• Compromiso oficial para acotar los reclamos salariales.
• El BCRA, atado a rojo fiscal.
Las nuevas autoridades que tienen a su cargo el manejo de la economía siguen utilizando eufemismos como "variación de precios" para no mencionar la palabra maldita, pero puertas adentro las cosas son diferentes. El flamante jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ya planteó que su prioridad será darle batalla a la inflación, consciente de que el resultado que obtenga será lo que finalmente medirá el éxito de su gestión. Concretamente, definió con sus principales colaboradores y con el ministro de Economía, Axel Kicillof, cuál es el objetivo para el año próximo: bajar la inflación desde niveles del 25% actual (incluso algo más según las mediciones privadas) a un rango que se ubique entre un 15% y un 18% para el año próximo.
En el encuentro del viernes con sindicalistas y empresarios, Capitanich comenzó a esbozar esa idea, al hablar de un acuerdo de precios y salarios. Básicamente,la idea que en los próximos días redondeará el jefe de Gabinete es pedirles un compromiso a los integrantes de la cadena de valor que moderen los ajustes, pensando en una pauta anual de sólo el 15%. Como prenda de cambio, ofrece un compromiso firme del Gobierno de influir para que las paritarias del año próximo tengan subas del 15% promedio con un techo del 18%.
No se trata de un objetivo menor. Buena parte de los gremios considera que se quedó corto con el aumento del 24% promedio para los salarios y las dos subas del mínimo no imponible de Ganancias que el Gobierno definió a lo largo de 2013. Ahora piden un bonus navideño para ser pagado antes de las fiestas, que según el rubro va de $ 2.500 a $ 5.000.
¿Cómo hacer para que los gremialistas acepten subas no mayores al 18% con una inflación acumulada de por lo menos el 25%? El gran desafío que tiene por delante el equipo económico será romper la famosa inercia inflacionaria. Y para eso deberán darse señales casi de inmediato para moderar las expectativas vinculadas a los precios.
Como todo plan de estabilización, se pediría una moderación inmediata de precios, pensando sobre todo en los fuertes ajustes que se esperan para diciembre (mes de las fiestas y fuerte consumo) y enero. Se trata de dos meses en los que la inflación es alta por motivos estacionales. Conseguir buenos resultados convocando a la "paz social" sería la señal para moderar el reclamo sindical. Por supuesto hay sectores más intransigentes que otros. El titular de la CGT disidente, Hugo Moyano, ya salió a criticar con dureza al flamante jefe de Gabinete.
Esta política debe estar en sintonía con el resto de las decisiones que se adopten en materia económica. En primer lugar, se buscará equilibrar el nivel de ingresos y gasto, lo que requerirá de subas de tarifas para bajar los subsidios. No es casual que el primer proyecto presentado por el nuevo equipo haya sido un aumento de alícuotas impositivas, por más que se busque corregir distorsiones generadas por un tipo de cambio oficial atrasado. Y el jefe de Gabinete ya dejó trascender que los sectores que pueden deberán pagar más por su factura de servicios.
La otra pata, claro, es la del Banco Central. Sin embargo, la entidad que preside Juan Carlos Fábrega está supeditada a lo que suceda con las cuentas públicas. En la medida que se modere el déficit fiscal, la emisión de pesos para asistir al Tesoro disminuirá, con lo cual bajaría la presión sobre los precios y sobre el tipo de cambio. En realidad, el único motivo por el cual crece la emisión monetaria hoy es la impresión de pesos para cubrir las necesidades del sector público.
Al mismo tiempo, también es necesario ir trabajando para que el Central suavice la caída de reservas y, si es posible, comenzar un plan para ir hacia una recuperación gradual. Para ello se mantendrá la política de acercamiento con organismos multilaterales, que permita acceder al desembolso de fondos de largo plazo. Y a eso se agregaría la emisión de deuda en el exterior de provincias y empresas, que ya no parece tan imposible luego de la disminución del riesgo-país. De hecho, en las próximas semanas -tal como reveló este diario el viernes- YPF saldría a buscar u$s 300 millones con una colocación internacional, que sería la segunda del año. En estas últimas semanas, el principal motivo de la pérdida de reservas que sufrió el BCRA no es el turismo, sino la necesidad de pagar los compromisos de importación de energía que se acumularon durante buena parte de 2013.