El stock se redujo 11% en dos meses; recesión, suba de tasas y falta de proyectos contraen la demanda de compañías
La economía paga ahora los costos de la pelea que emprendió el Gobierno contra el dólar. La suba de la tasa de interés mínima en plazos fijos, las restricciones a las importaciones, la recesión y la falta de proyectos de inversión redujeron la demanda de crédito de las empresas y provocaron una fuerte caída en el stock de las líneas de cortísimo plazo que las compañías usan para financiar capital de trabajo y que no están reguladas por el Banco Central.
Más allá de los esfuerzos oficiales que se hacen para forzar a las entidades a volcar préstamos a tasa fija, los adelantos en cuenta corriente acumulan dos meses de caída: se contrajeron un 4% en septiembre y un 9% en octubre, desde un stock total en el sistema de $ 64.000 M a uno de $ 55.000 M. En 30 días, el retroceso acumulado es del 5,5%; en 60 días, del 11%.
En los bancos cuentan que las compañías empiezan a contar ahora con mayores niveles de liquidez por dos factores: en primer lugar, la fuerte caída de la actividad les hace recortar proyectos y postergar decisiones de inversión; y en según lugar, las novedosas prohibiciones sobre las operaciones de contado con liquidación les impiden dolarizar sus pesos excedentes para realizar importaciones o fugar divisas del país. Como resultado, quedan con efectivo ocioso y no tienen necesidad de tomar fondos prestados en el sistema financiero.
El crédito de corto plazo a empresas se contrae así en términos reales: crece este año apenas un 10,6% frente a una inflación acumulada que llega ya al 40%. Es el efecto de una política económica en la que no parece haber demasiado margen, todavía, para grandes medidas keynesianas, que está abocada a resolver el problema cambiario y dar prioridad a medidas que apunten a contener la demanda de dólares. A veces, claro, en perjuicio de la actividad. Tras el desembarco de Alejandro Vanoli, el Banco Central optó por subir las tasas de interés mínimas de los plazos, las de los pases y las de las líneas de corto plazo que los bancos se prestan entre sí. Las entidades resolvieron entonces trasladar estos mayores costos a los créditos que no están regulados (los adelantos) y las empresas respondieron con una menor demanda. Es el plan que por ahora deja conforme al Gobierno: tasas de interés en pesos superiores a las expectativas de devaluación, que hace que los activos en moneda local sean más atractivos que el dólar.
En esta misma sintonía, el organismo oficial se esforzó en octubre por contener la emisión de pesos: la base monetaria mostró su primera desaceleración desde mayo, al reflejar un crecimiento del 19,7% anual. El objetivo es llevarla al mismo ritmo que muestra la inflación del Indec: un 1,4% mensual que, en términos anualizados, se ubica debajo del 20%. El Gobierno cree que logrará persistir en este camino evitando financiarse a través de las transferencias de pesos del Central, mediante emisiones de bonos atados a la devaluación, como las que viene haciendo en el sector privado. De este modo, a pesar de la contracción de la economía, el crédito ya cayó este año en relación con el Producto Bruto Interno (PBI), del 15% al 13%.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=767383