• Busca aliviar deuda antes de octubre
Era una preocupación que estaba presente en el mercado desde hace ya algunas semanas, pero que ayer confirmó tener el propio Banco Central. El enorme stock que acumuló en Letras de deuda con los bancos (Lebac), para «administrar» el circulante de pesos y los efectos sobre el dólar y los precios lo llevó a disponer por primera vez una restricción: en la licitación que realiza todas las semanas, redujo a un quinto (de $ 5.000 millones a $ 1.000 millones) el monto máximo que los bancos pueden comprar de aquellos instrumentos que vencen antes de las elecciones, que son a 90 días (fin de agosto) y 120 días (fin de septiembre).
El plan es alargar vencimientos y evitar que se vuelva aún más pesada la carga que debe afrontar desde hoy hasta octubre próximo. El Central se encuentra ahora en una difícil encrucijada de la que no todos los ejecutivos creen que saldrá airoso. En sus esfuerzos por recomponer la actividad, el organismo aceleró la emisión de pesos del 23% al 31% anual desde enero hasta hoy. Pero, al mismo tiempo, ve aumentar los niveles de liquidez aún con más fuerza: hasta la primera quincena de este mes, tanto los plazos fijos como el efectivo en poder del público avanzaron al 34% anual; y las cajas de ahorro, al 39%. La dinámica lo obliga, por este lado, a ser algo más moderado en el manejo de la cantidad de dinero, y de interrumpir la baja de tasas que había iniciado en enero, para evitar que empiece a sentirse presión sobre el tipo de cambio y los precios. Ayer, afectado especialmente por el paro bancario, pareció despertarse el «blue»: trepó siete centavos y alcanzó su valor más alto en el mes. En este contexto, el margen se le hace cada vez estrecho, porque para absorber pesos debe emitir más deuda (posiblemente, a tasas de interés más altas) e incrementar aún más un stock de deuda que, sólo hasta las elecciones, ya supera los $ 200.000 millones.
Frente a todo esto, Vanoli decidió ayer expandir algo más, pero no demasiado: sin tocar tasas, inyectó casi $ 3.000 millones. Esto es, sólo el monto que deberán usar los bancos para comprar, mañana, un bono que saldrá a emitir el Gobierno (el Bonac). El organismo decidió otra vez no colocar Letras a un año de plazo para dejar allanado el camino a la emisión del Tesoro, que tiene plazos similares (ver aparte).
Ahora se suma también un segundo riesgo. Por cuestiones estacionales, los bancos sufrieron en estos últimos quince días (aún no registrados en las cifras del Central) un fuerte retiro de depósitos a la vista (cajas de ahorro y cuentas corrientes). La fuga respondió al pago de Impuesto a las Ganancias que las compañías deben hacer en mayo de cada año. Pero resultó esta vez, según fuentes del sector, algo más fuerte que en otros años. Y al producirse justo antes del paro cambiario, alcanzó a provocar un descalabro en el mercado: el call money, la tasa de interés que rige para los pesos que las entidades se prestan entre sí, saltó del 23% al 34,5% anual; y el retorno de los grandes plazos fijos en las mesas de dinero subió del 22% al 23% anual.
Para algunos, las cosas deberían volver a acomodarse en los próximos días, cuando se normalice la actividad bancaria y se superen los efectos estacionales. Para otros, en cambio, son ya señales de alarma de lo que puede pasar a medida que se acerquen las elecciones.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=792299