Para analistas, hay margen para impulsar al consumo y hasta para la expansión monetaria en contexto de controles de cambio. Pero sostienen que si bien puede funcionar en el corto plazo, puede acelerarse la inflación y subir las brechas cambiarias
El mercado tuvo que esperar con paciencia desde el triunfo de Alberto Fernández en la elección presidencial para conocer el gabinete y tras la asunción aguarda las señales para comenzar a dar cuenta del plan económico para recuperar a la Argentina de años de recesión y alta inflación. El mandatario realizó declaraciones a la prensa y dejó entrever algunas de sus iniciativas más inmediatas. “Nos estaremos ocupando de las medidas para los jubilados, los salarios más bajos, y de los empleados públicos también”, aseguró.
En ese contexto, se espera que el próximo gobierno tome la decisión de volcar cerca de $100.000 millones al mercado interno en los primeros meses de gestión para impulsar la actividad económica. El plan apunta a beneficiar inicialmente a los jubilados, trabajadores públicos y privados con salarios bajos y a beneficiarios de planes sociales.
A esa estrategia inicial se le suma un posible acuerdo de precios y la continuidad de beneficios impositivos otorgados por Mauricio Macri en plena campaña electoral, como la quita del IVA a los productos alimenticios de primera necesidad. Además, se especula con la profundización de los planes Ahora 12 y Ahora 18. La clave para poder avanzar con estas medidas tendrá como base una mayor expansión monetaria, un aumento de las retenciones al campo y un incremento de impuestos como Bienes Personales y Ganancias.
Economistas consultados por Infobae ahondaron en las medidas que podría llevar a cabo el nuevo gobierno para reactivar el consumo que, vale aclarar, cerraría el 2019 con una caída promedio mayor al 7% según proyectan. Asimismo, alertaron sobre los principales riesgos de una expansión monetaria: aceleración de la inflación (se espera hasta un 57% para 2019 y un 40% para 2020) y la disparada de las brechas entre el dólar oficial, que hoy cotiza en torno a los $63 y los dólares paralelos como el dólar libre, el contado con liquidación y el dólar bolsa. Todo esto en un contexto donde rigen fuertes restricciones cambiarias que solo habilitan la compra de hasta USD 200 mensuales para personas físicas.
Para Elizabeth Bacigalupo, economista de la consultora Abeceb, lo que posiblemente haga el nuevo gobierno es tratar de darle un poco de oxígeno a la economía reactivando el consumo, principalmente a través de aumentos a la jubilación mínima y subas salariales a cuenta de paritarias. Pero más allá de las medidas iniciales, consideró que la estrategia central es aprovechar la imposición de las restricciones cambiarias para ir por una política monetaria más laxa. “Eso significa menores tasas de interés en términos nominales y reales y mayor expansión monetaria”, señaló.
Un posible escenario, sostuvo, es el de una mayor emisión de pesos para financiar el déficit fiscal primario y pagar un porcentaje de la deuda. “La potencialidad de emisión es gigantesca. Hay algún margen para hacerlo dado que existe el cepo y que no hay un dólar atrasado. Se podría imprimir 40% interanual en el año sin que la inflación se dispare por encima del 40% como se espera para 2020”, analizó.
Si bien opinó que “la jugada es de poco terreno”, el gobierno de Alberto Fernández va a aprovechar el margen para ir por un déficit primario más elevado que en 2019 y que podría dar 1% en 2020. “Es una estrategia riesgosa porque no se debe acelerar la inflación. Requiere que no se desestabilice la demanda de pesos y la brecha entre los tipos de cambio. Eso puede salir bien en un escenario en el que la gente no sabe qué hacer con los pesos y ante el cepo compre bienes”, destacó.
Y agregó que si no se acumula retraso cambiario, la brecha no se dispara y esos pesos van al consumo, puede haber una reactivación positiva, al tiempo que aclaró que se trata de una medida que sirve solo para un período corto, ya que sostenerlo en el tiempo implicaría el riesgo de un mayor déficit fiscal.
A su turno, el economista Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Ecolatina, afirmó que el gobierno empezaría en principio con una inyección temporaria de gasto, una suma fija para jubilados, para los beneficiarios de Asignación Universal por Hijo (AUH) y trabajadores públicos, con el objeto de descomprimir la gran presión y demanda social que existe actualmente.
En línea con Bacigalupo, consideró que será importante ver cómo se recupera parte de ese gasto a través de los aumento de impuestos y retenciones al agro para evitar que aumente el déficit.
“Esto se puede financiar de esta manera sin expandir la base monetaria aunque de todas maneras va a haber expansión monetaria. En la medida que la misma sea acotada no va a haber problema. Si se pasan de rosca para financiar el déficit, termina mal porque se disparan la inflación y las brechas. Hay que monitorear esto pero la idea de un shock de ingresos con algún bono de única vez le pondría un poco de calma a la sociedad y un piso al consumo”, aseguró Sigaut Gravina.
Afirmó que la plata que pongan en los sectores de menor poder adquisitivo va a ir a consumo. Y destacó que en la medida que sea en la dosis justa y acotada, no debería haber demasiados problemas. “En el corto plazo se podría hacer si demasiado riesgo. El problema sería excederse con la emisión monetaria por la inflación y las brechas”, advirtió el economista.
En otro orden, un informe de la consultora Economía y Regiones (E&R), que cuenta con el economista Diego Giacomini entre sus directores, señaló que en un escenario de repudio por el peso, “aplicar una política monetaria expansiva es tirar un bidón de nafta al fuego de la caída de la demanda de dinero, de la pérdida del poder adquisitivo del peso, del tipo de cambio y de la inflación en el mediano plazo”.
Para el equipo de E&R, poner dinero en el bolsillo de la gente sin bajar gasto público antes e impuestos después en forma significativa y permanente, conlleva más emisión monetaria y más impuesto inflacionario a futuro. Remarcó asimismo que el problema es que, si el rebote es generado por una estimulación artificial del consumo y se ahorra menos en el presente, indefectiblemente se consumirá menos en el futuro.
“Con estos planes heterodoxos focalizados en el corto plazo, hay que entender que la recesión y la crisis son endógenas al rebote inicial. Se iniciará el ajuste. La demanda de dinero caerá y tanto el dólar como la tasa de interés saltarán. En ese marco, la recesión se profundizará aún más y terminaremos con menor nivel de actividad, dólar más caro, mayor tasa y más inflación que antes del inicio del plan económico”, concluyó el informe.
Los riesgos de este plan de reactivación del consumo previstos para ser aplicados en los primeros meses de gestión están sobre la mesa: aumento del déficit por fuerte emisión, caída de la demanda de dinero aún con controles de cambio y la disparada de la brecha entre los tipos de cambio. El desafío para Alberto Fernández y su equipo será alinear las expectativas para que el país comienza a dejar atrás la crisis.