El Tesoro de Estados Unidos anticipó que tiene en estudio la posibilidad de emitir deuda que venza dentro de 50 o 100 años para aprovechar el actual retorno de las bajas tasas de interés. Esta decisión se sumaría a las emisiones de países como Canadá y España, México, Bélgica e Irlanda. En tiempos de mucha liquidez global, el mercado puede aprovechar estos bonos que pagan cupones regularmente
El Departamento de Tesoro de Estados Unidos comenzó a estudiar la posibilidad de emitir deuda con vencimiento a 50 y 100 años con el objetivo de aprovechar el actual entorno de bajas tasas de interés. Así lo aseguró en una entrevista televisiva el nuevo secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
«Tenemos que explorar si podemos emitir deuda a 50 o 100 años con primas muy pequeñas», precisó Mnuchin, quien reiteró que tiene sentido que el Tesoro estudie esta posibilidad, aunque señaló que todavía no están preparados para hacer un anuncio formal al respecto.
La decisión del Tesoro estadounidense se sumaría a las emisiones a 50 años que ya han realizado países como Canadá y España. En tanto, Bélgica e Irlanda ya colocaron deuda a 100 años, con una rentabilidad cercana a 2,3%. Por su parte, en 2014 México se convirtió en el primer soberano en colocar un bono a un siglo en libras esterlinas.
Los primeros bonos a 100 años los emitió la empresa de Ferrocarriles de Chicago en 1954, con un cupón al 5%, reembolsable en 2054. En 1996, China emitió bonos por un total de u$s 100 millones al 9%.
Incluso, existen casos más disparatados, con bonos cuyo vencimiento es a 1.000 años, como es el caso de Canadian Pacific Corporation, o bonos de deuda perpetua, los cuales han sido emitidos por el tesoro británico, o la empresa privada KLM en 1985, donde los inversores nunca reciben el principal de la deuda, y la deuda se recupera con los intereses periódicos a lo largo del tiempo.
Estos títulos, donde el inversor no cree que va a llegar al final, se conocen en la jerga financiera como perpetual bonds o «bonos perpetuos».
Se llaman así a dos tipos de bonos. Los estrictamente perpetuos, es decir aquellos que no pagan capital (algunos bancos europeos emiten ese tipo de bonos por ejemplo), y los mal denominados perpetuos que son vencimientos lo suficientemente largos como para que el inversor se concentre en cobrar los cupones en lugar del capital.
Es que estos bonos hacen pagos regulares de intereses pero nunca redimen la cantidad principal. Para recuperar el capital invertido en bonos, los inversores deben venderlos en bolsa.
Su valor es simplemente una renta o una sucesión de pagos periódicos. Los ejemplos de rentas usualmente se suelen referir a cuánto debe depositar el inversor si se quiere vivir con una renta determinada toda la vida, o cuánto se puede retirar de un fondo de una cantidad determinada durante un período dado.
Estos pagos pueden tener distintas características, como ser ciertos o contingentes, fijos o variables, pero en su gran mayoría son fijos y se valúan como si fueran ciertos (algunos pueden ser acumulables y luego se pagan).
Los analistas los recomiendan porque permiten al inversor un escenario de previsibilidad que no tienen ni los títulos de más corto plazo y mucho menos las acciones. Sin embargo, entre las desventajas de comprar este tipo de deuda, muchas veces es imposible salir de un bono porque no hay compradores o se debe resignar mucho precio.
Un estudio realizado por IESE, demuestra que el comportamiento de un bono a 100 años, es casi idéntico al de un bono a 30 años, en términos de fluctuaciones de los bonos ante los cambios de las tasas de descuento, o que el inversor recupera en torno al 90%-97% de la inversión (dependiendo de una mayor o menor tasa de descuento), en los primeros 30 años de vida del bono.