No son tiempos fáciles para los inversores. La coyuntura externa sigue (y seguirá) presionando sobre la volatilidad con algunos potenciales riesgos por delante -en particular, nos enfocamos acá a la posibilidad de que una mayor inflación americana termine llevando a una mayor agresividad a la esperada por parte de la FED-. Mientras tanto, los ruidos locales disparados desde lo político no permiten capitalizar de forma plena los datos buenos de actividad, o incluso seguir priceando con más fuerza la probabilidad de volver a ser emergentes en los próximos meses. Una combinación de escenarios, que en concreto, le cuesta por momentos digerir al mercado, y con lógica creciente entendiendo que los precios buscan siempre anticiparse.
En lo estrictamente propio, debemos comenzar hablando de que el cambio de metas de fines de diciembre, y la presión creciente desde ahí sobre las expectativas de inflación, fue la primer señal que las desprolijidades no son gratis. Ni hablar si a esto sumamos en las últimas semanas el frente abierto (con la oposición, y hasta internamente) por las tarifas, y las demoras en la aprobación de la ley de Financiamiento Productivo (o reforma de la ley de mercado de capitales). No muy lejos de esto se lee también la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera, con un impacto negativo que se profundiza cuando el riesgo crece; o hasta las dudas crecientes sobre la continuidad del sendero desinflación. No hablamos acá de metas que sabíamos de antemano no se cumplirían, sino de la posibilidad de poner en riesgo este camino a la baja que, de si bien era menos ambicioso de lo pensada, se respetó en los últimos años.
Desde acá es incluso que se debe leer la reacción del BCRA en los últimos meses, y en particular en las últimas ruedas. En este sentido, destacamos: por un lado, la intervención en el mercado de cambios, que claramente no es sostenible en el tiempo en estos niveles (vendió en la semana al menos unos USD 3.000 millones), a la vez que es muy discutida sobre si es o no la estrategia más eficiente; y por otro lado, la intervención en el mercado secundario de letras y la finalmente decisión de subir la tasa de referencia en 300 puntos el viernes -del 27.25% anual (que había mantenido este martes) al 30.25%-. Decisión última igualmente que entendemos genera menos debate sobre si es correcta o no, pero pone en evidencia -una vez más- los errores de timming que tiene la entidad.
En concreto, un escenario complejo en su análisis, pero aún más en su implementación cuando se tienen como objetivo de política varias variables. En principio, esta vez, pareció finalmente privilegiarse frenar la devaluación, para no generar mayor presión sobre los precios. Mientras que, el impacto sobre el crecimiento (hoy dato fuerte) deberá evaluarse más adelante, junto con también el accionar del BCRA.
En este contexto, creemos que es necesario mantener cierta cautela en cuanto a las posiciones financieras. La definición correcta del perfil de inversor es hoy más que nunca clave para definir estrategias. Quienes no soporten riesgo, nuevo dinero y rotar posiciones a Letes o bonos cortos sería la opción. Para aquellos que puedan soportar la mayor volatilidad asegurada, no creemos que salir corriendo a dolarizar las posiciones en un escenario que se mantendrá con tasas altas sea lo más atractivo (el BCRA lo dejo en claro el viernes). No obstante, estaremos monitoreando si la mayor dolarización pensada para el segundo semestre debe comenzar gradualmente a anticiparse. Entran en este mismo juego las acciones. Dejar correr los próximos días es una opción, mientras que la oportunidad de compra a precios más bajos en el corto plazo, dependerá del grado de probabilidad que cada uno otorgue a ser emergente -o no- en los próximos meses.
Fuente: http://www.ambito.com/919663-complicado-escenario-para-los-inversores