Antes de las elecciones, la expansión de la base monetaria aumentaba a un ritmo del 35% anual. En pos de recuperar algo de la credibilidad perdida el Banco Central aceleró la toma de decisiones en pos de lubricar el proceso de desinflación. El dilema: no abortar la reactivación.
El rotundo triunfo electoral del oficialismo tuvo su correlato en el accionar keynesiano del Gobierno. Todos los cañones apuntaron a fogonear el nivel de actividad. Así, una de las calderas más usadas fue el canal crediticio. Se soslayó de esta manera el impacto inflacionario con tal de ganar en las legislativas de medio término. Pero ya consumado el éxito electoral el Banco Central comenzó a reajustar las clavijas ante el desbocamiento de la inflación, sobre todo la núcleo.
Como resultado del accionar del ente monetario, la expansión de la base monetaria acusa una desaceleración de más de 5 puntos al pasar de más del 33% interanual al 27% sobre el cierre de octubre. La brecha entre las expectativas inflacionarias del mercado y las metas del BCRA, venía reflejando el devenir de la inflación. Dado que convalidar una tasa de crecimiento de los agregados monetarios por encima del 35% interanual juntamente con una expansión del crédito al sector privado en torno del 50% interanual no daba lugar a esperar que la inflación cediera en la intensidad con la que venía evolucionando.
Tanto la banca oficial como la privada aprovecharon el apetito insatisfecho de la gente y las empresas por nuevos créditos y se lanzaron a cubrir ese bache (a pesar que gran parte de la liquidez sigue estacionada en Lebac, aunque algunas entidades fueron desarmando posiciones para canalizarlas en nuevos préstamos). Pero además el sesgo keynesiano se tradujo en el otorgamiento, casi a mansalva, de préstamos a los sectores de menores ingresos (foco de la campaña electoral) a través de la ANSeS que, según datos oficiales, ya otorgó más de 2,5 millones de créditos ARGENTA.
El boom del crédito que apuntaló e incluso impulsó el nivel de actividad en los últimos meses tiene ribetes casi inéditos para la historia reciente. Por ejemplo en octubre cuando apenas faltan contabilizar unos pocos días, ya el crédito total al sector privado crece al 49% interanual (unos $50.500 millones). Pero lo más relevante es el crecimiento de los préstamos privados en pesos que explican casi el 98% del incremento total. Además de la explosión de los préstamos personales (crecen al 58% interanual y 4% mensual, más de $12.900 millones) hubo un verdadero estallido en las líneas de hipotecarios que crecen al 77% interanual y 9% mensual, unos $7.700 millones mientras que los prendarios lo hacen al 72% interanual y 4% mensual (unos $ 4.300 millones). También las líneas comerciales como documentos tuvieron un buen mes con crecimientos del 45% interanual y 3% mensual. Mientras que tarjetas se desaceleró al 23% interanual y 1% mensual ($9.700 millones).
De modo que el boom crediticio fue impresionante y jugó un rol protagónico en la mejora del nivel de actividad y del humor social. En paralelo el BCRA fue inyectando miles de millones de pesos debido al accionar del Tesoro Nacional que por la vía de la asistencia directa recibió ya $110.000 millones y otros $228.000 millones a través de las compras de divisas (que capta el Ministerio de Finanzas). Como contrapartida fue absorbiendo vía Lebac casi $284.000 millones. Pero la demanda de dinero privada, a pesar de haberse recuperado, no dio abasto a semejante inyección de pesos. El excedente de dinero no deseado fue a alimentar la inflación.
El BCRA enfrenta el dilema de no abortar el buen nivel de actividad que ha alcanzado la economía (crece a más del 5% anual) al redoblar su lucha contra la inflación con miras a ganar un waiver para las metas de 2018. Tras la suba de la tasa de Política Monetaria al 27,75% y la nueva norma de integración de encajes, en el sistema especulan con que es posible algún ajuste en los encajes para frenar semejante ritmo de crecimiento del crédito. Algunos creen que sería mejor que venda reservas para aspirar los excedentes monetarios. Lo cierto es que existen dudas si podrá con estos cambios desacelerar la tasa de crecimiento de la inflación, sobre todo la núcleo en torno del 1% mensual.
Claro que se avecinan meses complicados monetariamente, cuando la demanda de base monetaria alcanza los mayores niveles del año (las empresas necesitan muchos pesos, al igual que el sector público para afrontar el pago de sueldos, aguinaldos y vacaciones). La mayor tasa hará parte del trabajo. ¿Pero será suficiente para entrar en un período estival con inflaciones del 1% mensual cuando hay varios ajustes de tarifas ya planeados y anunciados?
Por el momento el BCRA apunta a que con el cambio de integración de encajes (de promedio trimestral a mensual) poder controlar mejor la expansión monetaria y aquellos bancos que precisen liquidez recurran a la ventanilla de pases (préstamos a 1 y a 7 días del BCRA) y así regular la liquidez de la plaza.
Fuente: http://www.ambito.com/901845-comenzo-apreton-monetario-emision-crece-al-27-anual