Keynes fue el único economista que siguió sus propias teorías y gracias a ellas se hizo rico en bolsa. Lo cierto es que su fondo de inversión creció un 13% mientras ocurrió el crack de Wall Street en 1929.
El enfoque generalmente adoptado por Keynes con sus inversiones él lo resumió en:
1. Una selección cuidadosa de unas pocas inversiones considerando su bajo precio en relación a su valor intrínseco actual probable, y el potencial en un dado período de años, y en relación a otras inversiones disponibles en ese momento.
2. Una tenencia firme de éstas, relativamente grandes cantidades contra viento y marea, quizás por varios años, hasta que, o bien han satisfecho la expectativa que se tenía sobre ellas o sea evidente que su compra fue un error.
3. Una posición equilibrada de la inversión, es decir, una variedad de riesgos a pesar de que las tenencias individuales sean grandes, y riesgos contrapuestos si es posible (por ejemplo, una tenencia de oro entre otras inversiones en acciones, ya que probablemente se moverán en direcciones opuestas cuando haya fluctuaciones generales).
Keynes argumentó que “Es un error el pensar que uno limita sus propios riesgos diversificando mucho entre empresas de las cuales uno sabe poco y no se tiene ninguna razón particular para confiar… El conocimiento de uno y su experiencia son en definitiva limitados y raramente hay, en cualquier momento dado, más de dos o tres empresas en las cuales siento que puedo depositar una confianza completa.”
Cuando revisaba un importante trabajo en inversión de valores, Keynes argumentó que “compañías industriales bien manejadas, como regla, no distribuyen el total de sus beneficios a sus accionistas. En los buenos años, si no en todos los años, retienen parte de sus beneficios y los reinvierten en sus negocios. Por ende hay un elemento de interés compuesto operando en favor de una inversión industrial razonable.”