La vulnerabilidad financiera de la Argentina se acrecienta cuando el contexto internacional se agrava. Las decepcionantes proyecciones para la economía global llevaron, por ejemplo, a que en diciembre los índices de Wall Street pasaran a negativo en 2018 y tanto la Bolsa local como el mercado de cambios acusaron el golpe en un cierre de año que ya arrastraba números rojos a pleno.
Hay cinco indicadores que hay que seguir día a día, porque dan clara señal del deterioro de los precios de los activos argentinos y permiten cuantificar la caída de la economía en un 2018 que puede ser el peor año desde la recesión de 2009.
1) Riesgo país. Por encima de los 700 puntos básicos, este índice que mide el diferencial de tasa de la deuda emergente respecto de los bonos del Tesoro de EEUU deja en evidencia la imposibilidad de la Argentina de financiar su déficit público sin el socorro del Fondo Monetario Internacional.
Hoy los rendimientos del bono del Tesoro de EEUU a 10 años se sitúan en 2,89% anual (289 puntos básicos). Argentina precisaría reducir su riesgo país a 300 puntos básicos, para recortar las tasas de sus emisiones soberanas a un 6% anual en dólares, un rendimiento muy alto respecto del que pagan otras economías, pero relativamente accesible para el futuro repago de la deuda.
Argentina tiene menos de dos años para alcanzar dicho objetivo, pues el acuerdo con el FMI garantiza el pago de la deuda hasta 2020. El riesgo país en el nivel más alto en cuatro años -marcaba 800 unidades el 17 de diciembre de 2014- expresa el nivel de desconfianza de los inversores sobre la posibilidad de volver a los mercados voluntarios de crédito.
2) Merval en dólares. El referente líder de las acciones de ByMA (Bolsas y Mercados Argentinos) perdió la mitad de su valor en 2018 cuando se lo mide en dólares. Incluso en pesos casi no registra ganancias (+3,7%) en un año cuya inflación superará el 45 por ciento.
El panel Merval comenzó el año en 29.974 puntos, unos 1.607 puntos en dólares, al dividir el registro por el tipo de cambio del cierre de 2017. Ahora se sitúa en torno a los 815 puntos, después de haber sondeado un piso de 710 puntos el 4 de septiembre.
Con una inflación tan alta como la argentina, el Merval puede exhibir ganancias en pesos solo con replicar el recorrido del promedio de precios de la economía, pero no habrá una recuperación palpable hasta que las ganancias puedan contabilizarse en moneda dura y con un volumen de negocios consistente que dé solidez a la suba.
3) Tasas altas. El descontrol cambiario de 2018, provocado por el colapso de la deuda acumulada en el balance del Banco Central, catapultó la salida de dos presidentes de la entidad en pocos meses. La devaluación del peso argentino «licuó» esta deuda, la de las letras Lebac, reemplazadas como instrumento de absorción de liquidez por las Leliq a partir de octubre, que pasó de ser el 110% de las reservas internacionales a fines de abril al 42% a finales de noviembre.
Sin embargo, fueron las tasas de interés récord las que contuvieron la escalada del dólar. Alcanzaron el 73,5% anual en pesos a comienzos de octubre y ahora retrocedieron a 59%, pero siguen extremadamente altas y profundizan la contracción de la economía. A este ritmo, el stock de deuda del BCRA va a seguir en aumento y otra vez el pasivo de la entidad puede ser una amenaza para la estabilidad financiera como sucedió a partir del segundo trimestre de este año.
Las tasas altas son eficaces en el corto plazo, pero al tener continuidad por varios meses empiezan a producir un efecto contrario al buscado: aumentan las expectativas de inflación y de devaluación. Por eso es importante que las tasas de referencia desciendan en el corto plazo a un nivel más cercano al de la inflación esperada.
4) Precio del dólar. La inflación más alta en 27 años que registra la economía argentina tiene que ver con el tipo de cambio: si suben los precios de los bienes y servicios también lo hace el del dólar, un bien más en la economía. Como muchos productos transables tienen al valor del dólar como un componente esencial de su precio, también la suba del dólar influye en que estos bienes se encarezcan más en el mercado interno.
En 2018 el precio del dólar se disparó más de 100 por ciento, después de haber acumulado un fuerte atraso en 2016 y 2017. La inflación acumulada desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri fue cercana a 162%, mientras que el alza del dólar fue de un 181%, desde los $13,93 que promedio el dólar minorista el 17 de diciembre de 2015 –cuando se liberó el «cepo» cambiario- a los $39,19 de hoy.
Es decir que el dólar recuperó este año el terreno perdido contra la inflación y lo superó en casi 20 puntos porcentuales, en un comportamiento que no debería sorprender por la incertidumbre sobre la evolución de la economía. Pero sería otro error del Gobierno volver a apostar por atraso cambiario para apurar una reactivación en el año electoral, porque los saltos abruptos del tipo de cambio que suceden a estos episodios destruyen las expectativas.
5) Reservas. Los activos internacionales del Banco Central son el respaldo de todos los pesos que emite el Banco Central. Los dólares que provee el FMI se van tan rápido como ingresan, pues tienen la exclusiva función de pagar deuda pública y evitar un default.
Por eso es fundamental que la Argentina vuelva a generar dólares a través de la actividad real, con superávit comercial de bienes y servicios, de manera que las reservas en divisas crezcan de manera sustentable y cumplan un rol como factor de estabilización para la inflación y el dólar y garanticen la capacidad de pago de la deuda en moneda extranjera.