Ni el Gobierno ni los especialistas debían descartar una salida uruguaya en la renegociación de la deuda pública con los tenedores de bonos. Una salida de esa clase u otra parecida, conduciría a fuerte reducción de la prima de riesgo-país, una correspondiente reactivación económica y una reducción de la pobreza.
Este artículo es una secuela del que publicó Ámbito Financiero el 10 de febrero pasado: en aquella ocasión argumenté que ni el Gobierno ni los especialistas debían descartar una salida uruguaya en la renegociación de la deuda pública con los tenedores de bonos. El motivo es que una salida de esa clase u otra parecida, aunque demanda una reducción importante del gasto público y un superávit fiscal equivalente, conduciría a una fuerte reducción de la prima de riesgo-país, una correspondiente reactivación económica y una reducción de la pobreza. Por medio de la evolución de tres relaciones (y dos gráficos) trataré de aclarar dicho argumento.
Primero analizamos la relación entre el gasto público “insostenible” y la pobreza. El gasto “insostenible” está expresado como porcentaje del PBI; representa el gasto consolidado primario (sin pago de intereses de la deuda) en exceso de 25% del PBI. Según diversos observadores, éste sería el nivel consistente con la estabilidad macroeconómica de largo plazo en nuestro país. La pobreza está expresada como porcentaje de la población. La fuente de ambas series es el banco de datos del Estudio de Orlando J. Ferreres.
La relación entre gasto público y pobreza es compleja; mucho más compleja que las relaciones entre crecimiento monetario e inflación o entre riesgo-país y producción. No está de más decir que lo mismo vale para la relación entre el gasto público “insostenible” y la pobreza. Un cambio de la primera variable no tiene un impacto inmediato ni proporcional sobre la segunda. Siguen tres observaciones que quizá aclaren dicha relación:
- a) Entre 1968 y 1987, cuando el gasto público insostenible aumentaba de cero a 13 puntos del PBI, la pobreza aumentaba de menos de 4% de la población a más de 18%. El coeficiente de correlación del período es positivo e igual a 72%. O sea que el exceso de gasto parecería estar significativamente relacionado en este período con el aumento de la pobreza. En 1987, el gasto público aumentó a 38% del PBI; dos años más tarde vino la hiperinflación y la pobreza registró un pico de 47,5%. Fue necesaria una aguda desinflación y una reducción del gasto (por las privatizaciones) para que bajara a 23,5%.
- b) Después de 1987, la correlación entre gasto público y pobreza se quiebra. No es para menos en vista de dos crisis extremas: la hiperinflación, en 1989/90, y el pánico bancario, en 2001/02. En el período 1992-2004, el gasto insostenible fluctuó alrededor de 7% del PBI y la pobreza saltó de 24% a más de 60% de la población. Recién en 2013 bajaría a 27% por factores distintos al gasto público.
- c) En el período 2005-2019, el gasto insostenible fluctuó alrededor de 17% del PBI y la pobreza promedió 34% de la población. Con buenos términos de intercambio, buen nivel de actividad y menor inflación, bajaría, pero aun en tales circunstancias es riesgoso pronosticarla por debajo de 27%.
En segundo, lugar analizamos la relación entre las trayectorias de la pobreza y el ingreso per cápita relativo. En 1970, el ingreso per cápita argentino era igual a 60% del ingreso per cápita promedio de EE.UU., Gran Bretaña, Canadá y Australia, y la pobreza alcanzaba a 5% de la población argentina. Treinta y seis años después, el ingreso argentino relativo era igual a 30% y la pobreza alcanzaba a 40% de la población. Pobreza e ingreso relativo se movieron mecánicamente en sentido opuesto durante las casi cuatro décadas que cubre el gráfico. El coeficiente de correlación del período es negativo e igual a 92%. Cabe concluir entonces que la pobreza, antes que el resultado de un problema distributivo, sería la consecuencia de una pobre acumulación de capital. ¿Por qué? Como el ingreso per cápita es un reflejo de la productividad del trabajo, y ésta depende de la inversión; finalmente el ingreso relativo y la pobreza son una consecuencia del incentivo a invertir en la jurisdicción nacional. En otras palabras, ambas variables, que son las dos caras de una misma moneda, son consecuencia de la prima de riesgo argentino.
La prima de riesgo argentino es el precio que demanda un inversor para hundir capital en la jurisdicción argentina. O sea que captura la volatilidad macroeconómica argentina, la cual está relacionada con el déficit fiscal.
Por último, se analiza la relación existente entre el déficit fiscal y el gasto público insostenible. De acuerdo con investigaciones propias, el déficit fiscal es la principal variable explicativa de la prima de riesgo argentino en el largo plazo; en el corto plazo, también responde a variables tales como el stock de reservas internacionales y la relación deuda/exportaciones. El Gráfico Nº 3 muestra la relación entre gasto público insostenible y superávit fiscal financiero (luego de pagar intereses de la deuda); ambas variables están expresadas en términos del PBI y la fuente de la segunda es el Estudio de Orlando J. Ferreres. Como podía anticiparse, en el período de referencia predominó una relación inversa entre estas dos variables. Mientras más arriba del umbral de 25% del PBI se sitúa el gasto público, más arduo se le hace al Gobierno encontrar fondos sin recurrir a la inflación, el endeudamiento y la confiscación. Esta dificultad se expresa en la relación inversa que observan como norma el gasto insostenible y el superávit financiero, o la relación directa que observan el gasto insostenible y el déficit. El coeficiente de correlación entre ambas variables es negativo e igual a 31%.
Concluimos así que el exceso de gasto público sería en el largo plazo la primera causa de la alta prima de riesgo argentino, el estancamiento económico y la elevada pobreza. A su vez, en vista de que la incertidumbre reinante sobre el cumplimiento de los términos de la deuda pública podría ser la causa elemental del gran aumento que registra la prima desde octubre de 2018, insistimos en que la renegociación debería aproximarse lo más posible a la salida uruguaya.
Fuente: https://www.ambito.com/economia/canje/canje-por-que-descartar-una-salida-la-uruguaya-n5086013