La aceptación ya estaría por encima del 70% y se acercaría a las mayorías necesarias. El viernes cierra. Todo dependerá de los inversores particulares.
El proceso de reestructuración de deuda soberana argentina emitida bajo legislación internacional ingresa hoy en su etapa final de definición. Habiendo ya cumplido todos los requisitos legales y sin prórrogas posibles a la vista, el cronograma de aceptación de la oferta vencerá indefectiblemente el próximo viernes 28. Una semana después, el 4 de septiembre, se emitirá el nuevo cóctel de bonos que reemplazarán a los títulos públicos canjeados. Entre una fecha y la otra, y luego que obligatoriamente el Ministerio de Economía informe cómo fue ejecutado el plan de redesignación de bonos, los acreedores disconformes tendrán 5 días para protestar y, eventualmente renunciar al canje. Si este número de protestas es bajo, como aseguran cerca de Martín Guzmán que sucederá, el Gobierno de Alberto Fernández espera mostrar un resultado récord: superar el nivel de adhesión que obtuvo la Argentina en los últimos dos canjes de deuda, ejecutados en 2005 y 2010, durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, respectivamente. Entonces, las adhesiones llegaron al 92,4%, sumando ambos tramos, mientras que se especula con cierta convicción en el Palacio de Hacienda, que es muy posible que este llamado supere ese porcentaje.
Las cuentas que hace Guzmán, y que se envían a Olivos, es que ya para el viernes los tres grupos que representan a los principales fondos de inversión con deuda argentina a reestructurar estaban ingresando a través de solicitudes que sus apoderados están presentando ante la Security and Exchange Commission. Tanto el Ad Hoc como el Exchange Bondholders se ocuparon toda la semana pasada de publicar su consentimiento, y su posterior adhesión formal. El viernes pasado hizo su aparición el Comité de Acreedores, con lo que la firma del trío quedó cerrada. Si, como se supone y los propios grupos se encargaron de publicitar en los peores momentos de la negociación, juntos representan al 35% de los acreedores, y si se sumara el algo menos del 40% que ya había entrado en la oferta fallida del 4 de agosto, el Gobierno podría contabilizar un 75% de adhesión. Si se tiene en cuenta que en todo proceso de canje existe un 5% aproximado que nunca acepta las propuestas (en el canje de 2005 y 2010 incluso hubo casi un 4% de tenedores que nunca se presentaron ni hizo juicio, sino que simplemente desaparecieron); para llegar al 93% de adhesión que le garantizará a Guzmán superar al de 2005/2010, necesitaría que esta semana ingresen el 18% de los tenedores de deuda. Entre los fondos de inversión hay muy pocas casas que no están representadas por los tres grupos, pero un 5% más de este tipo de inversores podrían sumarse. Con lo que, para finalmente lograr un nuevo récord se necesitará convencer al universo de bonistas particulares.
La tarea de la semana para avanzar en este grupo heterogéneo y atomizado (además de malhumorado con la Argentina), es responsabilidad del Bank of America y el HSBC, las dos entidades contratadas por la Argentina para emitir los nuevos bonos; y, en consecuencia, bucear en los interesados particulares su interés se sumarse al llamado.
La clave para que estos bonistas ingresen es el trabajo a destajo que deberán hacer los grandes bancos internacionales. Es allí donde los acreedores particulares tienen sus cuentas. Entre otras grandes entidades, debería haber contactos serios con el Citibank, Wells Fargo, JP Morgan Chase, Deutsche Bank, Santander, BBVA, SunBank, UBS, BNP, Barclays, Lloys, ING, Credit Suisse y Commerzbank. Todos deben ser contactados por el Bank of America y el HSBC. Como ya contó este diario, y salvo estos últimos dos bancos que cobran por su trabajo, es difícil convencer a los brokers de los grandes bancos poseedores de las cuentas donde están depositados los bonos a canjear, que trabajen a destajo a favor de la Argentina y su canje, más allá de informar a sus clientes que sólo le queda una semana para aceptarlo. Hasta el viernes, ni desde Buenos Aires ni de las oficinas de Wall Street de los dos bancos contratados se habló de ofrecer bonus a las entidades colegas para que se sumen al proceso.
Desde hoy habrá en Hacienda un monitoreo específico para llevar tranquilidad en etapas a Olivos. La primera será cuando se llegue al 65% de aval a los bonistas con deuda macrista. El segundo será cuando se supere el 75% promedio en toda la deuda. El festejo final será cuando los tenedores de deuda emitida en los dos canjes K supere el 85%. Para lograr este porcentaje deberían aceptar la oferta oficial unos u$s17.500 millones de los algo más de 20.000 millones en Par y Discount. Todo dependerá, en este caso, de lo que aporte el ingreso de la mayor cantidad posible de fondos de inversión alistados en el Exchange Bondholders. Hoy habría un dato preliminar sobre este punto, ya que en teoría muchos de ellos se habrían anotado en las últimas horas del viernes.
El proceso de canje luego del default de 2001 se dio en dos pasos. El primero fue organizado en el Gobierno de Néstor Kirchner, con Alberto Fernández como jefe de Gabinete, con Roberto Lavagna de ministro de Economía y Guillermo Nielsen de viceministro y principal negociador directo. En el primer llamado, el plazo de ingreso se estableció entre el 14 de enero y el 25 de febrero de 2005, estructurando una oferta de bonos donde las principales colocaciones fueron el Par 2038, el Discount 2033 y el Cuasipar 2045. Como incentivo se agregó un Cupón PBI que pagaría cada vez que la economía local superara el 3% de crecimiento. La aceptación llegó al 70,07%, nivel que el llamado de Guzmán no tendría problemas en superar. El proceso del kirchnerismo se cerró en 2010, con Amado Boudou como ministro, y las mismas condiciones de 2005, pero sin el Cupón. Se sumó un 66% de los bonistas que aún se mantenían en default, con lo que se completó la adhesión del 92,4% global.