En el sector financiero esperan para 2018 un cocktail de tasas más altas: tanto las pasivas que incentivarán algo la captación de depósitos a plazo fijo como las activas que disuadirán a algunos tomadores de crédito. Además, prevén originación de crédito más lenta (especialmente para empresas), algo más de fondeo de bancos a través del mercado de capitales y la reducción de la liquidez excedente en bancos al nivel mínimo que puedan tolerar para continuar operando con normalidad.
Como consecuencia de estas restricciones al crédito, ven menor nivel de actividad y menor presión sobre el nivel de precios de la economía.
Esto es así porque la oferta y la demanda de fondos prestables se vienen moviendo a velocidades muy diferentes: los depósitos crecen al 19% mientras los préstamos suben al 37%.
«Hasta ahora, los bancos han venido reduciendo su colchón de liquidez por un monto acumulado de $ 250.000 millones desde el comienzo del año. En paralelo, la tasa Badlar de bancos privados subió más de 300 puntos básicos. Si bien todavía le quedan $ 150.000 millones de capacidad prestable a los bancos privados (los públicos traen la misma tendencia), el mercado no está en equilibrio y en los próximos meses veremos cómo se reacomodan las variables en busca de nuevos niveles», advierte Miguel Zielonka, director asociado de Econviews.
Como en todo mercado, la señal de precio (en este caso tasa) es la que coordina a oferentes y demandantes para llegar a un nuevo equilibrio. Más tasa implica más oferta de plazos fijos (no de cuentas a la vista, que responden a necesidades transaccionales) y menos demanda de préstamos mayoristas. Vale aclarar que la psicología del tomador de crédito minorista es muy particular: casi nadie toma nota de la tasa de interés de los préstamos, sino que lo que se evalúa es el monto de la cuota y si ese valor es asequible con el ingreso actual y con las perspectivas de mantener ese ingreso. Así, aún en caso de que los bancos suban las tasas, si el préstamo es de plazo largo o si se aumenta el plazo de otorgamiento del crédito de modo de incidir poco en la cuota, es muy probable que el individuo continúe demandando crédito. «Por eso esperamos que el impacto en enfriamiento del crédito se sentirá en primera medida en el segmento mayorista», prevé Zielonka.
Vaticina que en unos meses se verán tasas más altas y créditos creciendo más lentamente: «La suba de tasas se va a sentir en términos relativos y no necesariamente en términos absolutos. Se espera que a partir de marzo o abril el Banco Central comience a relajar la política monetaria y eso moverá las tasas de interés hacia abajo. La Badlar y las tasas activas dejarán de subir primero y bajarán más lentamente que la tasa de política después, de modo que en términos relativos serán más caras».
Para que la restricción del crédito sea lo más leve posible, sería ideal que los bancos recurran con mayor rapidez y profundidad al mercado de capitales. Sin embargo, el sector público, las grandes empresas del sector privado, las PPP (Participación Público-Privada), los fideicomisos de construcción e infraestructura y las pymes también requieren del mismo mercado de capitales. Por ende, habrá un menor impulso del canal crediticio en los próximos meses, lo que en términos macroeconómicos implica un menor nivel de actividad y con ello una menor presión sobre el nivel de precios.
El CEO de uno de los grandes bancos afirma que la tasa de UVA va a estar entre 8 y 9% el año que viene: «Lo importante es que cuando los bancos vendan las carteras a través de cédulas hipotecarias, el comprador va a querer un rendimiento de entre 4 y 5%, entonces habrá un spread de alrededor de 4% paga los gastos de personal, sucursales, escrituras que debe pagar el banco, seguro de vida y mora».