminuye la compra de todos los otros bienes y servicios de la economía y el nivel general de precios tiende a bajar.
Cuando disminuye la demanda de moneda (dinero que la gente tiene inmovilizado y que está fuera del circuito económico) se produce un exceso de moneda, se demandan más bienes y el nivel general de precios tiende a subir.
Diferente es cuando el BCRA aumenta la tasa de interés para que los particulares compren Letras, haga depósitos a plazo fijo para que los bancos, con ese dinero, compren Leliq o cuando se venden bonos para absorber liquidez del mercado. En ese caso no hay aumento en la demanda de moneda. Lo que hay es aumento del interés por activos financieros.
Demanda de dinero es tenerlo debajo del colchón, en una caja de galletas o en el cajón del escritorio. En ese caso, no se percibe remuneración alguna por el dinero que se tiene guardado y está fuera del circuito económico. Cuando la gente busca obtener un rendimiento con su dinero, entonces eso es demanda de activos financieros.
Lo que hicieron las autoridades anteriores del BCRA fue ofrecer activos financieros para retirar dinero de circulación, pero pagando una tasa de interés que era inconsistente con el rendimiento de cualquier actividad económica lícita. Si la tasa de interés ofrecida al ahorrista supera la tasa de rentabilidad promedio de la economía, entonces seguro que el BCRA se está metiendo en un problema porque ese dinero no se podrá devolver.
Ahora Miguel Pesce parece querer intentar el camino inverso. Baja la tasa de interés de referencia para que los bancos tengan que pagar menos por los plazos fijos y, al reducir la tasa pasiva (la que paga una entidad para captar dinero), paralelamente disminuya la tasa activa (la que cobra el banco al prestar dinero), y de ese modo se reactiva la economía.
Si el sistema anterior de tasas de interés disparatadamente altas era inconsistente, la estrategia inversa de reducir la tasa de interés por debajo de la inflación también es inconsistente.
Materia prima escasa
Es que el crédito que las autoridades del BCRA pretenden que aparezca tiene que tener como contrapartida el aumento ahorro, esto es la porción del ingreso no consumido. Pregunta: ¿quién va a generar ahorro para colocarlo a tasa de interés real negativa y perder su capital?
Con esta medida lo que está asegurando el Central es desestimular el ahorro en el sistema financiero y, por lo tanto, no conseguirá la meta de aumentar el nivel de préstamos a las familias y empresas y reimpulsar la economía.
Hay que recordar que la tasa de interés no es el precio del dinero, sino la recompensa que pide una persona o empresa por postergar consumo presente por futuro más otros ingredientes.
Hay que recordar que la tasa de interés no es el precio del dinero, sino la recompensa que pide una persona o empresa por postergar consumo presente por futuro más otros ingredientes, tales como:
- Para que alguien no consuma hoy, es decir ahorre, le tienen que ofrecer alguna compensación por esa postergación. Lo que se llama tasa de interés originaria;
- El ahorrista, evaluará el riesgo de la persona a la que le prestaría sus ahorros. ¿Es buen pagador? ¿Reconoce sus deudas?, etc.
- Compensación de la inflación. Si alguien va a dejar de consumir hoy para consumir dentro de un año, además de pedir las dos coberturas anteriores, querrá que tener garantías de que no perderá poder adquisitivo;
- Condiciones institucionales. Finalmente, la persona que posterga consumo presente para ofrecerlo como ahorro, evalúa que países como la Argentina en que el acreedor siempre es mal visto por la justicia y el deudor es visto como víctima del acreedor, porque en caso de pleitio, correrá en desventaja;
- Posible confiscación. Pero más allá del riesgo que la justicia le falle en contra, la incertidumbre mayor se origina en que los gobiernos argentinos se caracterizan por ser confiscadores seriales del ahorro privado. No es casualidad que el argentino ahorre en el extranjero. Además de huir de la feroz carga tributaria, busca colocar sus ahorros en lugares que los protejan de las manos de un Estado confiscador: Plan Bonex; corralito; corralón; pesificación asimétrica (un fenomenal invento argentino); confiscación de los ahorros en las AFJP; Impuesto a los Bienes Personales, etc.
Si se junta la historia confiscatoria argentina con tasas de interés reales negativas, dudo seriamente que las autoridades del BCRA logren aumentar la oferta de ahorro para hacer crecer el consumo.
Esas políticas basadas en simples manejos de la tasa de interés pueden tener un vuelo muy corto, pero no es un sistema sostenible de más ahorro y más crédito. Es más, el sector público, en particular la autoridad monetaria, sigue siendo una aspiradora de cuanto peso anda circulando por el mercado. Si se suma el stock de pases pasivos más el remanente de stock de Leliq, se llega a $1,5 billones, superando el máximo que existía Lebac y Leliq que llegó a tener el BCRA, y una equivalencia del 95% de la base monetaria. Casi récord. De manera que es poco comprensible la baja de tasa y simultáneo aumento del endeudamiento del Central.
En síntesis, ni las disparatadas tasas reales positivas sirven para resolver los problemas económicos, porque llega un punto en que no hay tasa que cubra el riesgo de estar en pesos, ni las tasas reales negativas sirven para dar crédito genuino.
Sería más prudente que la autoridad monetaria se concentrara en bajar la inflación reduciendo la expansión de dinero primario y empezar a recorrer el largo proceso de recuperación del crédito creando confianza para atraer nuevamente los ahorros argentinos. Eso no se consigue con crecientes cargas impositivas y políticas redistributivas que hacen pensar que en cualquier momento se viene una nueva confiscación de ahorros.