Los analistas consideran que la velocidad de recuperación dependerá principalmente del impacto sobre el salario real y el consumo
Que el 2018 es un año perdido en materia de actividad económica es algo que nadie niega. Las proyecciones privadas estiman que para fin de año el producto cerraría con una caída entre 2 y 2,5%. La duda ahora se dará en 2019, en un terreno donde las diferencias están entre los tiempos y la fuerza con la que se espera la recuperación.
El sendero de caída y recuperación que tomará la economía en 2019 dependerá de cómo se responden las preguntas: ¿Cuánto durará la recesión y cuándo tocará fondo la economía? ¿Qué tanto influirá el factor electoral, que tiene a generar mayor actividad a través de medidas? ¿Una vez que se llegue al fondo de la olla, que tan rápido se recuperara el terreno perdido?
La expectativa oficial es de altas velocidades, tanto en el descenso como en el ascenso.
Siguiendo una forma de «V», desde el ala económica del Gobierno apuestan a una caída que encuentre su punto más bajo en valores reales en los próximos meses, para repuntar agresivamente a partir del segundo trimestre de 2019, y generar un margen de comodidad antes de las elecciones. Esa proyección se ve en el Memorandum de Políticas Económicas y Financieras del acuerdo stand-by entre Argentina y el FMI.
En el documento que enviaron las autoridades de Hacienda y el Banco Central a Washington se explicó que «el restablecimiento de la estabilidad macroeconómica y la trayectoria descendente más rápida de nuestra relación deuda-PBI restaurarán la confianza y eventualmente resultará en una recuperación en forma de V a partir del segundo trimestre de 2019″, caída abrupta y recuperación violenta.
El consenso entre los analistas privados indica que el formato de recuperación se parecerá más a otra letra del abecedario. Un sendero más suave tanto en los bajos como en los altos, como una «U», sintetiza la recesión, estancamiento y recuperación.
Federico Furiase, director de la consultora EcoGo considera: «hay dos velocidades de recuperación. Una velocidad fuerte en forma de V para los sectores más dependientes del tipo de cambio como el energético, el turismo y el campo cuando se toma en cuenta la buena cosecha. Y una más gradual en forma de U para los sectores relacionados al consumo y el crédito».
Para algunos esa «U» tendrá una base larga, dependiendo de la velocidad de contagio entre los sectores de la economía más vinculados al tipo de cambio y los de un orden más interno, como el turismo, y las economías regionales. El consenso de mercado es un año en el que la caída por arriba de 2% del 2018 dejará un efecto negativo de arrastre importante.
«El escenario más conservador es que los primeros dos meses del 2019 todavía estén en territorio negativo y recién en marzo comience a levantar», comparte Fausto Spotorno, director de la consultora Orlando Ferreres & Asociados. El economista considera el tipo de cambio más alto, una recuperación del sector agropecuario y la evolución de la economía brasileña como los factores claves que determinaran la salida del fondo de la U.
«Ya en el segundo trimestre va a haber cierta recuperación por los efectos de la cosecha, pero los salarios no van a reflejar cambios hasta el final del primer semestre, porque es normal que el crédito demore en retomar camino, y para que se sienta en mayor medida una recuperación es clave que se empiecen a afectar los salarios», contextualiza Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis.
Un punto fundamental a tomar en cuenta para la dinámica de la recuperación será los efectos de segunda vuelta. De la misma forma que en la inflación hay rubros que suben luego de subas en productos como el dólar o las naftas, Spotorno desarrolla: «en el consumo también puede haber una segunda vuelta por las cláusulas gatillo, bonos, el nuevo cierre de paritarias y ajustes en jubilaciones; pero son condicionales en que primero tiene que haber actividad en otras ramas de la economía».
Para que la reactivación tome una forma más acelerada que la U, como ven Zelpo, Furiase y Spotorno y se acerque a la V que espera el Gobierno, los economistas también consideran clave el factor político.
«Para que se concrete una recuperación en V va a ser fundamental el sector transable: el campo, la minería, el petróleo y la exportación de servicios. Pero eso por si solo es un tercio de la economía», sostiene Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina. «El efecto positivo seguro se verá en el primer y segundo trimestre, pero hay un manto de incertidumbre para el segundo semestre, sobre todo más cerca de las elecciones cuando el tipo de cambio va a presionar más seguido el techo actual de la banda», dice Gravina.
«El año que viene Argentina va a estar en plena contienda electoral donde juega al límite y no quedan recursos adicionales que el acuerdo con el FMI para atacar el nivel de actividad. Los vaivenes en la política pueden con toda tranquilidad comer las perspectivas de recuperación del 2019″, agrega Ramiro Castiñeira, economista jefe de Econométrica.
Esa pérdida total de recuperación es lo que inspira una de las principales preocupaciones del Gobierno: la «L», esto es una baja sostenida sin horizonte de reactivación. El concepto, mencionado por algunos economistas, cuenta entre sus más famosos referentes el ex presidente del Banco Nación, Carlos Melconian. Representa una caída muy marcada al principio del año seguida por un estancamiento que durará todo el 2019.
Ni la más optimista de las estimaciones plantea un 2019 en el que la economía crecerá. «Se jugará a no perder más que en ganar», como ironiza uno de los economistas consultados. La pérdida es una certeza, lo importante será que la misma sea lo más pequeña posible, y que el comienzo de recuperación coincida con el plan oficial, coinciden los analistas.