El mes pasado deja menos arrastre estadístico y hay menos incrementos en precios regulados como el transporte. También impacta la caída del poder adquisitivo, que deja menos espacio para remarcaciones
A pesar de ser un mes de alta estacionalidad, marzo apunta a mostrar una nueva desaceleración de la inflación aunque a un ritmo menor que en los dos últimos meses. La expectativa de muchos economistas era que este mes se mantuviera un índice parecido al de febrero, es decir en torno al 15%, pero las nuevas estimaciones fueron corregidas a la baja por varios de ellos.
Existen varios motivos que permiten ser medianamente optimistas respecto a la evolución de la inflación, que de todos modos continúa en valores elevados. La “buena noticia” es que la tendencia es bajista y esto también se repetiría este mes, aunque todavía no transcurrió ni una semana.
Uno de los factores centrales es el “apretón monetario”, que secó el mercado de pesos. Esto tiene un impacto negativo en el consumo y en la actividad económica en general, pero a su vez es una condición imprescindible para ayudar a bajar la inflación. La debilidad del dólar libre refleja en buena medida este fenómeno. El “no hay plata” de Javier Milei tiene efectos palpables en la cotización del dólar pero también en la marcha de la economía.
Andrés Borenstein, director de Econviews, indicó que hay varios aspectos que ayudan a una mayor desaceleración inflacionaria, pese a tratarse de un mes de estacionalidad alta: “El arrastre de la inflación que deja febrero para marzo es menor que el mes anterior. Muchos precios regulados ya subieron en febrero, especialmente el transporte. Y no estamos viendo precios descontrolados. Por eso nosotros estimamos un 12% para el mes”.
Otro de los que ve un nuevo escalón descendente es el economista Fernando Marull, que proyectó un 13%, o sea un par de puntos menos que febrero. “La baja de los dólares financieros no vemos que incida, pero sí que se calmaron los ajustes en supermercados. Si se cumple lo que vemos para el mes, el escenario más probable es que regresemos a una inflación de un dígito”.
El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) divulgado ayer por el Banco Central estimó un índice de inflación del 14,3% para marzo, un pronóstico que se ubicó 1,1 punto porcentual por debajo del mes anterior. El informe del BCRA espera que la inflación llegue a un dígito mensual en junio, con un 8,5%.
No existe un criterio único para establecer lo que sucederá este mes. Esteban Domecq, de Invecq Consultores, calculó que la inflación de febrero terminó en 16,1% y considera que en marzo es probable que la cifra se repita.
Lo que sí luce como una opinión bastante más generalizada es que el proceso de desinflación retomará con fuerza en abril, un mes en el que REM espera un 12 por ciento. Para entonces, se considera que el traspaso de la devaluación de diciembre a alimentos ya habrá perdido mucha fuerza, pero que además el Gobierno está decidido a mantener el ajuste del dólar oficial en el 2% mensual. Por otra parte, se trata de un mes con una estacionalidad mucho más baja, aunque seguramente impactarán algunos ajustes tarifarios.
En su discurso ante la asamblea legislativa, el Presidente consideró que la baja del dólar también preanuncia que la desaceleración de los precios será más rápida. Para el Gobierno es fundamental que la inflación se desinfle lo más rápido posible y que a partir de allí comience la recuperación de los salarios y otros ingresos, ya que eso permitiría una mejora gradual pero sostenida de la economía.
La caída de los salarios solo entre diciembre y enero superó el 20%, en un contexto ya que vienen muy rezagados en relación a la inflación. Esa caída podría estabilizarse en febrero y podría verse una mejora gradual a partir de marzo.
En ese sentido, el posible regreso del impuesto a las Ganancias para asalariados es una mala noticia porque atrasaría la recuperación del poder adquisitivo, al restar ingreso disponible para los empleados.