Más allá de la codicia y el miedo, es el título de un libro de Hersh Shefrin que describe el proceso en la toma de decisiones de un inversor. Este nos ayuda a comprender como los mercados se debaten entre el miedo y la codicia, entre el pánico o la avaricia.
Parto del principio que los mercados no se mueven por lo que pasa, sino por las expectativas previas que los inversores tenían de lo que podía pasar. Si se desilusionan con un balance, con un numero de empleo o fiscal o con un resultado político, las bajas son mucho más grandes e irracionales que lo que indican los propios fundamentos y viceversa si los datos son favorables ante una grata sorpresa. En concreto si una empresa presenta un balance donde gana 10% menos de lo que pensaba ganar, la acción puede caer 30% o si ganan un 10% más de lo que se pensaba puede subir un 30%.
Saben porque, porque el mercado negocia confianza y expectativas. Cuando perdes alguna de ellas no hay discurso, anuncio o promesa que puede restituirla de golpe.
Para mi paso un poco eso, el mercado esperaba otra cosa y como todos, también vota con el bolsillo. Pero no es sabio y exagera dando grandes oportunidades.
Primero actúa el miedo y cualquier precio es oportunidad de venta, pero luego hay un lindo principio que tiene la vida que es dignidad. En finanzas existe. Hay un valor luego de una gran baja, donde el inversor dice, ya está, me lo quedo. Hace el duelo y no está dispuesto a vender. Ese es el momento del rebote de mercado.
Un bono que está al 40% del valor. Una Empresa que vale el 30% de lo que valía hace una semana son argumentos sólidos para estar cerca de ese valor de dignidad. Es ahí donde parece que se corre el vendedor y si queres comprar vas a tener que pagar más caro y es ahí donde empieza el ciclo inverso y empieza a jugar la codicia.
Amigos hay un momento donde uno tiene que razonar y encontrar el valor a las cosas. No todo vale nada. El precio es solo un estado ánimo, el valor dura toda la vida.