Economía necesitó tres meses para rediseñar el programa para que se destrabe el giro por USD 7.500 millones. Los reclamos en los planos fiscal y cambiario
El Gobierno llegó a las primarias para las elecciones presidenciales con un acuerdo técnico cerrado con el Fondo Monetario pero todavía está a la espera de un desembolso que necesita, de manera urgente, para alimentar las flacas reservas del Banco Central, uno de los problemas vertebrales que atravesó la entidad monetaria a lo largo del año.
El organismo y el Poder Ejecutivo negociaron durante meses la recalibración del programa, a la luz de los incumplimientos de casi todas las metas a lo largo del primer semestre, en buena parte explicados por el impacto de la sequía en las cuentas públicas, por el recorte de las exportaciones y el ingreso de dólares, junto con una menor recaudación impositiva. El Fondo Monetario tomó el argumento de la crisis climática pero no dejó de marcar que hubo “desvíos” en las políticas económicas del Gobierno, entre ellas la última moratoria previsional.
Los 100 días de ida y vuelta con el Fondo Monetario, que comenzó a mediados de abril tras una cumbre entre el ministro de Economía -en ese momento aún no candidato presidencial- Sergio Massa y la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva, a mediados de abril en Washington. Las proyecciones de ambos lados hacían prever que el sistema de metas fiscales y de reservas ya asomaban de difícil cumplimiento, algo que terminó por confirmarse a medida que avanzó el calendario.
El compromiso fue rediseñar el programa, de manera profunda, para marcar las nuevas condiciones y bordes sobre los que se estaba moviendo la economía argentina, con menores reservas de lo esperado, menos ingresos fiscales y tasa de inflación más acelerada que el año anterior, muy lejos del 60% que se había planteado como referencia en el programa con el organismo y en el Presupuesto 2023. La puja técnica fue mucho más extensa de lo esperado y terminó con novedades centrales para el desarrollo futuro del Extended Fund Facility (EFF).
Como elemento principal: el Fondo Monetario y el Gobierno acordaron cambiar la hoja de ruta natural del programa. Es decir, se desarmó el sendero de revisiones técnicas trimestrales que eran seguidas de aprobaciones del directorio y de envío de desembolsos.
El cronograma quedó establecido de forma tal que queden, para lo que resta de 2023, dos instancias de giro de fondos desde la capital norteamericana: la segunda quincena de agosto, por un monto cercano a los USD 7.500 millones, y otros USD 2.500 millones para los primeros días de noviembre, según anticipó Massa.
El FMI aseguró que espera una “secuencia” de medidas, discutidas en este último tramo con el Poder Ejecutivo, para avanzar sobre áreas que considera clave: lo fiscal y, el tema probablemente más espinoso, el aspecto cambiario.
El Fondo auspicia una corrección en el tipo de cambio. Una medida devaluatoria en plena campaña presidencial, asomó como de imposible viabilidad para el Gobierno. Como solución parcial y muy indirecta, el Ministerio de Economía decidió implementar un paquete de medidas que encarecieron el acceso a dólar oficial para algunas importaciones de bienes y servicios a través del impuesto PAIS, unificó el valor del dólar solidario con el dólar tarjeta y puso en marcha un dólar agro con un precio más alto para impulsar la exportación de algunos productos del agro para motorizar el ingreso al BCRA de unos USD 2.000 millones.
El FMI dio un guiño inicial a esas medidas, aunque ratificó a través de su vocero que espera otras señales para la continuidad del programa. “El fortalecimiento y la armonización del régimen cambiario siguen siendo fundamentales para mejorar de manera duradera la cobertura de reservas y la estabilidad externa, y se han tomado medidas para alentar la liquidación de exportaciones y contener las importaciones en el corto plazo. La tasa de crawl continuará utilizándose para preservar la competitividad y respaldar los objetivos de acumulación de reservas”, resaltó.
Al respecto, un informe de la consultora Equilibra marcó que la aceleración que le imprimió el Banco Central a la cotización del dólar oficial en los últimos días puede actuar como señal hacia el FMI. “En la semana previa a las PASO se observó una marcada aceleración de la depreciación del peso: la variación mensualizada en los últimos 5 días hábiles superó 12%”, destacó.
“¿El Ejecutivo aceleró la suba del tipo de cambio oficial para acompañar la mayor inflación o busca corregir el atraso cambiario que el staff del FMI ubicó recientemente entre 15-20%?”, se preguntó la consultora. Y respondió: “No le encontramos lógica a la estrategia en la que el BCRA acelere el crawling-peg marcadamente en la víspera electoral para luego devaluar discretamente el tipo de cambio oficial”.
Por eso, consideró el estudio privado que los impuestos a importaciones y esa aceleración de la depreciación del peso “sería la forma que encontró el Ejecutivo para mostrarle al board avances en este frente para destrabar los demorados desembolsos del FMI”.
En otro tramo del comunicado del FMI, adrede de esta cuestión, se resalta que “el acuerdo está sujeto a la implementación continua de las acciones de política acordadas y la aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI, que se espera se reúna en la segunda quincena de agosto. Una vez completadas las revisiones quinta y sexta, Argentina tendrá acceso a alrededor de USD 7.500 millones”.
Hacia adelante, la clave está puesta en saber en qué momento el directorio del FMI sesionará, ya con el informe completo técnico que el staff elaboró en los últimos días, para dar el visto bueno final a la revisión y habilitar los USD 7.500 millones. En el board existió, durante estos meses de negociación, posiciones más duras hacia la Argentina, menos proclives a hacer concesiones al país.
No está confirmada la fecha en tendrá lugar esa sesión. Sergio Massa aseguró que sería en algún momento de la segunda quincena. El presidente del Banco Central Miguel Pesce dijo, por su parte, que sucedería durante la semana del 21 de agosto.
Queda abierta la incógnita sobre qué actitud tomará el Fondo Monetario según el resultado que se registre en las PASO y si eventualmente eso pueda alterar esa hoja de ruta. Como antecedente más reciente, luego de las primarias de 2019, que representó una derrota por más de 15 puntos porcentuales de Mauricio Macri ante el opositor Alberto Fernández, el FMI se reunió con el candidato del Frente de Todos dos semanas después de los comicios y además, interrumpió los desembolsos.
Cómo quedaron las metas
La que asoma como la meta más lejana a su cumplimiento será la de reservas: el Gobierno debería a fin de año tener acumulados, de manera neta, USD 1.000 millones sobre el número de referencia utilizado en el programa que es el nivel de las arcas internacionales del BCRA a diciembre de 2021, cercano a USD 2.300 millones netos. Como las reservas están en terreno negativo -con números que varían según qué consultora lo mida-, deberían compensar todo ese rojo y acumular sobre eso USD 3.300 millones.
Hay otros elementos del esquema de metas que aún faltan dilucidar y que posiblemente terminen plasmados en el informe de staff que está trabajando el equipo técnico durante el receso estival del FMI y que será elevado al directorio. Entre ellos, las metas que nos son vertebrales pero que tienen algún grado de condicionalidad: la deuda flotante, el techo a la intervención en el mercado de futuros y un piso mínimo de gasto social.
El FMI no cambió el objetivo de recorte del déficit primario más allá del impacto de la sequía en la recaudación de impuestos, algo que sí reconoció para el sendero de reservas. Reconoció que las medidas anunciadas por el Ministerio de Economía aportarán algo de ingresos fiscales y además planteó directamente en qué áreas debería aplicar una poda adicional el Poder Ejecutivo en lo que reste del año.
“Siguen siendo necesarios esfuerzos para contener el crecimiento de la masa salarial, actualizar las tarifas de energía para reflejar mejor los cambios en los costos de producción, mejorando al mismo tiempo la progresividad del sistema; y fortalecer los controles de gasto a través de una asistencia social mejor focalizada y una mayor racionalización de las transferencias corrientes a las provincias y empresas estatales”, apuntó el FMI, que también habló de un mayor “endurecimiento”.
Hay una cuestión estacional en el gasto que hace de difícil cumplimiento al hecho de que en la segunda mitad del año se termine gastando menos que en la primera, algo que abordó el Centro de Economía Política Argentina (CEPA). “Al finalizar el primer semestre y pasadas las dos primeras metas, el déficit ya es del 1,1% del PBI y al Gobierno le quedaría 0,8% del PBI para gastar. Dada la estacionalidad del déficit en el segundo semestre (y en año de elecciones) es difícil que en la segunda mitad del año se gaste menos que en la primera”, plantearon.
La Fundación Capital, por su parte, mencionó que los ingresos adicionales por las medidas aportarán 0,58% del PBI y que el gasto aún cayendo 0,5% del PBI, el rojo primario del sector público sumaría 1,5% solo en el segundo semestre. “Llegar a la meta demandaría una profundización del ajuste en los meses previos a la elección general de octubre”, apuntó.
Respecto a la emisión monetaria, el FMI mencionó que “la senda fiscal acordada no supone una dependencia adicional del financiamiento monetario directo del déficit fiscal”. Una lectura que sobrevoló el mercado es que esto prohibiría en la práctica la continuidad de los adelantos transitorios al Tesoro por parte del BCRA, aunque en algunos despachos oficiales consideran que “no es tan lineal” ese límite.
La consultora PxQ, de Emmanuel Álvarez Agis, consideró que de ese párrafo se desprende que “se deberá buscar financiamiento de mercado” y que “la intervención en el mercado secundario de títulos públicos por parte del BCRA deberá ser para asegurar el correcto funcionamiento del mercado”.