• Inminente emisión de un nuevo bono que compensa pago de deuda pública
A tan sólo dos semanas del acuerdo logrado con Repsol, YPF está por cerrar la emisión de un título de deuda que podría ascender a los u$s 1.000 millones. Nada es casual: la llegada de esas divisas coincide con vencimientos de la deuda que la Argentina debe hacer frente por alrededor de u$s 600 millones correspondientes a servicios de renta del bono Par el 31 de marzo, a los que les siguen luego, en abril, el Boden 2015 y el Bonar 17. Ya hay bancos trabajando en esta transacción en el mercado internacional que le permitirá al BCRA no sufrir una sangría en sus reservas. Se podría anunciar la semana entrante, y el equipo del CFO (director financiero) Daniel González se encuentra a pleno con los detalles. Será una suerte de devolución: el miércoles YPF tuvo que girar al exterior u$s 300 millones para completar el pago de la compra de los activos de Apache.
El 16 de diciembre pasado, Miguel Galuccio anunció el lanzamiento de un bono a 5 años por u$s 500 millones en lo que fue la mayor emisión de deuda de la petrolera argentina. La tasa entonces pagada fue del 8,875%, difícil de repetir habida cuenta de las peripecias desatadas en la economía doméstica desde entonces y la reciente volatilidad en los mercados emergentes y en Wall Street. Cuentan a favor ahora con el acuerdo ya firmado con Repsol, enterrando así las amenazas judiciales abiertas en varios frentes. La operación de Galuccio le sigue a Petrobras, pero no se le puede competir: la petrolera brasileña logró captar u$s 8.500 millones a diferentes plazos, que llegaban a los 30 años y tasa del 7,32% máxima. Otra liga en la que se mueve Petrobras pero que deja al desnudo las desventajas de no contar con todos los papeles al día en el exterior (los defaults sin cerrar con países acreedores y bonistas), lo que se suma a los interrogantes que plantea el rumbo de las reservas del BCRA una vez que se agoten las liquidaciones de la soja en agosto.
Podría decirse que la necesidad de cuidar las reservas del BCRA ha sido la fuente de bondades y maldades oficiales. El acuerdo con Repsol, el pago de sentencias adversas en el tribunal del Banco Mundial, CIADI, el encarrilamiento del INDEC y la propuesta de un entendimiento con el Club de París están alineados con la meta de volver a captar divisas en el exterior. Una contracara de estas medidas fue el impuesto a los autos de alta gama, por lo que se apuntó a frenar la fuga de divisas por las importaciones de vehículos y que, como un bumerán, desató una caída de las ventas del sector. Fue la creación del impuesto, hablando en términos sojeros de moda, como el glifosato: barrió con todo. Fue de amplio espectro.
A futuro, los bolsillos de Juan Carlos Fábrega se moverán en función de variables difíciles de predecir, como lo que suceda en el juicio de los fondos buitre en Nueva York, o el rumbo de los mercados emergentes en general. En 10 días se anunciará el pago del cupón PBI, que obligará a desembolsos por u$s 3.000 millones a fin de año. Una generosidad del INDEC al mercado financiero. Pero quizá se pase sin problemas esa valla en la medida en que se logre encaminar la agenda internacional, haya desembolsos de BID y Banco Mundial pero especialmente que no se lancen nuevos bumeranes.