La actividad económica se recupera en 2017, pero a un ritmo modesto por la baja de precios de materias primas, el estancamiento de Brasil, tasas más altas y un atraso cambiario que desincentiva la inversión real.
La actividad económica muestra signos de recuperación. El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, adelantó la semana pasada que según cálculos de la entidad, el PBI mostró en el primer trimestre un aumento de 0,7% respecto del último trimestre de 2016.
Según el Índice General de Actividad de la consultora Ferreres & Asociados la economía retrocedió 1,1% en el primer trimestre de 2017 respecto del mismo lapso del año pasado, pero en marzo experimentó un crecimiento del 1,2% en comparación con igual período de 2016. Fue el primer crecimiento interanual en 12 meses. Además, el primer trimestre arrojó un incremento del 0,8% en relación al período octubre-diciembre del 2016, indicó, «lo que marca el fin de la recesión», según la entidad del economista Orlando Ferreres.
Gustavo Reyes, experto del IERAL de la Fundación Mediterránea, explicó que «la última recesión, que arrancó a mediados de 2015 y finalizó a mediados de 2016, fue de las más suaves de los últimos 30 años», a la vez que «la recuperación del nivel de actividad está ocurriendo en forma lenta».
Cinco motivos fundamentales sirven para describir este escenario de recuperación lenta.
1) Contexto externo. El inicio de un ciclo de aumento de tasas de interés en el mundo empieza a encarecer el crédito externo, al que la Argentina apuesta para crecer y financiar el déficit público. Tasas más altas en los EEUU también «enfrían» la actividad en ese país, con efectos globales.
2) Caída de precios de las materias primas. En el segundo trimestre, período del año en el que la Argentina potencia sus exportaciones por la liquidación de la cosecha gruesa, los precios de la soja apenas traspasan los USD 350 por tonelada, luego de haber rozado los USD 400 en enero, e inciden en otros productos cruciales para el superávit comercial, como aceites y harinas de la oleaginosa.
3) Estancamiento en Brasil. La economía del principal socio comercial no da certezas sobre una recuperación consolidada, mientras persiste la debilidad política del gobierno de Michel Temer por los escándalos de corrupción de Petrobras y Odebrecht. Las exportaciones industriales argentinas dependen de Brasil, en particular las automotrices, que envían a este destino el 60% de sus ventas externas.
El último reporte de la CEPAL expresó que por el estancamiento de Brasil «las economías de América del Sur, especializadas en la producción de bienes primarios, en especial petróleo, minerales, y alimentos registrarán un crecimiento promedio de 0,6%. Esto representa una leve revisión a la baja respecto del 0,9% proyectado en diciembre pasado».
4) Tasas altas en pesos. En Argentina se registra el llamado «carry trade», que beneficia las transacciones financieras en moneda local, pero debilita las inversiones reales que no pueden replicar los retornos bursátiles. El BCRA se definió por las altas tasas en pesos (hoy en 24,25% para las LEBAC) para acometer contra la inflación local, que sigue muy por encima de las metas en el rango de 12 a 17 por ciento anual.
«El déficit fiscal continúa sin mayores novedades. Es sabido que este desequilibrio genera retraso cambiario y este fenómeno supone una dinámica creciente de carry trade», sintetizó Eduardo Fracchia, del IAE de la Universidad Austral.
Gustavo Reyes, del IERAL, apuntó que a fin de 2015 se vivía el fenómeno de exceso de emisión, que «con las metas de inflación, la herramienta es la tasa de interés positiva en términos reales, fenómeno que afecta la confianza del consumidor».
5) Atraso cambiario. La abultadas remesas de divisas en la plaza cambiaria, como consecuencia del blanqueo fiscal, los ingresos por colocaciones de deuda pública y privada y las exportaciones del agro, empujaron al dólar a una cotización minorista que hoy es inferior a los $16,13 del cierre de 2016. Es decir que el dólar bajó mientras que la inflación acumuló cerca de 8% en cuatro meses de 2017.
Gustavo Reyes enfatizó que «el mix de política fiscal blanda y monetaria dura provoca apreciación del peso, fenómeno que, sumado a la demora en el ciclo de reformas estructurales -gasto público, presión tributaria, exceso de regulaciones-, complican el despegue de las inversiones y de las exportaciones».
PUNTOS FUERTES PARA UNA REACTIVACIÓN
«En cuanto al sector real se espera un rebote moderado de la industria. La cosecha tiene buenas perspectivas aunque las inundaciones pueden ser un «cisne negro» con pérdidas estimadas de 5.000 millones de dólares», aportó Eduardo Fracchia.
Ferreres & Asociados destacó que » la actividad económica ha crecido 2,4% desde el piso alcanzado en septiembre pasado. Asimismo, esperamos que a partir del segundo cuarto del 2017 las señales positivas se consoliden, en un entorno de recomposición de los ingresos de los hogares, permitiendo así que la recuperación se vuelva un fenómeno más homogéneo».
«Como tendencias positivas pueden destacarse la esperada desaceleración de la inflación a partir de mayo, junto con la evolución de las exportaciones agrícolas, el empuje de la obra pública, la reparación histórica a jubilados y una nueva dinámica en el mercado laboral y financiero, consideraron los expertos del IERAL, mientras que «el empleo se está recuperando a un ritmo superior al del propio nivel de actividad expresando, posiblemente, mayor confianza en el futuro».